De la vi?eta a la lupa de aumento

La famosa lupa que, en cada ¨¢lbum de Ast¨¦rix, se posa sobre la numantina aldea gala, parece haberse convertido aqu¨ª en todo un planteamiento est¨¦tico y una filosof¨ªa de producci¨®n. Ast¨¦rix en los juegos ol¨ªmpicos, tercera aventura de imagen real (es un decir) de los personajes creados por Goscinny y Uderzo, no es tanto una adaptaci¨®n del ¨¢lbum hom¨®nimo como una bravuconada hecha espect¨¢culo, una superproducci¨®n hipertrofiada que parece regirse m¨¢s por el esp¨ªritu imperial de un productor empe?ado en sacar pecho que por la ¨¦pica l¨²dica del original. Ser¨ªa injusto, no obstante, no separar el grano de la paja en un trabajo que contiene ocasionales perlas.

Fr¨¦d¨¦ric Forestier y Thomas Langman demuestran, a los pocos minutos de metraje, cierta mano para traducir la historieta inspiradora: el primer encuentro de los h¨¦roes con Claudius Mulus es notable. Al rato, la ficci¨®n empieza a regirse por una l¨®gica puramente acumulativa que, junto a la sustituci¨®n de Christian Clavier por Clovis Cornillac en el papel principal y a un abuso del gui?o contempor¨¢neo, explica la debilidad del todo. Lo mejor est¨¢ en la parte (o en el reparto): en la autoconciencia de Alain Delon, en la vehemencia c¨®mica de Poelvoorde y en el juego que mantienen Jos¨¦ Garc¨ªa y Santiago Segura.