Historia de dos estrategias
Durante las semanas transcurridas desde el inicio de las primarias estadounidenses en Iowa, la guerra de Irak y la econom¨ªa han venido rivalizando por constituirse en elementos definitorios de la campa?a. Si el resultado del supermartes nos dice algo, ya que no ha logrado determinar qu¨¦ dos candidatos se enfrentar¨¢n en noviembre, es que la cuesti¨®n de la "elegibilidad" est¨¢ ahora en primer plano. Y en ning¨²n lugar se aprecia con m¨¢s claridad este asunto que en la pugna entre los dem¨®cratas.
Aunque gran parte de los medios la presenta como un combate entre personalidades, en el fondo, ser¨ªa mejor calificar las primarias dem¨®cratas como una historia de dos estrategias.
Durante gran parte de 2007, Hillary Clinton pareci¨® la candidata inevitable, dejando muy por detr¨¢s a todos sus contrincantes en las encuestas. Sin embargo, desde el principio, dem¨®cratas veteranos plantearon dudas respecto a su capacidad para hacerse con el pa¨ªs. A pesar de los grandes apoyos con que cuenta dentro del partido, muchos han se?alado que Clinton es una personalidad demasiado pol¨¦mica para ganar la presidencia. Como su delantera entre los posibles aspirantes dem¨®cratas parec¨ªa insalvable, su campa?a se centr¨® m¨¢s en situarla con vistas a las elecciones presidenciales que en que ganara las primarias. Su estrategia, articulada en torno a su competencia y experiencia pol¨ªticas, se ha basado en la creaci¨®n de mayor¨ªas que, centr¨¢ndose en pol¨ªticas concretas, se atrajeran a votantes independientes y conservadores. Es algo que encaja perfectamente con su perfil en el Senado, ya que se asienta en el rasgo que ha caracterizado su pr¨¢ctica en la C¨¢mara, es decir, en el impulso constante que ha dado a pol¨ªticas que tuvieran apoyos en ambos partidos.
Hillary Clinton tal vez sea demasiado pol¨¦mica para ganar la Casa Blanca
Obama propone optimismo y renovaci¨®n, como Blair en 1997
Las cuestiones relativas a la elegibilidad tambi¨¦n han perseguido a Barack Obama, sobre todo entre quienes no ven claro que los estadounidenses est¨¦n listos para elegir a un presidente negro. A pesar de gran parte de la cobertura medi¨¢tica, las encuestas apuntan que entre la poblaci¨®n son m¨¢s los que se sentir¨ªan c¨®modos votando por un presidente negro que por una presidenta. Con todo, desde el principio, los partidarios de Obama han puesto un gran empe?o en evitar que su candidato fuera caracterizado de ese modo, y con raz¨®n. No s¨®lo Obama es de origen racial mixto, ya que es hijo de padre negro keniano y de madre blanca de Kansas, sino que pas¨® gran parte de sus a?os de formaci¨®n en Hawai. En consecuencia, no ha estado expuesto a una pr¨¢ctica pol¨ªtica tan imbuida de la lucha por los derechos civiles como la que forj¨® a personalidades como Al Sharpton y Jesse Jackson. Si acaso, teniendo en cuenta la nacionalidad de su padre y su educaci¨®n, ser¨ªa m¨¢s preciso calificar a Obama de primer aspirante a presidente "inmigrante-estadounidense".
En este sentido, el esp¨ªritu de esperanza y de cambio radical que define la campa?a de Obama encaja perfectamente con su propia historia personal, que constituye una reformulaci¨®n actualizada del sue?o americano que en su d¨ªa atrajo a tantas personas hacia las costas de Estados Unidos.
El tema central de su estrategia es su grandioso mensaje de esperanza y cambio nacional, que pide a la gente que vaya m¨¢s all¨¢ de su propio inter¨¦s personal y de su filiaci¨®n pol¨ªtica para alcanzar el bien com¨²n. Depende menos de la competencia y la experiencia pol¨ªticas -raz¨®n por la cual a veces Obama parece inc¨®modo al debatir con Clinton pormenores concretos- y m¨¢s de su capacidad para infundir optimismo y esperanza en el futuro, y desde luego de la de granjearse los votos de los m¨¢s j¨®venes.
Sin embargo, la pregunta que el supermartes dej¨® sin respuesta es cu¨¢l de esas dos estrategias terminar¨¢ teniendo m¨¢s ¨¦xito o resultar¨¢ m¨¢s convincente.
En la otra orilla del Atl¨¢ntico, la campa?a de Clinton recuerda a la encabezada por Tony Blair en 2005. Durante toda esa contienda electoral, lo que preocup¨® a los estrategas del Nuevo Laborismo fue que los votantes desilusionados con Irak abandonaran al partido. Las encuestas se centraron en identificar "cu?as pol¨ªticas" susceptibles de recabar el apoyo de grupos vulnerables, y de aprovechar lo que Mark Penn, principal analista de opini¨®n de Hillary Clinton, califica de las "microtendencias" que conforman la pol¨ªtica actual.
Esta estrategia "micro", carente de una gran visi¨®n de conjunto y de un razonamiento global sobre el tercer gobierno del Nuevo Laborismo, fue acompa?ada de un mensaje que insist¨ªa en la competencia y la experiencia.
La campa?a de Obama, por su parte, tiene muchos m¨¢s elementos en com¨²n con la que, gracias a una victoria abrumadora, llev¨® al poder al Nuevo Laborismo en 1997. Fue tambi¨¦n ¨¦sta una campa?a definida por una actitud optimista y de renovaci¨®n nacional, encarnada entonces en la personalidad del joven Tony Blair.
Obama, de forma muy similar a Blair, tambi¨¦n parece tener m¨¢s aceptaci¨®n entre los votantes independientes que entre los fieles a su partido. Por desgracia, su candidatura, al cobrar impulso, podr¨ªa empaparse de una creciente oleada de expectativas poco realistas, como le ocurri¨® a Blair. Si ganara la nominaci¨®n y despu¨¦s la presidencia, lo m¨¢s probable es que su liderazgo generara una decepci¨®n similar.
Si podemos sacar ense?anzas de la experiencia del Nuevo Laborismo, y si la historia se repite, cabr¨ªa esperar la victoria del optimismo. La atenci¨®n a las pol¨ªticas y las "microestrategias" parece m¨¢s apropiada para reparar que para construir grandes mayor¨ªas. Sin embargo, el mundo actual es muy diferente al de hace una d¨¦cada, cuando el Nuevo Laborismo lleg¨® arrolladoramente al poder, y despu¨¦s de ocho a?os de fracaso gubernamental, los estadounidenses podr¨ªan decantarse m¨¢s por la experiencia y la competencia que por la esperanza y la inspiraci¨®n. Es una pena que ninguno de los candidatos dem¨®cratas parezca dispuesto, por ahora, a ofrecer a los votantes las dos cosas a la vez.
Al final, el que rompa con su estrategia y demuestre coraje suficiente para combinar la esperanza y la experiencia, la inspiraci¨®n y la confianza, ser¨ªa el que tendr¨ªa que hacerse con la nominaci¨®n y con el pa¨ªs.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
Matt Browne es uno de los directores de la asesor¨ªa de comunicaciones mundial APCO Worldwid. Anteriormente dirigi¨® Policy Network, el laboratorio de ideas fundado con el aval de Bill Clinton y Tony Blair.
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