Inga Nielsen, soprano danesa
Int¨¦rprete de obras desde Mozart a Strauss, destac¨® por su extraordinaria capacidad teatral
Hoy que la ¨®pera pide a los cantantes que se impliquen a fondo en lo que de teatral tiene el espect¨¢culo, figuras como las de la soprano danesa Inga Nielsen, desaparecida la madrugada del lunes en el hospital Gentofte de Copenhague a consecuencia de un c¨¢ncer, hac¨ªan m¨¢s falta que nunca. Ten¨ªa s¨®lo 61 a?os, que es una edad en la que si la voz puede manifestar el desgaste del tiempo, la presencia esc¨¦nica representa un valor a?adido y una lecci¨®n para los m¨¢s j¨®venes. Lo mismo podr¨ªa decir su marido, el bar¨ªtono Robert Hale, un gran int¨¦rprete wagneriano con el que hab¨ªa coincidido muchas veces en escena, ella como Tosca y ¨¦l como Scarpia, o como Salom¨¦ y Jokana¨¢n, por lo que, como dec¨ªa con sentido del humor: "he tenido la oportunidad de matarle muchas veces".
Inga Nielsen hab¨ªa nacido en Holbaek, cerca de la capital danesa, en 1946, pero cuando ten¨ªa tres a?os la familia se traslad¨® a Iowa, en Estados Unidos. A los seis ya era una ni?a prodigio y a los nueve grababa su primer disco con canciones navide?as de su pa¨ªs de origen. A los siete se hab¨ªa encontrado con la gran soprano austriaca Hilde G¨¹den, en gira americana, quien le pronostic¨® un futuro triunfal. Los padres atendieron el consejo de la diva y volvieron a Europa para que su hija estudiara seriamente en Viena con el gran tenor Anton Dermota, despu¨¦s en Stuttgart, con la mism¨ªsima G¨¹den y finalmente en Budapest con Julia Hamari.
En 1971 debutaba en la opereta de Mill?cker El pr¨ªncipe mendigo, lo que quiere decir que comenz¨® en papeles de soubrette antes de ir evolucionando hacia roles m¨¢s pesados. Su voz fue cambiando mientras se encontraba con directores de orquesta como Christoph von Dohn¨¢nyi, en la ?pera de Frankfurt -una ¨¦poca que ella consider¨® siempre como crucial en su desarrollo-, y Riccardo Muti, que ser¨ªan decisivos en la evoluci¨®n de su carrera. La consagraci¨®n le llegar¨ªa con la Constanze de El rapto en el serrallo, de Mozart, que dirigir¨ªa Georg Solti en Salzburgo en 1987 y, sobre todo, con la Salom¨¦ straussiana que debutar¨ªa en Z¨²rich en 1993, repetir¨ªa en Leipzig en la producci¨®n de Nikolaus Lenhoff y grabar¨ªa en 1999. En 2004 ser¨ªa Chrysothemis en Elektra -otra vez Strauss- en Oviedo, firmando una interpretaci¨®n que se recordar¨¢ siempre en la capital del Principado.
Pero para ella el papel m¨¢s dif¨ªcil era el de la Mujer en Erwartung, de Arnold Schoenberg, que cant¨® por vez primera en Cincinnati en 2001, que trataba de encarar como una consecuencia plenamente expresionista de la Salom¨¦ que entonces dominaba y que repetir¨ªa en Londres en la misma velada en la que ofreci¨®, en la primera parte, El castillo de Barbazul, de B¨¦la Bart¨®k. Antes se hab¨ªa presentado, en el mismo Covent Garden, con la ?rsula de Mat¨ªas el pintor, de Hindemith en la producci¨®n de Peter Sellars. Eran, en buena medida y junto a la Jenny de Mahagonny, de Kurt Weill, sus papeles favoritos, esos en los que no basta con cantar -y de qu¨¦ manera hay que hacerlo- sino que piden un plus interpretativo s¨®lo al alcance de unas pocas.
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