Suspenso inapelable

Es el que merecer¨ªan, de juzgarse el m¨¦todo cient¨ªfico del an¨¢lisis, los difusores de los c¨¢lculos recientemente aireados sobre las causas de los atropellos mortales, que depositan la responsabilidad sobre el peat¨®n que cruza por sitios inadecuados. Porque, aunque los datos manejados se aproximasen a la certeza estad¨ªstica absoluta, el dise?o del estudio es burdamente incorrecto, dado que hay dos variables que no se han tenido en cuenta.

La primera, que el peat¨®n no elige cuando cruza por un sitio incorrecto, dado que la opci¨®n alternativa, cruzar por un paso con sem¨¢foro, no siempre es igualmente accesible. La segunda -de mayor calado- es que mientras que en todos los casos es trivial determinar por d¨®nde cruz¨® el peat¨®n mortalmente atropellado, es imposible determinar la velocidad real del veh¨ªculo homicida, cuya contribuci¨®n a la mortalidad del accidente no se tiene por lo tanto en cuenta.

A uno se le antoja que si se respetase el l¨ªmite urbano de 50 kil¨®metros por hora es posible que se redujera el n¨²mero de atropellos y altamente probable que los que hubiesen no fueran mortales. De confirmarse esta hipot¨¦tica predicci¨®n, la responsabilidad de los atropellos mortales recaer¨ªa sobre los responsables municipales de tr¨¢fico, que debieran imponer a los veh¨ªculos autom¨®viles el respeto a la legalidad vigente.

Concluyo que debe tenerse cuidado con las estad¨ªsticas, especialmente cuando las hacen las zorras sobre la mortalidad de las gallinas.