Asesinos con placa en la favela
'Tropa de ¨¦lite', del brasile?o Jos¨¦ Padilha, enfrenta a criminales y polic¨ªas en R¨ªo de Janeiro durante los d¨ªas previos a una visita del Papa en 1997
Fernando Meirelles nos hab¨ªa contado en la terror¨ªfica Ciudad de Dios que la vida no val¨ªa nada en las favelas de Brasil, que el que controla el narcotr¨¢fico es el ¨²nico rey en esa selva humana que se rige con leyes b¨¢rbaras, que los ni?os aprenden a matar con naturalidad helada. En Tropa de ¨¦lite, Jos¨¦ Padilha retrata con efectos devastadores el otro lado de la moneda, la metodolog¨ªa salvaje y la absoluta impunidad de la polic¨ªa que tiene la misi¨®n de reprimir a esa delincuencia al por mayor e inacabable.
La raz¨®n de que los altos mandos decidan enviar a un grupo de ¨¦lite para sanear provisionalmente la m¨¢s peligrosa favela de R¨ªo de Janeiro obedece como casi siempre a una raz¨®n de imagen, a una raz¨®n pol¨ªtica. En el a?o 1997 el Papa ha decidido hacer una hist¨®rica y apost¨®lica visita a R¨ªo, y por lo tanto hay que tapar la mierda, acallar durante tan trascendentes d¨ªas esa violencia infernal, enga?ar al mundo con el anverso m¨¢s tranquilizador de Brasil.
Padilha nos confirma que no hay salida para las dudas ¨¦ticas
La alemana Doris D?rrie sorprende con una cr¨®nica agridulce
Padilha describe con pulso, realismo y clima un universo legitimado que da tanto miedo o m¨¢s como la criminalidad a la que deben combatir. Nos asegura con buen cine que la corrupci¨®n generalizada es la moneda de cambio en la que est¨¢n enfangados los guardianes de la ley, gente que practica sistem¨¢ticamente la tortura y el asesinato selectivo o indiscriminado sin tener que dar cuentas a ning¨²n tribunal. Su denuncia insiste en que en esa sociedad ferozmente desigual todo cristo le saca provecho econ¨®mico a las sustancias prohibidas, desde el lumpen a la pasma, desde los pol¨ªticos a los ni?atos de la burgues¨ªa ilustrada que desarrollan sus inquietudes sociales entre el submundo de los parias.
No lo hace de forma maniquea. Aparecen polic¨ªas j¨®venes e idealistas que aspiran a cambiar el estado de las cosas y a que la legalidad se cumpla. Tambi¨¦n un jefe de esta guardia pretoriana al servicio del poder que atraviesa una autodestructiva crisis de identidad por llevar demasiado tiempo asumiendo las heces y practicando la violencia sin l¨ªmite que le imponen cotidianamente desde arriba. Pero Padilha nos confirma que no hay salida para las dudas ¨¦ticas, que el sistema lo tiene todo atado y bien atado, que la supervivencia va aparejada al embrutecimiento moral. Es una pel¨ªcula tan dura como cre¨ªble, que destila pesimismo con causa, y con la inequ¨ªvoca sensaci¨®n de que sabe de lo que est¨¢ hablando, de una guerra en la que ninguno de los bandos es inocente, en la que la agresividad es el arma del represor y del reprimido.
El cine alem¨¢n, al que cre¨ªamos cad¨¢ver desde que a Wim Wenders se le agotara la inspiraci¨®n hace un mill¨®n de a?os, ha resucitado en los ¨²ltimos tiempos con pel¨ªculas tan apreciables como Goodbye, Lenin!, Contra la pared, Verano en Berl¨ªn y La vida de los otros. A pesar de tan golosas referencias teutonas nada hac¨ªa presagiar que la directora alemana Doris D?rrie realizara una pel¨ªcula aceptable, ya que salvando la graciosa, inteligente y muy lejana Hombres, hombres todo lo que ha filmado despu¨¦s invitaba a la deserci¨®n o al ronquido.
Pero sorprendentemente Cherry Blossoms-Hanami, cr¨®nica agridulce y con aliento l¨ªrico sobre la odisea interior de un melanc¨®lico y desconsolado viudo que visita a un hijo que vive en Jap¨®n, se deja ver y o¨ªr, tiene cierto encanto, transmite con naturalidad y ternura el desconcierto, la soledad y la intemperie de este pueblerino b¨¢varo en un mundo que le resulta amenazante y absurdo y en el que acabar¨¢ encontrando respuesta a sus dolorosos interrogantes sobre s¨ª mismo y sobre los enigmas y anhelos de su desaparecida esposa.
Asocio el cine del exc¨¦ntricamente mitificado director de Hong Kong, Johnnie To, a la ca?a dura, a la violencia extrema y machacante, al cine de g¨¢nsteres en chino. Nunca he entendido sus argumentos ni a sus personajes, y tampoco he sabido apreciar el arte que le atribuye tanto moderno perspicaz. En Sparrows es la primera vez en las pel¨ªculas que he sufrido de este hombre en la que deja de amontonar cad¨¢veres para intentar ponerse juguet¨®n, estupendo y comediante, narrando la historia de un grupo de carteristas a los que seduce una zumbada pretendidamente fascinante. Pues sigo sin pillarle el talento a este To que ha abandonado la sanguinolencia y la negrura para intentar ser divertido y surrealista.
Lo ¨²nico agradecible de Sparrows es que s¨®lo dure 85 minutos, metraje que es casi imposible encontrar en el cine actual. Y si hubiera dejado su luminosa idea en un cortometraje todav¨ªa hubiera sido mejor.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.