Las vacas europeas no son flacas
Se oye hablar mucho estos d¨ªas de pol¨ªticas de est¨ªmulo fiscal para hacer frente a una posible recesi¨®n en Estados Unidos. Este debate se ha abierto principalmente a ra¨ªz del paquete de medidas que se est¨¢n estudiando al otro lado del Atl¨¢ntico. ?Pero necesitan est¨ªmulos fiscales la Uni¨®n Europea y, en concreto, la zona euro?
En mi opini¨®n, ya no nos encontramos ciertamente en una ¨¦poca de vacas gordas, como era el caso hasta el pasado mes de agosto, pero tampoco puede decirse que las vacas europeas sean flacas.
En primer lugar, para contextualizar el debate, importa observar que muchos pa¨ªses de la Uni¨®n Europea contemplan en sus presupuestos de 2008 unas bajadas de impuestos que repercutir¨¢n en conjunto en una disminuci¨®n este a?o de los ingresos p¨²blicos que se cifra entre el 0,2% y el 0,3%, aproximadamente, del producto interior bruto, de manera que el d¨¦ficit presupuestario medio de la UE se estancar¨ªa en 2008, tras la disminuci¨®n conseguida desde el 3% del PIB en 2003 hasta el 1% en 2007 (y a¨²n menos en la zona euro).
La mayor¨ªa de la UE aborda el deterioro de la coyuntura en situaci¨®n favorable
No parecen necesarios nuevos est¨ªmulos fiscales en estos momentos
En Alemania, por ejemplo, la reducci¨®n de 10 puntos porcentuales del impuesto de sociedades a partir de este a?o, y una rebaja de las cotizaciones al seguro de desempleo provocar¨¢ un nuevo d¨¦ficit presupuestario (-0,5%), frente al presupuesto en equilibrio de 2007. En Francia, el paquete fiscal del verano pasado, que inclu¨ªa una fuerte reducci¨®n del impuesto de sucesiones, la deducibilidad de los intereses sobre los pr¨¦stamos hipotecarios y la reducci¨®n del tope m¨¢ximo fiscal para cada contribuyente al 50% de sus rentas, se traducir¨¢ en una pausa en el proceso de saneamiento presupuestario y de desendeudamiento.
Otras bajadas de impuestos menos cuantiosas se han producido en Italia (por ejemplo, reducci¨®n de los impuestos locales sobre bienes inmuebles), Espa?a (reducci¨®n del impuesto de sociedades, deducciones fiscales a las familias), Luxemburgo (reducci¨®n del 6% en los distintos niveles del impuesto sobre la renta), Dinamarca (reducci¨®n del impuesto sobre la renta en casi el 0,6% del PIB), Polonia (reducci¨®n de las cotizaciones sociales y ayudas fiscales a las familias) y en muchos otros pa¨ªses.
As¨ª pues, est¨¢ claro que ni estamos aplicando ni hemos venido aplicando pol¨ªticas de austeridad, a diferencia de la impresi¨®n que pueden dar algunos art¨ªculos. Es verdad que ha habido durante estos ¨²ltimos a?os un esfuerzo global de consolidaci¨®n presupuestaria que nos permite afrontar m¨¢s serenamente las actuales crisis externas. ?Y las crisis no faltan! Cabe recordar el precio del petr¨®leo, que haaumentado un 25% desde el verano y un 200% respecto a 2004; unas subidas considerables de los precios de los alimentos b¨¢sicos por las malas cosechas y la mayor demanda mundial, o la desaceleraci¨®n del mercado estadounidense a ra¨ªz de los excesos de las hipotecas de alto riesgo y la crisis del sector de la construcci¨®n.
La mayor¨ªa de los Estados miembros de la UE aborda este deterioro de la coyuntura en una situaci¨®n m¨¢s favorable que otros pa¨ªses. Se trata de aquellos que han aprovechado la reactivaci¨®n del crecimiento a mediados de 2005 (no se olvide que algunos pa¨ªses no hab¨ªan dejado de crecer antes de esa fecha) para avanzar hacia unas cuentas p¨²blicas equilibradas. Estos pa¨ªses disponen hoy de m¨¢rgenes de maniobra presupuestaria suficiente para dejar actuar, si fuera necesario, a los estabilizadores autom¨¢ticos (es decir, aguantar una posible reducci¨®n de los ingresos p¨²blicos y hacer frente a mayores gastos) sin el temor de que las cuentas p¨²blicas registren un d¨¦ficit superior al l¨ªmite del 3% de d¨¦ficit. Si nos fijamos bien, esto es precisamente lo que preconizan los responsables de algunas organizaciones internacionales.
En cierto modo, la relajaci¨®n presupuestaria prevista para este a?o se ajusta a esta idea. Los estabilizadores autom¨¢ticos, si debieran entrar en juego, permitir¨ªan sostener a los m¨¢s afectados por la desaceleraci¨®n econ¨®mica aunque los ingresos del Estado fueran menores. El apoyo prestado a la econom¨ªa no tendr¨ªa entonces nada que envidiar a lo que proponen las autoridades norteamericanas.
Mientras tanto, mantengamos la cabeza fr¨ªa y pens¨¦monoslo bien antes de ceder a los cantos de sirena. Si bien la coyuntura econ¨®mica ha cambiado respecto a la primavera, incluso al verano pasado, todav¨ªa no se habla de recesi¨®n en los Estados Unidos y a¨²n menos en Europa. Por otra parte, importa recordar que el peso mucho menor del gasto p¨²blico en porcentaje del PIB en los EE UU comparado con la UE (menos del 36% frente a m¨¢s del 46%) puede justificar la necesidad de un plan de est¨ªmulo fiscal al otro lado del Atl¨¢ntico. La mayor progresividad del impuesto en Europa y unos sistemas de seguridad social m¨¢s generosos permiten estimular la demanda mucho m¨¢s r¨¢pida y eficazmente que mediante inyecciones puntuales de fondos.
La mejor respuesta a los retos que se nos plantean en materia de crecimiento y empleo sigue siendo de car¨¢cter estructural. Por ejemplo, la reacci¨®n m¨¢s oportuna al alto precio del petr¨®leo no es apoyar el consumo de gasolina y gas¨®leo, sino aplicar mecanismos y reformas estructurales que permitan ahorrar energ¨ªa (por ejemplo, mediante el refuerzo del transporte p¨²blico). A medio y largo plazo, hay que fomentar una mayor eficiencia energ¨¦tica y la utilizaci¨®n de fuentes de energ¨ªa alternativas.
La reacci¨®n ante las consecuencias sobre la econom¨ªa real de las turbulencias de los mercados financieros no deber¨ªa ser muy diferente, en mi opini¨®n. Hay que aguantar y no ceder a la tentaci¨®n de las soluciones f¨¢ciles, pero costosas a corto plazo y contraproducentes a largo plazo, consistentes en aumentar el d¨¦ficit y el endeudamiento p¨²blicos a la menor dificultad, y, sobre todo, hay que seguir la v¨ªa de las reformas estructurales, que ya nos han permitido crear m¨¢s de 15 millones de puestos de trabajo en Europa desde la creaci¨®n del euro y reducir el desempleo a niveles nunca vistos desde hac¨ªa 25 a?os.
Hay que aumentar la competitividad de las empresas europeas apostando por los sectores de valor a?adido, la excelencia y la innovaci¨®n; centrarse en los mercados en auge en el mundo y dar rienda suelta al potencial de crecimiento a¨²n sin liberar del sector de los servicios y las profesiones reguladas. En suma, se trata de aplicar la Agenda de Lisboa en favor del crecimiento y el empleo.
Los fundamentos de la econom¨ªa europea son buenos y s¨®lidos y los presupuestos de 2008 ya prev¨¦n un est¨ªmulo no desde?able, por lo que no est¨¢ clara en absoluto, en este momento, la necesidad de nuevos est¨ªmulos fiscales en Europa. Dejemos funcionar libremente los estabilizadores presupuestarios sin poner en peligro el saneamiento a largo plazo. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento revisado en 2005 nos ha servido de mucho, pues ha permitido sanear la Hacienda p¨²blica y recuperar en 2006 y 2007 un ritmo de crecimiento que ya no se conoc¨ªa desde principios de la d¨¦cada. Es mejor que nos lo pensemos dos veces antes de volver a caer en viejos h¨¢bitos y, sobre todo, que nos lo pensemos todos juntos.
Joaqu¨ªn Almunia es miembro de la Comisi¨®n Europea encargado de los Asuntos Econ¨®micos y Monetarios.
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