Internet tambi¨¦n vota el 9-M
Los j¨®venes de entre 16 y 24 a?os dedican un 22% m¨¢s de su tiempo a navegar por Internet que a ver la televisi¨®n. Es l¨®gico, pues, que los partidos piensen en el ciberespacio para conquistar ese dif¨ªcil voto
De todos los cabezas de lista para las pr¨®ximas elecciones, s¨®lo 18, un 15%, ten¨ªan en enero alg¨²n tipo de espacio personal en Internet, seg¨²n el blog e-xaps. A estas horas seguro que el n¨²mero es mayor, pero ello s¨®lo demuestra un inter¨¦s tan s¨²bito como poco fiable por el medio. No son habitantes de Internet, simplemente lo usan en campa?a. A los pol¨ªticos espa?oles en ¨¦pocas electorales les toca visitar alg¨²n que otro mercado y, ahora, es inevitable, Internet. Tienen claro que hay que estar, pero si en su vida pol¨ªtica no tienen tratos con el planeta digital, se trata de una visita protocolaria. Mientras Internet se contemple como un espacio para lucir la mensajer¨ªa electoral y no un territorio de acci¨®n pol¨ªtica cotidiana, la presencia de los l¨ªderes en este continente tan poblado tendr¨¢ algo de simulacro. Es una presencia vicaria, de los equipos de campa?a, fugaz, con m¨¢s v¨ªdeos que conversaci¨®n.
Rajoy abri¨® un espacio en Facebook, donde la crisis de Gallard¨®n tuvo un eco indeseado
En la p¨¢gina 'web' de Zapatero, el debate sobre el canon digital supera al debate sobre la vivienda
Los pol¨ªticos tienen una relaci¨®n conflictiva con Internet porque, adem¨¢s, una parte de esta audiencia mantiene una actitud claramente desafecta hacia el aparataje pol¨ªtico. Con todo, los partidos espa?oles est¨¢n abriendo ¨¢reas de di¨¢logo digital. Internet es una pieza importante de la campa?a, pero tambi¨¦n est¨¢ claro, como recuerda Jos¨¦ Fr¨¨che, responsable de sarkozy.fr y que tuvo que vencer la luminosa blogosfera de S¨¦gol¨¨ne Royal, que... "quien al final gana las elecciones es el candidato". La tarea principal de un candidato es colocar sus ideas. Las r¨¦plicas son un engorro y en Internet hay muchas, incontrolables y, muchas veces, antip¨¢ticas. Adem¨¢s, la multiplicaci¨®n de plataformas, la intensidad de la web social, muy participativa, complican la organizaci¨®n de esta presencia. Hay incomodidad.
Rajoy ha abierto un espacio en Facebook, que tiene unos 5.000 amigos, pero la crisis de Gallard¨®n alcanz¨® ah¨ª una dimensi¨®n indeseada. Por otra parte, cuando Rajoy felicita el cumplea?os de uno de esos amigos, que al registrarse ha dado la fecha de nacimiento, el tufo a tr¨¢mite robotizado desmiente el esp¨ªritu de contacto personal del lugar. Y luego est¨¢n los bromistas. El PP, a quien suministre un tel¨¦fono, manda un mensaje de Rajoy reclam¨¢ndole a una reuni¨®n program¨¢tica. M¨¢s de uno ha recibido esta llamada sin haberla solicitado, porque un amigo ha dado su n¨²mero, lo que resulta un tanto contraproducente. Y otros han dado n¨²meros internacionales para subir la factura de la promoci¨®n. Ser¨¢ por eso que el servicio muchas veces no funciona.
Rodr¨ªguez Zapatero, en su p¨¢gina web, abri¨® un espacio para las propuestas de los ciudadanos y en ellas ha reinado la oposici¨®n al canon. El esfuerzo del equipo que gestiona la p¨¢gina para argumentar la posici¨®n socialista es enorme. Mientras que para explicar la pol¨ªtica de precios de la vivienda se dedican 3.230 caracteres con espacios, en la respuesta para defender el canon digital se emplean 5.159, un kilometraje muy significativo. Este espacio ya est¨¢ cerrado. Llamazares, para que lo suyo no parezca cuento, se ha comprometido a responder personalmente en v¨ªdeos las preguntas de los internautas. Ha grabado un repertorio de respuestas a preguntas previsibles, pero cuando se hace una inesperada, por ejemplo si le gusta m¨¢s carne o pescado, Llamazares responde que "eso lo vereis en el programa electoral que est¨¢ m¨¢s desarrollado".
La emergencia del Internet pol¨ªtico, como plaza donde los ciudadanos hacen pol¨ªtica, pone en cuesti¨®n las viejas leyes electorales. En 2005, Takafumi Horie, el empresario de un popular portal japon¨¦s, tuvo que batallar por un esca?o en Hiroshima sin poder emplear Internet porque una ley de los a?os cincuenta proh¨ªbe la difusi¨®n masiva de im¨¢genes. Lo que hizo Horie fue invitar a sus fiestas electorales a bloggers, ellos s¨ª pod¨ªan hacer pol¨ªtica en la Red. El final de la historia no es muy edificante: Horie perdi¨® y en 2007 fue condenado por falsear las cuentas de su emporio.
La prohibici¨®n de publicar sondeos en vigilias electorales ya resulta una antigualla desde que, en 1997, el diario La Tribune de Gen¨¨ve public¨® en su sitio digital uno sobre las elecciones de sus vecinos franceses cuando los medios dom¨¦sticos no pod¨ªan hacerlo y, de hecho, aquel mismo a?o algunos lo hicieron. Y eso sin contar que la Red ofrece otro tipo de sondeos m¨¢s heterodoxos: las apuestas. En Betfair, por citar uno de los concurridos locales digitales de envite, los jugadores creen en la victoria de Zapatero (su victoria se paga a 1,26 libras) frente a Rajoy (4,3 libras).
Pero el empleo de Internet como meg¨¢fono electoral es s¨®lo una m¨ªnima parte del previsible uso pol¨ªtico de la Red. Joe Trippi es un asesor que gan¨® una gran notoriedad en las primarias dem¨®cratas de 2003 al conseguir, a trav¨¦s de la Red, una recaudaci¨®n de fondos ins¨®lita para su candidato Howard Dean. Trippi lo ha relatado en un libro, The revolution will not be televised. Trippi considera que las campa?as populares de recaudaci¨®n de fondos en el Internet norteamericano han de servir para romper la influencia de los lobbies de donantes ("si 630 donantes millonarios pueden recoger m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares para Bush, dos millones de americanos los pueden derrotar aportando cada uno menos de 100 d¨®lares") pero tambi¨¦n para movilizar al electorado. El fracaso final de Dean, con todo, espole¨® el debate sobre c¨®mo movilizar realmente las llamadas muchedumbres inteligentes. El presidente de Google, Eric Schmidt, es de los que creen que Internet todav¨ªa no modifica el voto, pero no tardar¨¢. Si la televisi¨®n ha creado la presente generaci¨®n de pol¨ªticos, Schmidt se pregunta ?qu¨¦ har¨¢ Internet con la pr¨®xima generaci¨®n? Y anuncia herramientas maliciosas como un predictor de la verdad que ante cualquier declaraci¨®n de un candidato permitir¨¢ al internauta clicar un icono para saber si lo que dice es cierto o falso gracias a un complejo manejo de bases de datos por parte de la m¨¢quina. Para este chequeo ya existen en Internet herramientas m¨¢s humildes como la espa?ola Lo prometido es deuda, que recoge y archiva las promesas de campa?a para que el internauta pueda tener un recordatorio f¨¢cil de los compromisos y... pedir explicaciones
Trippi, en su libro, reduce el papel de la televisi¨®n: "Es grande para ver Ley y orden, pero no es buena para hacer leyes y mantener el orden". Pero la convergencia de las pantallas puede corregir esta profec¨ªa. En julio y noviembre del a?o pasado, la cadena CNN y YouTube organizaron sendos debates con los candidatos dem¨®cratas y republicanos a las primarias. Las preguntas se enviaban en v¨ªdeo a YouTube y se respondieron en directo en una sesi¨®n televisada. Despu¨¦s, en YouTube, los internautas analizaban las respuestas... Varias televisiones en Espa?a han importado la f¨®rmula para esta campa?a.
El 58% de los internautas espa?oles tiene menos de 35 a?os. Los j¨®venes de entre 16 y 24 a?os, adem¨¢s, dedican un 22% m¨¢s de su tiempo a navegar por Internet que a ver la televisi¨®n. Es l¨®gico, pues, que los partidos piensen en Internet como una granja de este dif¨ªcil voto, pero se equivocar¨¢n si s¨®lo trasladan las astucias de la mercadotecnia pol¨ªtica existente. En Estados Unidos hay una muy amplia literatura que aplica el concepto de open source (c¨®digo abierto) a la din¨¢mica pol¨ªtica. Con distinto grado de euforia y realismo sobre su alcance, trasladan la filosof¨ªa de este movimiento del software a la pol¨ªtica. El open source consiste en programas de c¨®digo abierto, accesible, que cualquier voluntario puede modificar, corregir los errores, aprovechar y revertir a la comunidad. Un detalle importante: para corregir un c¨®digo no basta con consumir inform¨¢tica hay que saber algo, o mucho, de sus tripas algor¨ªtmicas. En pol¨ªtica supondr¨ªa un modelo participativo que combatir¨ªa, en palabras de Micah Sifry, las organizaciones egoc¨¦ntricas a favor de una pr¨¢ctica pol¨ªtica en Red, m¨¢s participativa. Veremos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.