Un equipo 'maggico'
Cuando Cicinho aterriz¨® en Roma, miles de seguidores le esperaban: hab¨ªa menos gente para recibir a los ca¨ªdos en Irak o Afganist¨¢n. El aficionado de Roma es fe, pasi¨®n, exageraci¨®n: los ni?os van al colegio con la camiseta amarilla y roja y en todos los bares hay carteles de Totti. Es la primera religi¨®n civil (o incivil, depende del punto de vista) de la ciudad. Si el Real Madrid est¨¢ compuesto por gal¨¢cticos, la Roma es maggica, adjetivo que le pusieron a principios de los ochenta cuando, dirigida por Falcao y despu¨¦s de 40 a?os en la parte baja de la tabla, consigui¨® ganar la Liga. Para celebrarlo, un mill¨®n de personas se reunieron en el Circo M¨¢ximo aunando as¨ª las ruinas antiguas y la modernidad. Hoy en d¨ªa, los fruteros egipcios y los habitantes del peque?o barrio chino son hinchas de la Roma. No van a los partidos, pero usan el equipo y sus colores para sentirse integrados en la ciudad. Ning¨²n ciudadano extracomunitario ser¨ªa seguidor del Lazio. No tendr¨ªa sentido en lo m¨¢s ¨ªntimo de su recorrido vital.
La columna vertebral de la Roma la forman jugadores romanos, romanistas y los formados en la cantera: Totti, De Rossi, Aquilani. Tiene dos himnos, que suenan (y canta el p¨²blico) antes y despu¨¦s de cada partido: compuestos por Antonello Venditi, son dos canciones abrumadoras y que recogen perfectamente el estado de ¨¢nimo del hincha, que encuentra en el equipo algo que le ayuda "en esta vida tan llena de problemas". Cuando los altavoces y el p¨²blico cantan juntos, causan el mismo escalofr¨ªo que el que provoca el p¨²blico cantando a coro Ojal¨¢ en un concierto de Aute y Silvio Rodr¨ªguez.
Totti ha manifestado amor y entrega eterna al equipo y a la ciudad. Cuando cumpli¨® 30 a?os, le felicit¨® hasta el alcalde, honor que, como mucho, recib¨ªan los emperadores hace 2.000 a?os. De Rossi es el aspirante a recoger el testigo de la romanidad en el equipo; de hecho, su apodo es Capit¨¢n Futuro. Los equipos europeos, incluido el Real Madrid, que quieren contratarlo, dif¨ªcilmente conseguir¨¢n cambiar este destino.
La Roma tiene una afici¨®n enamorada que perdona al equipo cualquier cosa, incluso el 1-7 contra el Manchester en la pasada Liga de Campeones. Los hinchas ven en las derrotas la conspiraci¨®n de los enemigos y los planes de los que quieren llevar a la Roma lejos del liderato.
El fen¨®meno de un equipo con tanto apoyo, pero con tan pocas victorias, es propio de la singularidad italiana: Italia es el ¨²nico pa¨ªs en el que el poder deportivo no coincide con el poder pol¨ªtico. Desde sus inicios, hace un siglo, los amos del f¨²tbol italiano han sido Tur¨ªn y Mil¨¢n: la Juventus, el Milan y el Inter. El reciente esc¨¢ndalo del Calciopoli ha revelado que en esta supremac¨ªa tambi¨¦n interven¨ªa la corrupci¨®n de los ¨¢rbitros. Despu¨¦s de ganar su tercera Liga en 2001, el a?o siguiente la Roma qued¨® segunda, a un punto de la Juve, en una competici¨®n caracterizada, como todas en esa ¨¦poca, por los favores de los ¨¢rbitros a los blanquinegros. Siempre se ha dicho en Roma que para ganar un t¨ªtulo hay que merecer al menos cinco.
Corrado Sannucci es redactor del diario La Repubblica.
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