Biling¨¹ismo portugu¨¦s en ?lava
Ba?os de Ebro es la localidad con m¨¢s porcentaje de inmigrantes de Euskadi gracias a un grupo de trabajadores lusos - Sus situaciones son muy diversas
Ba?os de Ebro es una localidad claramente biling¨¹e, donde se habla el castellano casi tanto como el portugu¨¦s. Los ni?os estudian euskera, pero la segunda lengua en uso es latina. Llama la atenci¨®n que este peque?o pueblo de la Rioja Alavesa, que no llega a los 400 vecinos, sea el que cuenta con un mayor porcentaje de inmigrantes en relaci¨®n a su poblaci¨®n de toda Euskadi: un 13,1%, casi nueve puntos por encima de la media de la comunidad aut¨®noma (un 4,5%), seg¨²n los ¨²ltimos datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) y del Eustat.
Pedro ya lleva 14 a?os residiendo en Ba?os de Ebro. Es algo as¨ª como el patriarca de la comunidad lusa, el "marqu¨¦s". Todo el mundo le respeta, locales y for¨¢neos. Goza de un contrato laboral en una empresa vinatera familiar y su caso resulta excepcional. A diario come en el bar de la plaza del Ayuntamiento, donde nadie le mira como a un extranjero.
"Muchos en su pa¨ªs viven en la calle y aqu¨ª les dan una cama o un colch¨®n"
A su alrededor pululan portugueses y tras la barra se puede leer en un cartel: "Por culpa de algu¨¦m nao se fia a ningu¨¦m". Marisa, quien regenta el bar, les conoce bien y dice que hay de todo. La primera impresi¨®n podr¨ªa llevar a pensar que Ba?os de Ebro acumula una colonia portuguesa tan abundante porque la vid lo demanda. Est¨¢ claro que ese planteamiento no resulta equivocado, pero no hay que dejar de preguntarse por los motivos que llevan a que los emigrantes se acumulen en Ba?os y no en otras localidades cercanas de la Rioja Alavesa que cuentan con un tama?o similar. La respuesta la ofrecen los parroquianos que se toman unos vinos al final de la ma?ana: "Porque se les alquilan casas".
M¨¢s all¨¢ del caso de Pedro y de otro par de portugueses que residen con sus familias, el resto viven en cinco casas en el centro del pueblo. Cada inmueble cuenta con un jefe que lleva a cuadrillas de 12 o 14 personas y cada una de ellas cuenta con una situaci¨®n distinta: algunos llegan con contratos laborales; otros no. Sin problemas sobre su situaci¨®n legal en Espa?a, al ser ciudadanos de la UE, intentan empadronarse nada m¨¢s llegar. El padr¨®n les da el acceso a la sanidad y les concede el derecho a votar en las elecciones municipales. Pese a todo, en las del pasado a?o tan s¨®lo votaron 12 de los empadronados. Muchos lo est¨¢n, pero no residen en el pueblo. Se empadronaron y luego marcharon a otros sitios. Ahora otros trabajadores del pa¨ªs vecino ocupan su sitio e intentan empadronarse con mayor o menor fortuna.
Los inmigrantes, a los que trasladan en la zona en peque?as furgonetas, no son muy dados a hablar de su situaci¨®n. Prefieren hablar bien o guardar silencio detr¨¢s de su jefe. Antonio, uno de los jefes, asegura que la suya es una ETT de servicios agr¨ªcolas donde todo el mundo tiene los papeles en regla. Recalca que son como una familia y que todos proceden de la misma zona del norte de Portugal. Les paga 40 euros al d¨ªa y les da comida y cama. En su grupo s¨®lo uno se atreve a decir que no est¨¢ a gusto. Antonio recalca que no todos los portugueses de Ba?os viven en las condiciones de los que trabajan con ¨¦l. Insiste en que su empresa se halla en regla, que los papeles los lleva una gestor¨ªa y que ha pasado varias inspecciones de Trabajo.
La palabra "mafia" sobrevuela a veces el pueblo. Hay casas donde residen los inmigrantes un poco hacinados y sin contrato. Su jefe recibe una comisi¨®n del agricultor que les emplea y les hace el contrato laboral. Los empleadores de la Rioja Alavesa pagan hasta 10 euros la hora y los portugueses de Ba?os reconocen que cobran poco m¨¢s de cinco euros la hora. "Todo el mundo no es igual", se?ala Rue delante de la barra del bar de Marisa. "Siempre venimos con los mismos", puntualiza para destacar que hay alg¨²n jefe al que nunca seguir¨ªa.
Nadie quiere dar nombres, pero algunos de los consultados aseguran que una mujer de la cuadrilla de Antonio tuvo que pagar varios miles de euros para poder abandonar otra cuadrilla donde el trato era inhumano. "Amenazan a las familias en Portugal", se?ala uno de los inmigrantes. "Lo l¨®gico ser¨ªa que cada agricultor trajera directamente a los suyos", apunta un parroquiano. "Traen a la gente que est¨¢ peor. Muchos en su pa¨ªs viven en la calle y aqu¨ª les dan una cama o un colch¨®n", dice Marisa, quien asegura que ha visto y escuchado muchas historias de desarriago familiar.
Ba?os de Ebro
- Inmigrantes. El 13,1% de la poblaci¨®n de Ba?os de Ebro naci¨® en el extranjero. Es la localidad vasca con mayor porcentaje de inmigrantes, seg¨²n el ¨²ltimo padr¨®n del INE y la encuesta de poblaci¨®n y vivienda del Eustat. Casi todos son portugueses.- El pueblo. Ba?os de Ebro cuenta con 357 habitantes. Tiene 9,5 kil¨®metros cuadrados y su dedicaci¨®n b¨¢sica es la viticultura y las bodegas . El alcalde es Luis Antonio Troncoso, del PNV.
Los sueldos se pagan cada d¨ªa
Los inmigrantes cobran sus salarios d¨ªa a d¨ªa. Nadie se plantea siquiera pagarles el sueldo de golpe, cada semana o cada mes. La experiencia les dice que al d¨ªa siguiente no se presentar¨ªan a trabajar. Algunos portugueses de Ba?os de Ebro beben mucho, si les llega el dinero, y fuman m¨¢s. Los d¨ªas que llueve y no se puede trabajar los vecinos saben que m¨¢s de uno pasar¨¢ las horas muertas bebiendo cerveza. En la ¨²ltima vendimia alguno lleg¨® a sumar una deuda de 800 cervezas en el bar. Compran hasta las caducadas a precio rebajado.En Ba?os de Ebro existe una especie de norma de comportamiento no escrita por la que los portugueses cobran sus sueldos a diario. Les llega para sus gastos y no les da para cometer excesos. Los vecinos no se quejan. Si se cumple esta norma la cosa va bien. De vez en cuando, una borrachera, pero nada que no entre dentro de la normalidad. En principio, no hay rechazo a la comunidad lusa, pero cada grupo se queda en su sitio. Los inmigrantes se divierten con los suyos sin llegar a mezclarse con la comunidad local.Las gentes de Ba?os de Ebro saben que todos no son iguales. Saben qui¨¦n se lava y qui¨¦n no lo hace y qui¨¦n bebe y qui¨¦n no. En algunas casas de portugueses, al que no se ducha en una semana sus propios compatriotas le cambian las costumbres con una ducha de agua fr¨ªa. Todos saben que s¨®lo se hallan de paso.
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