Si no hubiera cine espa?ol
A tenor de los ¨²ltimos art¨ªculos publicados, parece que este diario tambi¨¦n ha decidido sumarse a este pimpampum contra el cine espa?ol tan recurrente. Ya estamos acostumbrados al peri¨®dico de la derechona y sus diatribas contra los proetarras del cine, al se?or de la radio episcopal y su boicot a los "titiriteros-pancarteros-rojer¨ªo-millonario", a ese autor de best sellers que nos describe siempre que puede como envidiosos, insolidarios y cutres, o a esos programas de televisi¨®n "informativos" que nunca hablan de cine sino de subvenciones, sin llegar a explicar nunca en qu¨¦ consisten. Ahora hemos le¨ªdo tambi¨¦n en este peri¨®dico un malintencionado editorial (El Acento, hace unos d¨ªas) en el que, por criticar, se criticaba incluso que la pel¨ªcula por la que Bardem est¨¢ nominado al Oscar no es espa?ola... Dentro de nada a Bardem lo habr¨¢n descubierto los Coen.
Pero de nuevo se insiste en otro art¨ªculo aparecido el viernes 1 de febrero en la recaudaci¨®n de las pel¨ªculas para volver, por millon¨¦sima vez, a hacer un retrato triste y deprimente del cine espa?ol. Otra vez, un mal a?o significa un mal cine. En cambio, se olvidan de mencionar que tambi¨¦n ha sido un a?o de incertidumbre en el que se ha debatido encarnizadamente la ley de cine, un a?o en el que las televisiones no han escatimado cr¨ªticas, insultos y amenazas para defender su derecho a saltarse la directiva comunitaria que las obliga a invertir en cine el 5% de sus ingresos.
A los del cine se nos exige, entre otras cosas, autocr¨ªtica. ?Podemos hacerlo mejor? Por supuesto que s¨ª. Much¨ªsimo mejor. Y tambi¨¦n podemos incluso dejar de hacerlo. Porque entre unos y otros se va allanando el camino para que el cine espa?ol deje, definitivamente, de estorbar. ?Pero a qui¨¦n? ?Qu¨¦ se ganar¨ªa si desaparece? El espectador, ese 13 o 14% que ve nuestro cine, perder¨ªa. No m¨¢s Volver, no m¨¢s La comunidad, no m¨¢s Lunes al sol, ni tantas otras pel¨ªculas. El que va espor¨¢dicamente, tambi¨¦n. No habr¨ªa, por ejemplo, un orfanato, ni un Los otros.
El contribuyente, ese que pone de su dinero para que los vagos del cine hagamos churros, no se enterar¨ªa, en su bolsillo no sonar¨ªa ni un c¨¦ntimo m¨¢s. Se perder¨ªa, eso s¨ª, un escaparate de nuestra cultura, de nuestra lengua, de nuestra forma de ver el mundo. Se perder¨ªa la ocasi¨®n de hacerlo mejor, de que se incorporen m¨¢s mujeres, nuevos talentos, nuevos guionistas. Se perder¨ªan cientos de miles de puestos de trabajo y se ganar¨ªan pantallas para el cine de fuera.
El cine y la forma de acceder a ¨¦l est¨¢n cambiando. Pel¨ªculas medianas que hace unos a?os encontraban su p¨²blico, ya no lo tienen. Las Mujeres en el parque, de Felipe Vega, 53 d¨ªas de invierno, Yo, y otros t¨ªtulos interesantes de este a?o apenas encuentran eco. Vemos el cine en la tele, en el m¨®vil, en el ordenador. En este r¨ªo revuelto, si el cine espa?ol dejara de hacerse s¨®lo ganar¨ªan las televisiones, que ya no tendr¨ªan que invertir ese 5% que tanto les duele. Y nos quedar¨ªamos, adem¨¢s de hu¨¦rfanos de Fern¨¢n-G¨®mez, sin descendencia cinematogr¨¢fica. Y tendr¨ªamos a Medem, Querejeta o Trueba dirigiendo las voces de Blanca Portillo o Bel¨¦n Rueda en el doblaje de mediocridades norteamericanas escritas y dirigidas por gente que poco o nada tiene que ver con nosotros.
Si queremos que siga existiendo una cinematograf¨ªa nacional construyamos, no destruyamos.
D¨¦jennos trabajar sin estar constantemente bajo sospecha, bajo la lupa y bajo el peso de un desprestigio que apoyado a menudo en la desinformaci¨®n va calando en forma de prejuicio como un chirimiri en el espectador.
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