Una vela a Dios y otra al Diablo
La sabidur¨ªa ancestral de la curia italiana se puso de relieve en los tiempos en que la hegemon¨ªa pol¨ªtica de la democracia cristiana se ve¨ªa amenazada por el eurocomunismo. En los per¨ªodos electorales, los curas italianos, manteniendo esa exquisita equidistancia de los que saben que el cielo comienza en la tierra, advert¨ªan desde sus p¨²lpitos que no quer¨ªan inmiscuirse en pol¨ªtica, pero recordaban a sus feligreses que ellos eran dem¨®cratas y eran cristianos.
Apenas hab¨ªamos asimilado las manifestaciones callejeras de cardenales y obispos por las m¨¢s diversas reivindicaciones cuando nos llega el ¨²ltimo acuerdo de la Conferencia Episcopal, le¨ªdo, sin rubor aparente, por un portavoz recientemente elevado a la dignidad episcopal. Y resulta que, como diagnostic¨® en su d¨ªa el incombustible ministro dem¨®crata-cristiano Giulio Andreotti, a la pol¨ªtica espa?ola le manca fineza, le falta estilo y cultura democr¨¢tica.
Los obispos, parte de un tratado internacional, tambi¨¦n act¨²an como pol¨ªticos beligerantes
La letan¨ªa de la jerarqu¨ªa espa?ola es la habitual: aborto, eutanasia, matrimonio de personas del mismo sexo, laicismo, educaci¨®n para la ciudadan¨ªa, nacionalismo y terrorismo... con una apostilla in¨¦dita: no es moral conversar con los terroristas.
A nadie puede extra?arle la posici¨®n de la Iglesia Cat¨®lica sobre el aborto y la eutanasia. Personalmente, sigo sin entender su rechazo a la homosexualidad masculina. En cuanto a su oposici¨®n al divorcio, resulta jur¨ªdicamente surrealista. No lo admite, pero favorece las nulidades de los matrimonios can¨®nicos con una flexibilidad y ligereza que desborda todas las posibilidades que establece la legislaci¨®n civil. Se acuerda la nulidad, previo costoso proceso can¨®nico, si los contrayentes son inmaduros, no cre¨ªan en el car¨¢cter sacramental de la uni¨®n o no la han "consumado". Se admite tambi¨¦n la nulidad cuando los c¨®nyuges lo hayan contra¨ªdo con el prop¨®sito deliberado de no tener hijos o no guardarse fidelidad.
Pero la c¨²pula episcopal ha dado un paso adelante con su ¨²ltima declaraci¨®n. Lanzada directamente a la arena pol¨ªtica en pleno periodo electoral, ha roto todos los c¨¢nones de imparcialidad y equilibrio, pronunci¨¢ndose a tumba abierta sobre el sentido que debe tener el voto del que comulga con sus creencias, ritos y ceremonias, y advirti¨¦ndole del grave peligro de ganar el mundo y perder su alma.
As¨ª que la nota emitida por la Comisi¨®n Permanente de la Conferencia Episcopal (formada por 18 obispos) desprecia su condici¨®n de parte que act¨²a en funci¨®n de los Acuerdos Internacionales entre el Estado espa?ol y la Santa Sede, y se pone por solideo las normas, internacionalmente admitidas, sobre el derecho de los Tratados (Viena, 23 de mayo de 1969). Cabe recordar que las obligaciones contra¨ªdas lo son para las dos partes, con arreglo a su contenido y a los principios de lealtad rec¨ªproca y buena fe.
Los obispos sugieren que su nota s¨®lo pretende meditar de nuevo sobre la Instrucci¨®n Pastoral aprobada el 23 de noviembre de 2006 por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal bajo el t¨ªtulo Orientaciones morales ante la situaci¨®n de Espa?a. Pero lo cierto es que, vulnerando de forma expl¨ªcita su posici¨®n en el marco de los acuerdos jur¨ªdicos con el Estado espa?ol, han abandonado su condici¨®n de parte institucional para expresarse como beligerantes ciudadanos implicados hasta el cuello de la sotana en la contienda electoral.
La trampa es muy burda. Conservan intacta su condici¨®n de parte contratante de un Tratado Internacional y al mismo tiempo se disfrazan de su condici¨®n de espa?oles para disparar contra los programas de determinados partidos pol¨ªticos. Nos dicen que no pretenden que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral cat¨®lica, pero al mismo tiempo sostienen que esta moral es el mejor medio para mantener el vigor y la autenticidad de las instituciones democr¨¢ticas.
En esta l¨ªnea, no consiguen separar el trigo de la paja, y por ello reconocen la legitimidad de las posiciones nacionalistas no violentas, para, en el rengl¨®n siguiente, invocar la autoridad de Juan Pablo II y denunciar "los peligros del separatismo". Una vela a Dios y otra al Diablo.
En el rosario interminable de agravios contra el Gobierno, lo verdaderamente novedoso de la declaraci¨®n electoral de los obispos es alguna precisi¨®n sobre el terrorismo. No les mueve la l¨®gica condena de esta actividad, algo que compartimos los que sabemos que gracias a los asesinos terroristas estuvo a punto de volver el nacionalcatolicismo el 23 de febrero de 1981. No, ahora perfilan m¨¢s su posici¨®n partidista. Empiezan a?adiendo la obviedad de que una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer a una organizaci¨®n terrorista como representante pol¨ªtico de ning¨²n sector de la poblaci¨®n. Y luego, decididos a introducirse por terrenos pantanosos y oscuros, afirman dogm¨¢ticamente que nunca se puede tener a los terroristas como interlocutores pol¨ªticos. Manipulan as¨ª la Instrucci¨®n Pastoral al omitir las referencias a las medidas de indulgencia en el caso de renuncia definitiva al uso de las armas. Esta aportaci¨®n, por cierto, no tiene nada que ver con la moral cat¨®lica, hist¨®ricamente tan acomodaticia a toda clase de situaciones terrenales.
Se?ores obispos, termino como ustedes en su nota: que el Se?or les ilumine y fortalezca para que se den cuenta del da?o que est¨¢n haciendo a la convivencia entre los espa?oles.
Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn es magistrado em¨¦rito del Tribunal Supremo.
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