'Fen¨®meno'
La receta es sencilla. Partimos de una amalgama m¨¢s o menos definida: este f¨¦mur, este s¨®leo, este sistema nervioso; el l¨ªmite heredado. Agregamos una ilusi¨®n desmedida. La sometemos al rigor f¨ªsico y las inclemencias del tiempo. La erosi¨®n deja alg¨²n que otro sobreviviente. Se separa la paja del grano. Lo que queda se clasifica y se singulariza: los creativos adelante, los ordenados al medio, los aguerridos atr¨¢s. Se somete a los pocos voluntarios en pie a un adiestramiento tenaz, un filtro de a?os. Perfeccionar argumentos, acentuar cualidades, pulir defectos. Esculpido por la repetici¨®n, ¨¦xito de la monoman¨ªa, tenemos ahora un futbolista formado. Una vez salidos de la f¨¢brica se largan a la cancha. Pasan por all¨ª con diversa suerte, algunos silbidos, algunos aplausos, alg¨²n que otro gol para mostrarle a los hijos. Sus nombres se apagan con sus piernas.
Y, sin embargo, Ronaldo.
La excepci¨®n de la industria. El talento rotundo. La fisi¨®n nuclear del ¨¢tomo. El purasangre en la gatera. La victoria del instinto. El disparo quir¨²rgico. La t¨¦cnica acabada. La pureza arquet¨ªpica del enga?o y la finta. La imaginaci¨®n desconcertante. Todo enfocado en una sola y obsesionada direcci¨®n: el gol. Cada jugada una sensaci¨®n vespuciana de descubrimiento. Cada gol una sentencia inapelable. Izado en lo m¨¢s alto de su generaci¨®n, flamea solitario. Hay entre ¨¦l y los dem¨¢s un eslab¨®n perdido, una fase misteriosa de la evoluci¨®n que nos elude, un salto gen¨¦tico. Su nombre ya es de un material incorruptible como lo son Pel¨¦, Di St¨¦fano, Garrincha, Maradona.
Pero vos sos presente y ac¨¢ todos esperamos tu sonrisa. ?Vamos Ronie, todav¨ªa!
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