Libros-venganza
Que me disculpen las grandes preguntas por las peque?as respuestas, dice en su libro Si acaso la premio Nobel polaca Wislawa Szymborska, y uno puede ser cegado por la belleza de esos versos hasta el punto de creer que las peque?as respuestas de las que hablan siempre son un acto de humildad, la r¨¦plica inteligente que una persona extraordinaria da a los temas esenciales de la vida, cuando lo cierto es que tambi¨¦n pueden ser una expresi¨®n de orgullo, de soberbia o, en algunos casos, un ejercicio de pura venganza. O las tres cosas a un tiempo, como suele ocurrir con los libros que a menudo publican sobre los escritores c¨¦lebres sus antiguas parejas, sus hijos o sus amantes ocasionales, y que a menudo no son m¨¢s que un sombr¨ªo ajuste de cuentas, una revancha tomada a deshora y al amparo de la negra espalda del tiempo. No hay m¨¢s que leer las Memorias de la hija de Octavio Paz y Elena Garro o la autobiograf¨ªa de la hija de J. D. Salinger, El guardi¨¢n de los sue?os, para ver hasta qu¨¦ punto el rencor personal puede ir evolucionando hasta convertirse en un desquite justiciero: todo el mundo va a saber c¨®mo eras en realidad; yo voy a proclamarlo a los cuatro vientos y cuando acabe mi historia todos los que te admiran quiz¨¢ te sigan admirando, pero tendr¨¢n que hacerlo a la vez que te desprecian.
La visi¨®n de Salinger que da su hija, por ejemplo, es la de un monstruo, y como adem¨¢s es una imagen que concuerda en casi todo con la que ofrece una de sus j¨®venes amantes, Joyce Maynard, en Mi verdad, resulta que despu¨¦s de leer sus libros es dif¨ªcil quitarse de la cabeza a ese Salinger cruel, avaro hasta la locura, ego¨ªsta, insensible y paranoico que construyen las dos mujeres. M¨¢s dudoso resulta el retrato de Octavio Paz que hace su hija, porque cuesta emparentar al autor de El arco y la lira, ese intelectual culto, refinado y brillante que era del dominio p¨²blico, con el hombre brutal e hist¨¦rico, "cobarde y envenenado", xen¨®fobo, oportunista, "retorcido e inescrupuloso" que nos pone delante Helena Paz Garro, quien entre otras intimidades del Nobel mexicano cuenta su noche de bodas, descrita como una violaci¨®n en la que tras golpear, insultar y forzar a su esposa sale de la alcoba nupcial con una s¨¢bana ensangrentada en la mano y grit¨¢ndole a su madre: "?Lo ves como s¨ª era virgen?".
Menos mal que tambi¨¦n se pueden escribir obras sobre padres y ex maridos o mujeres en las que se d¨¦ una visi¨®n humana de ellos. Es el caso de As¨ª fueron las cosas, de Maryann Buck Carver, la primera esposa de Raymond Carver, que cuenta los maravillosos y terribles d¨ªas de vino y rosas que vivi¨® junto al autor de ?Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, pero lo hace con respeto, con cari?o y hasta una cierta gratitud. Su obra ha coincidido ahora en las librer¨ªas espa?olas con Carver y yo, de la segunda mujer del autor norteamericano, la poeta Tess Gallagher, y el personaje sale bien parado de ambos matrimonios, lo cual es casi un milagro.
Para todos los que no son Carver, cuidado: nunca sabes lo que un hijo o un amor del pasado puede hacerte en cuanto mueras, sobre todo si tu apellido cotiza en el mercado de la cultura. Porque un libro puede ser cualquier cosa, tambi¨¦n una herramienta del rencor, del deseo de notoriedad f¨¢cil o de la simple venganza, siempre tan compleja.
Benjamin Prado (Madrid, 1961). Sus ¨²ltimas obras son la novela Mala gente que camina (Alfaguara) y el poemario Marea humana (Visor).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.