Un pa¨ªs que debate poco
En Galicia, como pasa tambi¨¦n en otros pa¨ªses, hay poca cultura de debate pol¨ªtico y de gobiernos de coalici¨®n. Pero el paso del tiempo, aunque sea a un ritmo lento, va aportando novedades en ese sentido. A veces, incluso de modo acelerado, ya que Galicia se llen¨® de gobiernos bipartitos casi en un abrir y cerrar de ojos. Otra cosa distinta es que exista sosiego suficiente para adaptarse a esa situaci¨®n con normalidad. Sea como sea, lo que s¨ª es evidente es que al menos no vamos para atr¨¢s.
De los gobiernos de coalici¨®n, b¨¢sicamente de los que forman PSOE y BNG en la Xunta, diputaciones y ayuntamientos, se habla bastante, lo que sirve, en el peor de los casos, para acercar y conocer su complejo funcionamiento. En cambio se le dedica menos atenci¨®n a promover y avivar el debate pol¨ªtico y, en general, el debate ciudadano. En la televisi¨®n p¨²blica de Galicia casi es noticia que haya debate. Hai Debate! se titula de hecho su principal programa de estas caracter¨ªsticas.
Con la democracia no se institucionalizaron los debates por la v¨ªa del compromiso
El fraguismo se construy¨® as¨ª, con gobiernos de mayor¨ªa absoluta y sin debate pol¨ªtico, ni en el Parlamento ni en la televisi¨®n. El cara a cara de Manuel Fraga con S¨¢nchez Presedo fue m¨¢s la excepci¨®n que la propia regla y las sesiones calientes de la C¨¢mara del H¨®rreo se cuentan con los dedos de una mano. La ¨²nica televisi¨®n de ¨¢mbito gallego, que es la p¨²blica, acostumbraba a debatir de madrugada y los que podr¨ªan discrepar eran invitados a hablar de asuntos como el tr¨¢fico. Galicia se hizo as¨ª pol¨ªticamente correcta pero un tanto aburrida.
Es comprensible, por tanto, que aqu¨ª no se estile debatir sin complejos ni que se exija ese debate como un ingrediente b¨¢sico de la propia democracia. Estos d¨ªas, sin ir m¨¢s lejos, ha quedado claro el temor de pol¨ªticos como Emilio P¨¦rez Touri?o o Alberto N¨²?ez Feij¨®o a debatir con Anxo Quintana, sin que se entiendan muy bien sus motivos. Se supone que todo un presidente de la Xunta est¨¢ m¨¢s que preparado para medirse con cualquiera en un debate o que un pol¨ªtico de la talla de N¨²?ez Feij¨®o puede revalorizarse si se deja ver. Es m¨¢s, suele ser as¨ª cuando debate y se muestra tal y como es.
Pero si no se entiende bien que Touri?o y Feij¨®o le den mil vueltas a debatir, hasta dar la impresi¨®n de que debatir¨¢n porque no les queda m¨¢s remedio, se comprende a¨²n peor el papel de quienes deber¨ªan alentar los debates y se dedican a ser m¨¢s papistas que el Papa. Seamos francos: si a alguien hay que apoyar en estos casos es al que quiere debatir, y no porque sea nacionalista o deje de serlo, ni por si nos cae bien o mal, sino porque nos trae aires de libertad de expresi¨®n. Aires de debate.
La aportaci¨®n que est¨¢ haciendo Anxo Quintana a la democracia gallega es, en ese sentido, valiosa, ya que prueba su compromiso con la transparencia y la confrontaci¨®n de ideas, algo consustancial con el propio sistema democr¨¢tico. Si, de paso, es t¨¢ctica o no su posici¨®n debe ser una cuesti¨®n marginal, ya que aunque as¨ª fuera no lo ser¨ªa menos que la de quienes se oponen a debatir o aceptan hacerlo a base de poner mil disculpas y enredos propios de los malos pagadores.
Desde aquel primer cara a cara entre el m¨ªtico John F. Kennedy y el pragm¨¢tico Richard Nixon en 1960, los debates en televisi¨®n se han convertido en Estados Unidos en una pieza clave de las campa?as electorales. En la Espa?a franquista de aquel entonces a¨²n estaba abri¨¦ndose paso el plan de estabilizaci¨®n de 1959 y ni siquiera se hablaba de democracia, menos a¨²n de debates.
Pero cuando lleg¨® la democracia tampoco se institucionalizaron los debates por la v¨ªa del compromiso, de manera que los pocos que hubo fueron m¨¢s por inter¨¦s de los contendientes que de los ciudadanos. De los debates, aqu¨ª se salt¨® a las comparecencias sin preguntas, de modo que los aparatos de los partidos desarrollan mensajes propios del marketing pol¨ªtico, al amparo del llamado periodismo declarativo que, casi de manera inexorable, nos ha ido contaminando a todos.
Aunque fuese s¨®lo por eso, por salir durante un par de horas de los mensajes enlatados, ya valdr¨ªa la pena aplaudir esa estrategia de Anxo Quintana de debatir con sus contrincantes all¨ª donde lo inviten. xeira@mundo-r.com
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