Es la felicidad, Idiotas
Lo verdaderamente insoportable de la ¨²ltima crisis econ¨®mica es que todav¨ªa no tiene nombre y encima no se entiende un pijo por mucho que todos los d¨ªas intenten analizarla en los telediarios y de manera contradictoria. Con "la crisis del petr¨®leo", las cosas estaban muy claras desde el principio e inmediatamente despu¨¦s vinieron para aclararla las invasiones militares del Oriente Medio. Y con la crisis global siguiente, la de la llamada "burbuja tecnol¨®gica" de finales del siglo pasado, con ser una crisis endiabladamente abstrusa desde un pa¨ªs carente del m¨ªnimo ADSL, al final logramos entender algo de aquel apocalipsis tecnol¨®gico-financiero que hab¨ªan causado las insensatas start-up y que encima tuvo aqu¨ª su lado positivo: por fin nos enganchamos a Internet y somos ahora l¨ªderes mundiales en descargas ilegales.
"Hay quien sugiere introducir en el PIB indicadores de la Felicidad Interna Bruta"
Ahora bien, hay tantos nombres y tan distintos en el mercado de las opiniones expertas para llamar con rigor a esta ¨²ltima crisis econ¨®mica, que hace falta ser un fino analista de la prestigiosa escuela de estudios del BBVA para lograr entender algo. Otra cosa es que los dos partidos en campa?a hayan reaccionado inmediatamente ofreciendo soluciones para capear el temporal de esta crisis sin nombre y todas relacionadas con las rebajas del IRPF. Pero a poco que observemos las promesas electorales concluiremos que los asesores econ¨®micos de nuestro bipartidismo imperfecto pertenecen todos a la misma escuela y reflejan con exactitud la perplejidad del patio nacional: tampoco ellos han entendido nada de esta crisis y lo f¨¢cil es llamarla "recesi¨®n", como si eso dijera algo, o relacionarla con las locuras de la llamada "ingenier¨ªa financiera", como si fueran una pr¨¢ctica rara.
El verdadero problema, dicho sea con todo el respeto y cari?o, es que tenemos a izquierda y derecha unos economistas de guardia exclusivamente formados en las artes de la contabilidad, lo que ellos llaman con ¨¦nfasis "la ciencia econ¨®mica", cuyas herramientas contables, empezando por el Producto Interior Bruto y acabando por la renta per c¨¢pita, ya no registran nada interesante de lo que sucede en el mundo. Seguramente es un problema de formaci¨®n acad¨¦mica, pero la ciencia econ¨®mica moderna ha dado pasos de gigante en estos ¨²ltimos tiempos.
Por ejemplo, desde el pen¨²ltimo Foro de Davos ya no s¨®lo se trata de medir los decimales del Producto Interior Bruto y toda esa retah¨ªla de abstrusas contabilidades macroecon¨®micas, sino sencillamente de registrar las estad¨ªsticas de la Felicidad Interna Bruta. Y la verdadera cuesti¨®n es la siguiente. Dado que esos economistas de doble uso de la escuela dominante son exactamente los mismos e intercambiables entre el PP y el PSOE: ?cu¨¢ntos economistas tenemos en este pa¨ªs que no est¨¦n fanatizados por esa aberraci¨®n del Producto Interior Bruto (el PIB) y s¨®lo traten de medir la esencial y siempre olvidada Felicidad Interna Bruta, ese FIB que actualmente buscan afanosamente y con id¨¦ntico rigor economistas llamados Amartya Sen, Joseph Stiglitz o Daniel Kahneman?
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