La percepci¨®n sensual
La imagen de una antigua central el¨¦ctrica levitando sobre el vac¨ªo no es m¨¢s que el punto de partida del edificio que Herzog y De Meuron presentan la semana que viene en Madrid. Una vez m¨¢s han creado una nueva arquitectura que apela a la imaginaci¨®n de las personas, un "LSD arquitect¨®nico", como ellos mismos han definido sus obras. La futura sede de CaixaForum en Madrid viene a situarse entre las grandes instituciones culturales de la capital, en frente del Museo del Prado y del Jard¨ªn Bot¨¢nico, a caballo entre el Museo Thyssen y el Reina Sof¨ªa, para redondear una de las propuestas m¨¢s completas y variadas del panorama art¨ªstico internacional.
El proyecto de los dos arquitectos suizos surge de una operaci¨®n muy sencilla, como explica la memoria: "Se ha concebido como una suerte de im¨¢n que atrae a los amantes madrile?os del arte y a los que visitan la ciudad. La poderosa masa de la antigua central el¨¦ctrica se elevar¨¢ sobre el plano del suelo en un aparente desaf¨ªo a las leyes de la gravedad y con el efecto real de atraer al p¨²blico hacia el interior. Al suprimir la base del edificio apareci¨® un espacio abierto y cubierto bajo la carcasa cer¨¢mica, que ahora parece flotar sobre el nivel de la calle".
La plaza cubierta es un espacio que se comprime y se descomprime, rodeado por la l¨ªnea que delimita la fachada volante
El espacio que ha quedado libre bajo la caja suspendida, junto al de una antigua gasolinera que hab¨ªa en el paseo del Prado, se ha cedido a la ciudad. Desde la distancia se ve muy bien la primera imagen del edificio. Una arquitectura cuajada de instant¨¢neas que convierten la experiencia en un proceso de comunicaci¨®n: "Nos interesan las im¨¢genes porque son abiertas; no utilizan un lenguaje conceptual sino universal y, por lo tanto, apuntan directamente a la imaginaci¨®n". A la vista queda nada m¨¢s llegar la caja volando sobre la plaza, con un gran ventanal por el que se adivinan tubos fluorescentes, que corona un volumen de chapa de fundici¨®n oxidada difuminado en algunas zonas para mostrar otras luces m¨¢s bien ovaladas.
Desde el borde de la parcela, un suelo de grandes tri¨¢ngulos de hormig¨®n hace que la gente vaya subiendo y bajando seg¨²n se acerca. Al traspasar la sombra que ha sustituido al antiguo z¨®calo de granito, se nota el peso de la fuerza de la gravedad. Un techo tambi¨¦n de tri¨¢ngulos, esta vez de acero pintado, refuerza esa sensaci¨®n. La plaza cubierta es un espacio que se comprime y se descomprime, rodeado siempre por la l¨ªnea que delimita la fachada volante, subrayando las tensiones que se producen con los desniveles de las calles circundantes. El alarde estructural no se menciona. La atenci¨®n se centra en una puerta iluminada que deja ver una lengua brillante que nos engulle, una escalinata forrada de tri¨¢ngulos brillantes de acero inoxidable almohadillados deslumbrantes. Con un suave giro de 180 grados se llega al vest¨ªbulo de la planta primera, que sigue con el mismo juego. Est¨¢ iluminado con las l¨¢mparas fluorescentes dise?o HdeM que se ve¨ªan desde la calle. Al fondo queda la tienda, con unos muebles de madera colgados del techo que tampoco parecen querer tocar el suelo, como si flotaran liberados de la fuerza de la gravedad que aplasta la plaza. El gran ventanal ofrece una vista di¨¢fana del paseo del Prado.
Desde el vest¨ªbulo se accede a todas las plantas. Una monumental escalera de hormig¨®n pintado nos transporta por el edificio a trav¨¦s de un mundo de suaves curvas, que contrasta con el de aristas por el que hemos transitado hasta ahora. En la primera y segunda planta est¨¢n las dos salas de exposiciones, de 1.250 metros cuadrados cada una, amplias, di¨¢fanas y neutras. Arriba est¨¢ el restaurante, envuelto por las chapas oxidadas que ve¨ªamos en la primera imagen que nos regalaban, y que en la zona de la cafeter¨ªa han sido agujereadas por unos p¨ªxeles que forman una fina celos¨ªa, un bordado que filtra la luz para crear un mundo infinito de destellos. Las blandas l¨¢mparas, del estudio de HdeM, tienen forma de espermatozoide. Por la noche, se adivinan pixeladas.
El s¨®tano lo ocupa el auditorio y su teatral foyer en dos alturas. Las paredes y techos est¨¢n forrados con una chapa de acero ondulada y perforada, un envoltorio sensual que crea un ambiente elegante y refinado.
El juego con los materiales y las texturas es fundamental. Se eligen acabados reconocibles, pero ensamblados de forma distinta a la habitual, muy intuitiva, lo que permite interpretarlos sin conocimientos especializados. Y otros son totalmente nuevos: "Buscamos materiales que sean de una belleza tan impresionante como las flores de los cerezos de Jap¨®n, o tan condensados y compactos como las formaciones rocosas de los Alpes, o tan enigm¨¢ticos e inescrutables como las superficies de los oc¨¦anos. Buscamos materiales que sean tan inteligentes, tan virtuosos y tan complejos como los fen¨®menos naturales; materiales que no s¨®lo deleiten la retina de los asombrados cr¨ªticos de arte, sino que sean verdaderamente eficaces y atractivos para todos nuestros sentidos: no s¨®lo la vista, sino tambi¨¦n el olfato, el o¨ªdo, el gusto y el tacto".
Frente a las arquitecturas marcadas por un estilo que es imagen de marca, la suya se camufla detr¨¢s de una actitud. Su objetivo es hacer de cada proyecto una obra distinta: "Este enfoque conceptual es, en realidad, un recurso desarrollado en cada proyecto, por medio del cual permanecemos invisibles como autores. Naturalmente, esta invisibilidad no afecta al nombre de HdeM, que no puede quedar oculto -y menos ahora gracias al Premio Pritzker- sino que m¨¢s bien se aplica s¨®lo a nuestra identidad arquitect¨®nica. Se trata de un planteamiento que nos ofrece libertad para reinventar la arquitectura en cada nuevo proyecto m¨¢s que para consolidar nuestro estilo", explicaba Jacques Herzog en el discurso que pronunci¨® al recibir el galard¨®n en 2001. Universos distintos son el almac¨¦n Ricola (1986), la Tate Modern de Londres (2000) o el nuevo estadio ol¨ªmpico de Pek¨ªn, que inundar¨¢ los medios de todo el mundo en agosto.
La arquitectura de estos dos suizos nacidos en Basilea en 1950, que llevan juntos pr¨¢cticamente toda la vida, se enriquece con la colaboraci¨®n de artistas y otros oficios. Aceptan solamente un 3% de los encargos que reciben y siguen un riguroso sistema de producci¨®n: entregan la responsabilidad de cada uno de los proyectos a los siete arquitectos directores que trabajan con ellos, que "podr¨ªan estar a la cabeza cada uno de un estudio importante". Esto les asegura el poder contar con puntos de vista tan diversos como lo son los problemas a resolver, y abarcar sensibilidades igualmente amplias. Herzog y De Meuron se encargan de supervisar los proyectos, pero la confianza es total. Nada se hace como siempre. Hay que inventar soluciones constructivas para casi todo. El proyecto est¨¢ vivo, y va evolucionando a medida que avanza la obra.
Cada uno es libre de imaginar lo que quiera. ?se es el objetivo de Herzog y De Meuron: "Cada uno de nuestros proyectos apunta al mundo de la imaginaci¨®n, a los sue?os y deseos de las personas. Cada uno de ellos es una provocaci¨®n. Aunque no siempre se articule igual, nuestro objetivo es siempre el mismo". Lo que les hace inconfundibles es la propuesta sistem¨¢tica, la arquitectura entendida como un proceso de comunicaci¨®n, la confianza en la "percepci¨®n sensual" del individuo. -
CaixaForum de Madrid se inaugura el pr¨®ximo mi¨¦rcoles con una exposici¨®n de fondos de la colecci¨®n de arte de La Caixa.
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