Un sue?o que cost¨® mucha sangre
El Kosovo independiente empez¨® a nacer con sufrimiento en 1999, entre la brutal represi¨®n de las tropas de Slobodan Milosevic y las bombas de la OTAN
No cab¨ªa un alfiler en el bulevar de la madre Teresa, en Pristina. Hab¨ªa m¨¢s banderas que personas, pues eran muchas las que portaban dos, tres y cuatro: en la cabeza, al hombro o al viento. Un mar de telas rojas con el ¨¢guila bic¨¦fala negra en el centro —la ense?a nacional de todos los albaneses desde el siglo XV— dominaba el paisaje en una ciudad g¨¦lida, sometida a temperaturas de 11 grados bajo cero. Grupos de j¨®venes con sus piercing se abr¨ªan paso portando una enorme con las barras y estrellas al grito de "?U-S-A!". Otras banderas estadounidenses hab¨ªan incorporado retratos de Marilyn Monroe y Bill Clinton. Hab¨ªa pocas de la UE, que va a pagar la independencia y el sost¨¦n del nuevo Estado del tama?o de Asturias, pero s¨ª carteles con "Gracias Europa", "Gracias Francia" o "?Viva Italia!".
El Kosovo independizado ayer empez¨® a nacer con sufrimiento en 1999, entre la brutal represi¨®n de las tropas de Slobodan Milosevic, que expulsaron fusil en mano a la mitad de la poblaci¨®n albanesa (casi un mill¨®n de personas), y de las bombas de la OTAN, que acudi¨® en su socorro. Acabada aquella guerra, la ¨²ltima de cuatro balc¨¢nicas, Serbia se retir¨® de Kosovo con sus tropas y sus s¨ªmbolos dejando atr¨¢s un reguero de fosas comunes y destrucci¨®n. El territorio que considera la cuna de su Estado medieval qued¨® en manos de la ONU. En realidad, todo empez¨® mucho antes, en 1989, cuando Milosevic cambi¨® el comunismo por el nacionalismo oportunista y anul¨® la autonom¨ªa.
Lo vivido ayer en Kosovo es el final de una ocupaci¨®n y el comienzo de un camino incierto y peligroso. Entregado a Serbia en 1913, fue tratado por todas las autoridades que se sucedieron en Belgrado como una colonia, el lugar de donde se extra¨ªan los minerales y se enviaban los funcionarios mediocres. Serbia nunca tuvo un plan para gobernar Kosovo (adem¨¢s de la limpieza ¨¦tnica), le bastaba con agitar y gobernar sus mitos de la batalla del campo de los mirlos.
En el abarrotado y helado bulevar Madre Teresa, donde se celebraron las manifestaciones contra Milosevic, quedan a¨²n vivos los recuerdos y brotan las l¨¢grimas f¨¢cilmente, como la de Nermin, de 47 a?os, que permaneci¨® en Pristina durante la guerra. "Cada d¨ªa ten¨ªa miedo a salir a la calle y cada noche ten¨ªa miedo de que la polic¨ªa serbia echara abajo la puerta de casa. Es un d¨ªa muy feliz". Llevaba de la mano a su hija de 11 a?os para que pueda recordar un momento que cambiar¨¢ su vida.
Mientras que los diputados y el Gobierno segu¨ªan al pie de la letra el gui¨®n institucional preparado por ellos mismos con ayuda de la comunidad internacional, la gente se arremolinaba en torno a un escenario vac¨ªo poblado de media docena de micr¨®fonos. No se hab¨ªan instalado pantallas gigantes para seguir el desarrollo del hist¨®rico debate parlamentario. "Lo ha prohibido la UNMIK [Misi¨®n de Naciones Unidas en Kosovo, que deja ahora su lugar a la UE], exclam¨® irritada una joven. Son las ¨²ltimas oportunidades para culpar a la ONU.
Los bares se llenaron de curiosos que pugnaban por saber si la independencia llegaba puntual. Cuando el presidente del Parlamento ley¨® la proclamaci¨®n para someterlo a votaci¨®n, miles de personas levantaron sus manos. Era el voto masivo y emocionado de una naci¨®n, la m¨¢s joven de las 193 que existen en el mundo.
Los rostros de la gente quedaron iluminados por dentro. Re¨ªan nerviosamente, lloraban y se abrazaban al desconocido como si fuera un pariente. Emociones, muchas; palabras, pocas. El gran escritor alban¨¦s Ismail Kadar¨¦ lo explica bien: "A veces la lengua no est¨¢ preparada para describir momentos tan extraordinarios".
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