Junto a las meninas de Manolo Vald¨¦s camino de un 'txakoli'

Pues claro, Bilbao. ?Qu¨¦ lugar si no iba a escoger para este paseo alguien que ha convertido el bilbainismo en una forma de idearse el mundo caracterizada por la tolerancia y una mirada culta no exenta de iron¨ªa sobre las personas y sus quehaceres? As¨ª que I?aki Azkuna (Durango, 1943), camino de cumplir su noveno a?o como alcalde de una villa que en buena medida ha cosido a su figura, se presta al juego y elige las monumentales esculturas de Manolo Vald¨¦s que engalanan la calle Ercilla como eje de su recorrido finisemanal.

"Manolo Vald¨¦s es extraordinario como artista y como persona. Tenemos mucha relaci¨®n con ¨¦l desde que hizo una integral en el Guggenheim", hace ya seis a?os, apunta Azkuna. "Luego dio un curso extraordinario en Bilbao Arte y nos invit¨® a su estudio de Madrid. Vimos cosas impresionantes". De esa estancia qued¨® un regalo: una menina pintada que cuelga en el Ayuntamiento. Y no s¨®lo la c¨¦ntrica calle. Azkuna recuerda el primero otra pieza del valenciano que luce en Bilbao, y no puntualmente como las de Ercilla: la escultura La exorcista que desde el puente de Cantalojas vigila.

El alcalde de Bilbao elige un plan urbano entre el arte y la diversi¨®n

Entremos en materia: "Si yo tuviese hoy el d¨ªa libre, que no es el caso -Azkuna ha sacado un hueco casi de la nada antes de salir a la carrera hacia Madrid, la obligaci¨®n manda-, me gustar¨ªa por la ma?ana levantarme y dar una vueltecita por el Museo de Bellas Artes, mi museo, porque llevo 30 a?os visit¨¢ndolo constantemente". Una visita casi terape¨²tica, buena recomendaci¨®n en alguien que hizo de la medicina su profesi¨®n antes de volverse pol¨ªtico, pues sirve para que la mente no se abotargue.

Y de ah¨ª al inmediato parque de Do?a Casilda, mucho m¨¢s en esta ciudad que el sobado t¨®pico del pulm¨®n verde.