No es la hamburguesa, ni?os, es el deporte
Aumentar la educaci¨®n f¨ªsica es m¨¢s eficaz para combatir la obesidad infantil que cambiar los h¨¢bitos alimenticios - Cinco horas de ejercicio a la semana servir¨ªan para frenar la pandemia
Los ni?os engordan no porque se hinchen a comida basura, una dieta hiperproteica, hipergrasienta e hipercal¨®rica que hacen descender al hinchado est¨®mago con bebidas azucaradas carbonatadas (o no s¨®lo), sino porque no se mueven, porque con la poca educaci¨®n f¨ªsica del colegio, la ¨²nica actividad para muchos, no pueden combatir la sobredosis cal¨®rica.
La soluci¨®n, pues, no es la dieta. Numerosos estudios han advertido de la poca eficacia que tienen las modificaciones nutricionales en la disminuci¨®n de la obesidad a medio plazo, e incluso son cuestionadas en periodos de crecimiento cr¨ªtico.
La obesidad infantil es una pandemia en el mundo desarrollado
Seg¨²n Sanidad, el 13,9% de los espa?oles de entre 2 y 24 a?os es obeso
Las clases de gimnasia a veces son m¨¢s te¨®ricas que pr¨¢cticas
El sobrepeso se asocia a la diabetes y a la resistencia a la insulina
Los alumnos est¨¢n acostumbrados a que nadie les exija un esfuerzo
Dicen que est¨¢n agotados aunque s¨®lo est¨¦n al 70% de su capacidad
"La escasa actividad f¨ªsica y deportiva escolar genera, m¨¢s que la mala alimentaci¨®n, sobrepeso, obesidad infantil y riesgo de s¨ªndrome metab¨®lico", dice Gerardo Villa, m¨¦dico del deporte y profesor en la Universidad de Le¨®n, que acaba de ser distinguido con el Premio Nacional de Investigaci¨®n en medicina del deporte por un trabajo sobre el asunto. "Investigu¨¦ con chavales de 11 a 13 a?os", dice Villa. "Los divid¨ª entre sedentarios (los que no hac¨ªan m¨¢s ejercicio semanalmente que las dos horas obligatorias de educaci¨®n f¨ªsica), activos (cinco horas semanales) y deportistas (los que practicaban deporte federado y compet¨ªan: m¨¢s de siete horas semanales de actividad f¨ªsica). Los tres grupos comieron la misma comida del comedor escolar, que les aportaba diariamente entre 2.000 y 2.100 calor¨ªas, hipercal¨®rica, porque supera las 1.800 calor¨ªas recomendadas. A las cuatro semanas, los que realizaron cinco horas de ejercicio f¨ªsico, a la misma intensidad moderada, con un gasto energ¨¦tico de unas 200 calor¨ªas por sesi¨®n, mejoraron sus indicadores de presi¨®n arterial, peso, ¨ªndice de masa corporal y, significativamente, redujeron la resistencia a la insulina".
Luis Arranz, profesor de gimnasia en un instituto de Salamanca, recuerda que cuando ¨¦l era chaval, hace no tanto, en clase hab¨ªa un gordito y un gafotas, que muchas veces era el mismo. "Y, en cambio, ahora, entre mis alumnos de 14 a?os, hay m¨¢s y m¨¢s obesos", dice Arranz, que imparte educaci¨®n f¨ªsica a alumnos de ESO en el Mart¨ªnez Uribarri.
No es nada nuevo lo que cuenta Arranz. La obesidad infantil es una pandemia en el mundo desarrollado. Los colegios han desarrollado un papel clave en la provisi¨®n de ejercicio f¨ªsico a j¨®venes y ni?os, y no s¨®lo por las clases obligatorias. Hasta hace poco, los ni?os iban andando o en bicicleta al colegio, y los recreos eran pura expresi¨®n de energ¨ªa y juegos activos. Pero los ni?os van ahora en coche o en autob¨²s -no hay tiempo para ir andando y s¨ª miedo de dejarlos solos, o en bicicleta-, y en los recreos juegan, sentados, con la gameboy.
En Estados Unidos s¨®lo un tercio de los desplazamientos a escuelas situadas a un kil¨®metro y medio (o menos) se hacen a pie o en bici, y ese porcentaje desciende al 3% cuando el colegio dista tres kil¨®metros o m¨¢s. Los ni?os son m¨¢s activos que los adultos, pero su grado de actividad f¨ªsica declina seg¨²n se acercan a la adolescencia.
Seg¨²n datos del Ministerio de Sanidad, un 13,9% de la poblaci¨®n de entre 2 y 24 a?os sufre obesidad (su ¨ªndice de masa corporal, medida que toma en cuenta peso y altura, es igual o superior al 95% del percentil que le corresponde), y un 26,3%, sobrepeso (85% del percentil).
En un informe de P¨¢l Schmitt, eurodiputado popular y ex campe¨®n ol¨ªmpico h¨²ngaro, para el Parlamento Europeo, se se?ala que el n¨²mero de ni?os que sufren obesidad o sobrepeso en Europa aumenta cada a?o en m¨¢s de 400.000, que se suman a los tres millones de ni?os obesos que hay en la actualidad. Uno de cada cuatro menores padece sobrepeso en Europa. Su causa principal no es tanto una dieta rica en calor¨ªas como la falta de actividad f¨ªsica: los ni?os no comen m¨¢s, se mueven menos. "Mientras la obesidad aumenta, disminuye el n¨²mero de horas dedicadas a la educaci¨®n f¨ªsica en los colegios", concluye Schmitt, quien, en sinton¨ªa con Villa, propugna m¨¢s horas de educaci¨®n f¨ªsica obligatoria.
El problema no es est¨¦tico. La preocupaci¨®n no es s¨®lo la corona de grasa que adorna los abd¨®menes de cada vez m¨¢s ni?os y ni?as. "La obesidad es una pandemia que se asocia a diabetes mellitus tipo 2 y a s¨ªndrome metab¨®lico o de resistencia a la insulina, el cual recientemente ha comenzado a describirse en ni?os obesos", explica Villa. "Este s¨ªndrome se define como un conjunto de alteraciones asociadas a un elevado riesgo de padecer enfermedad cardiovascular y diabetes. En Espa?a, su prevalencia en ni?os y adolescentes obesos es del 18%".
Todo lo malo empez¨®, quiz¨¢s, hace 12.000 a?os.
Hace 45.000 a?os, el primer homo sapiens anat¨®micamente moderno era cazador-recolector. Fuerte, fino, fibroso, se alimentaban de la carne que cazaba el hombre y de los vegetales que recog¨ªan las mujeres. No consum¨ªa m¨¢s de lo que su cuerpo le ped¨ªa: prote¨ªnas, vitaminas, poca grasa, mucho ejercicio f¨ªsico. Viv¨ªa en un hermoso equilibrio fisiol¨®gico que depend¨ªa obligatoriamente del movimiento. Hace 12.000 a?os, sin embargo, la humanidad, por necesidad, por la sequ¨ªa, por el agotamiento de la caza, por el crecimiento de la poblaci¨®n, se embarc¨® en un experimento llamado agricultura, y ni el ser humano ni el planeta se han recuperado a¨²n. La agricultura trajo consigo una explosi¨®n demogr¨¢fica, d¨¦ficit de prote¨ªnas y vitaminas, exceso de calor¨ªas, nuevas enfermedades y deforestaci¨®n.
La altura media de la poblaci¨®n descendi¨® varios cent¨ªmetros, perdieron m¨²sculo, ganaron grasa. Su cuerpo se resinti¨® del duro trabajo agr¨ªcola. Los dientes se les pudr¨ªan por la deficiente alimentaci¨®n. Los animales domesticados les contagiaron enfermedades desconocidas.
La discordancia entre la rutina de inactividad de la sociedad sedentaria y el movimiento de nuestros ancestros cazadores-recolectores est¨¢ detr¨¢s de una gran variedad de enfermedades degenerativas cr¨®nicas que afectan al hombre contempor¨¢neo. El homo sapiens cazador-recolector, donde qued¨® fijada la fisiolog¨ªa del ser humano, ten¨ªa un gasto energ¨¦tico diario de 2.889 kilocalor¨ªas (1.605 para el metabolismo en reposo, 1.285 para actividad f¨ªsica). Pesaba unos 57 kilos, por lo que su gasto energ¨¦tico en actividad f¨ªsica llegaba a ser de 25 kilocalor¨ªas por kilo y por d¨ªa. Un oficinista del siglo XXI gasta 2.000, de las cuales s¨®lo 306 son producto de la actividad f¨ªsica diaria, unas m¨ªseras 4,4 kilocalor¨ªas por kilo y por d¨ªa. Para igualar el gasto de los cazadores recolectores, y calcul¨¢ndole un peso medio de 70 kilos, el hombre actual deber¨ªa correr diariamente 12,1 kil¨®metros durante una hora, lo que equivale a un gasto de 888 kilocalor¨ªas.
Aunque los estilos de vida han cambiado casi inconcebiblemente desde la revoluci¨®n agr¨ªcola y la m¨¢s reciente revoluci¨®n industrial, nuestras capacidades, limitaciones y necesidades f¨ªsicas siguen siendo las mismas que las determinadas por la selecci¨®n natural en nuestros ancestros de la edad de piedra. Cuanto m¨¢s nos alejemos de ellas, m¨¢s enfermedad y disfunci¨®n nos esperan.
En un estudio longitudinal de Jos¨¦ Antonio Calbet en Gran Canaria, se muestra c¨®mo los ni?os que practicaron deporte extraescolar durante tres horas a la semana los tres a?os del estudio incrementaron su masa corporal en menor medida que los que no. Todos los sujetos que participaron en el estudio comieron libremente durante los tres a?os que dur¨®. Ambos grupos ten¨ªan edades, pesos, alturas e ¨ªndice de masa corporal similares. Tambi¨¦n eran similares las circunferencias corporales, excepto las caderas y la cintura, mayores en los que no practicaron deporte extraescolar. Incluso en los f¨ªsicamente activos, la grasa iliaca y abdominal tend¨ªa a disminuir, mientras crec¨ªa en los otros.
"Fui a una clase de gimnasia de mi hija y tocaba aprender voleibol. En toda la hora no se movi¨® de su sitio. Las clases de educaci¨®n f¨ªsica escolar son insuficientes en duraci¨®n, frecuencia e intensidad para impedir la tendencia al sobrepeso, obesidad y resistencia a la insulina", recalca Villa. "Multiplicar por 2-3 veces tanto su frecuencia como intensidad es un factor per se efectivo para combatir la obesidad infantil y evitar el s¨ªndrome metab¨®lico y sus riesgos cardiovasculares".
El diagn¨®stico lo comparte Jos¨¦ Mar¨ªa Odriozola, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo, preocupado por la escasez de vocaciones entre j¨®venes que sufre su disciplina. "La mayor¨ªa de los j¨®venes no sabe ni que existe este deporte, quiz¨¢s porque su profesor ha dejado de dar atletismo o porque le gusta s¨®lo dar clases te¨®ricas, lo que es tambi¨¦n muy frecuente", dice Odriozola. "Les sienta y les explica el reglamento del baloncesto en vez de coger un bal¨®n y tirar a canasta. Y se ha perdido el gusto por sudar. A m¨ª de peque?o y a mis amigos nos gustaba estar todo el d¨ªa corriendo, practicando todos los deportes. Acab¨¢bamos derrengados, pero era una satisfacci¨®n". "Es verdad, damos mucha teor¨ªa y poca pr¨¢ctica", reconoce Arranz, que pinta un panorama desolador. "Son clases poco intensas porque los chavales se quejan enseguida y los padres protestan si les exigimos. Aparte de que en mi instituto no tenemos instalaciones deportivas apenas y no hay ni espacio donde correr. La clase en teor¨ªa son 50 minutos, pero los chicos se encargan de recortarla remoloneando para llegar... Hago la clase todo lo divertida que puedo, pero la programaci¨®n obliga a ense?ar los fundamentos de varios deportes. "Est¨¢n acostumbrados", a?ade Arranz, "a que nadie les exija un esfuerzo, y cuando lo hacen lo confunden con agotamiento. En cuanto les cuesta hacer algo dicen que est¨¢n agotados, aunque s¨®lo est¨¦n a 140 pulsaciones, que es el 70% de su capacidad. Y luego, al d¨ªa siguiente, vienen con una nota de sus padres para que les exima de la clase porque tienen agujetas. Una hora de actividad a 120-140 pulsaciones son unas 200 calor¨ªas. Si lo hici¨¦ramos con la intensidad l¨®gica ser¨ªan 60 m¨¢s, con lo que con dos a la semana lograr¨ªamos los objetivos".
"Incrementar las horas de educaci¨®n f¨ªsica hasta cinco a la semana es la mejor estrategia para prevenir o tratar la obesidad infantil", repite Villa. "Un enfoque sanitario m¨¦dico-deportivo (control del gasto energ¨¦tico propio de cada actividad f¨ªsica deportiva) podr¨ªa resultar esencial para controlar y acotar la epidemia. En este sentido se deber¨ªa integrar al m¨¦dico del deporte en equipos multidisciplinares de trabajo, en los que adem¨¢s hubiera control nutricional".
M¨¢s clases, mejores, s¨ª, pero c¨®mo. "El n¨²mero de horas lectivas de gimnasia es complejo", dice Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, dependiente del Ministerio de Educaci¨®n. "Espa?a tiene mucho horario escolar. Ingl¨¦s, inform¨¢tica, lengua... Y el concepto de mar¨ªa de la educaci¨®n f¨ªsica sigue estando ah¨ª".
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