Oscura claridad
Oscura claridad, desconcierto, perplejidad. Definitivamente creo haber resuelto, a t¨ªtulo individual, el dilema planteado en su d¨ªa por El Roto: no es que lo tenga todo cada vez m¨¢s claro sino que estoy confundido a un nivel superior. En un mar de dudas, s¨®lo tengo -m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito estrictamente personal- un deseo, una certeza y una esperanza. Dejemos la esperanza para el final.
El deseo tiene fecha de caducidad: 9-M. Conf¨ªo en que la colaboraci¨®n de los obispos, la incursi¨®n de la Conferencia Episcopal en la campa?a electoral recomendando el voto, la defenestraci¨®n de Gallard¨®n, la arrogancia de Esperanza Aguirre y de Lamela en el caso Legan¨¦s, las apariciones de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, la confianza que desprenden los Acebes y Zaplanas y el impecable estilo de nuestros gobernantes colaboren a hacer efectivo una vez m¨¢s el voto ¨²til. Sobre el Gobierno de Espa?a caben dudas y discrepancias y la adversa deriva de la econom¨ªa -com¨²n a todas las econom¨ªas de la OCDE- no ayuda al Gobierno de Zapatero. Pero es necesario, bueno y saludable que el PP haga su traves¨ªa por el desierto, que este contin¨²e siendo un Estado laico y tolerante y que la derecha aprenda que la libertad no consiste en que todos hagamos lo que la Conferencia Episcopal, la COPE o El Mundo quisieran.
La pega es que nuestra izquierda no genera l¨ªderes, tal vez porque hay que limpiar la casa
La certeza tiene forma de estad¨ªsticas, fotos y percepci¨®n de la realidad y se refiere, como es l¨®gico, al ¨¢mbito m¨¢s conocido y sufrido: el Pa¨ªs Valenciano. Certeza de que las cosas son mejorables, por mucho que los discursos oficiales edulcoren el mensaje y sigan confundiendo la informaci¨®n con la propaganda. Todos los indicadores disponibles y fiables nos dan un perfil que solo pueden negar iletrados o malintencionados. Estamos -en casi todo- en la media o por debajo de la media y, si tenemos en cuenta que Espa?a dista mucho de ser el para¨ªso, la situaci¨®n es cuando menos preocupante. En productividad, en I+D, en cohesi¨®n social, en salud y atenci¨®n a las minusval¨ªas, en educaci¨®n... Y refugiarse en aquello de que en todas partes cuecen habas es mala pr¨¢ctica.
El paro aument¨® en el Pa¨ªs Valenciano por encima de la media espa?ola, como era de esperar a la vista de la excesiva especializaci¨®n en el ladrillo en la ¨²ltima d¨¦cada. Seguimos siendo l¨ªderes en deuda per c¨¢pita y nadie frena la sangr¨ªa de CACSA, CIEGSA o Canal 9 por poner tres ejemplos. Por puro oportunismo pol¨ªtico obstaculizamos la aplicaci¨®n de pol¨ªticas estatales de dependencia o vivienda. El ciclo inmobiliario est¨¢ en fase de ca¨ªda libre pero seguimos aprobando PAI (Manhattan de Cullera, Rabassa y tanti altri...).
La pol¨ªtica econ¨®mica y territorial, muy bien gracias. Ni existen ni se les espera. La primera -imposible de detectar- bien har¨ªa en tomar buena nota de la reflexi¨®n de Jordi Palafox: no debemos volver a "confiar" en el sector inmobiliario (al que se intenta reanimar a golpe de VPO pagadas por todos) ni es sensato optar por una reindustrializaci¨®n con los par¨¢metros de los ochenta. Se requiere m¨¢s imaginaci¨®n. Por lo que se refiere a la segunda -la pol¨ªtica territorial- la mara?a de legislaci¨®n aprobada (con m¨¢s de un contencioso con la Uni¨®n Europea) no impide percatarse de que desde que Zaplana tom¨® asiento en la plaza de Manises en 1995, el PP ha sido incapaz de establecer directrices territoriales claras y sensatas. En la opacidad se vive mejor. Seguimos confiando en que la pol¨ªtica de iconos, fetiches y eventos -en expresi¨®n de Jos¨¦ Miguel Iribas- nos redima de nuestros males pero somos incapaces de aprovechar el "tir¨®n" de los eventos y ello nos obliga a una b¨²squeda incesante de nuevas oportunidades para ejercer de escaparate. Esta es mi triste certeza y dudo que sea fruto de una inoportuna pesadilla.
Es cierto que la sociedad es m¨¢s compleja y que necesitamos nuevos an¨¢lisis y propuestas. Paco Mu?oz dir¨ªa aquello de Qu¨¨ vos passa valencians? Yo me limito a constatar que algo no cuadra, algo falla, que probablemente no ¨¦ramos tan de izquierdas como parec¨ªa pero tampoco somos tan de derechas como dicen las urnas.
La tentaci¨®n es demasiado fuerte. Quiz¨¢ explique bastante m¨¢s de lo que parece una sencilla hip¨®tesis: el fracaso estrepitoso de la izquierda valenciana. Hasta el 9-M la partida es otra, pero p¨¢nico me da el post 9-M dando por descontado que el PP fracasar¨¢ en su asalto a la Moncloa. ?Hay alguien ah¨ª? Una gestora con perfil plano presidida por un agente activo de la devastaci¨®n, una Esquerra Unida en los tribunales... La cosa viene de lejos y merecer¨ªa un an¨¢lisis m¨¢s sosegado. Pero, precisamente, cuando la derecha valenciana pierde fuelle, cuando los mensajes suenan cada vez m¨¢s hueros, cuando la realidad virtual que venden no consigue desplazar la tozuda presencia del estado del malestar y cuando Camps nos intenta vertebrar recurriendo a la iconograf¨ªa medieval valenciana, se echan en falta alternativas concretas y viables.
Y aqu¨ª paso de la certeza a la esperanza. Ya hace alg¨²n tiempo que Daniel Innerarity escribi¨® en EL PA?S que mientras hist¨®ricamente la izquierda siempre hab¨ªa sembrado esperanza, en los ¨²ltimos tiempos predominaba el esp¨ªritu de resistencia a las agresivas propuestas de una derecha que hab¨ªa aprendido a ocupar la calle y a colgar a la izquierda el sanbenito de aguafiestas, antigua y retr¨®grada. Chapeau. La izquierda -al menos la valenciana- necesita como agua de mayo l¨ªderes positivos, que no abdiquen de la responsabilidad de la esperanza, que transmitan que otra sociedad es posible y deseable, que no est¨¦n siempre a la defensiva, que consigan cambiar el salvem por un I have a dream, realista y renovado. Las palabras de Edward M. Kennedy son -desde la distancia geogr¨¢fica y social- de considerable utilidad: "Solo podemos alcanzar nuestras metas si no somos mezquinos cuando nuestra causa es tan grande, si encontramos la forma de superar las ideas rancias, si sustituimos la pol¨ªtica del miedo por la de la esperanza y si tenemos el valor de escoger el cambio".
La pega es que nuestra izquierda no genera l¨ªderes, tal vez porque hay que limpiar la casa y abrir las ventanas. Pero es imposible combatir el escepticismo con una continuada decepci¨®n. Una derecha retr¨®grada y una izquierda acomodaticia y pusil¨¢nime son los mejores ingredientes para que, desgraciadamente, tengan vigor y actualidad las ¨¢cidas reflexiones de Amadeu Fabregat: El pret¨¦rit forneix Val¨¨ncia de gl¨°ria dom¨¨stica, l'¨²nica possible, perque l'¨¨pica, amb la seua magnific¨¨ncia, li ¨¦s del tot aliena. El present, en canvi li ¨¦s dificult¨®s, potser per la incapacitat notable de Val¨¨ncia a l'hora de construir quelcom de s¨°lid i durador. I el futur, fins i tot com a simple perllongaci¨® sistem¨¤tica del present, li resulta obscur i impensable, estrany.
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