Mena propuso en una reuni¨®n con generales que el Rey frenase el Estatut

"Llegado el caso, tendr¨¢ que ser esa misma instituci¨®n [la Corona], respaldada firmemente por las Fuerzas Armadas, la que salvaguarde la unidad de Espa?a si los pol¨ªticos la ponen en peligro y la Justicia no interviene". La frase, inequ¨ªvocamente golpista, la pronunci¨® el teniente general Jos¨¦ Mena ante el Consejo Superior del Ej¨¦rcito, que re¨²ne a los m¨¢ximos jefes del Ej¨¦rcito de Tierra, el 26 de octubre de 2005. La revela el propio militar, ya retirado, en el libro Militares. Los l¨ªmites del silencio, que ayer present¨® en Madrid.

"Un teniente general se ofreci¨® a secundar mi actitud", dice Mena

Lo sorprendente es que Mena sigui¨® siendo jefe de la Fuerza Terrestre, con 30.000 militares bajo su mando, hasta casi tres meses despu¨¦s. Fue el 6 de enero de 2006 cuando, con motivo de la celebraci¨®n de la Pascua Militar en la Capitan¨ªa General de Sevilla, amag¨® con una intervenci¨®n de las Fuerzas Armadas si el nuevo Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a, aprobado el 30 de septiembre de 2005 por el Parlamento catal¨¢n, desbordase los l¨ªmites de la Constituci¨®n.

El entonces ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, consider¨® que era Mena quien hab¨ªa sobrepasado todos los l¨ªmites, por lo que orden¨® su destituci¨®n, su pase forzoso a la reserva y un arresto domiciliario de ocho d¨ªas, medidas que confirm¨® luego el Tribunal Supremo.

Mena sostiene que esa misma tarde, cuando ya hab¨ªa estallado el esc¨¢ndalo, recibi¨® llamadas de nueve de los 12 tenientes generales en activo; aparte del entonces jefe del Ej¨¦rcito de Tierra, Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa Gonz¨¢lez. "Tan solo uno se ofreci¨® a secundar mi actitud", relata Mena en su libro, "a lo que me negu¨¦ rotundamente pues, como le dije, el efecto que yo persegu¨ªa ya se hab¨ªa conseguido [...]. Cuatro se mostraron de acuerdo con lo que hab¨ªa dicho, dese¨¢ndome suerte ante el panorama que se avecinaba", agrega. "Cuatro m¨¢s me llamaron para interesarse por mi estado de moral. Los tres que no me llamaron, [estaban] curiosamente destinados en el ?rgano Central del Ministerio de Defensa y en el Estado Mayor de la Defensa".

De la frase anterior se deduce qu¨¦ tenientes generales no le llamaron: su sucesor como jefe de la Fuerza Terrestre, Pedro Pitarch; el jefe del Mando de Operaciones, Bernardo ?lvarez del Manzano; y el actual jefe del Ej¨¦rcito de Tierra, Carlos Villar.

En cambio, Mena se niega a revelar la identidad de los que estaban de acuerdo con ¨¦l o del ¨²nico que se mostr¨® dispuesto a secundar su actitud y, por tanto, a cometer un acto de indisciplina que hubiera obligado al Gobierno a destituirle y arrestarle tambi¨¦n. S¨ª se sabe que, en la ya citada reuni¨®n del Consejo Superior del Ej¨¦rcito, le respald¨® el entonces jefe del Mando de Canarias, Emilio P¨¦rez Alam¨¢n.

Con la excusa de que EL PA?S public¨®, el 19 de enero de 2006, "una alusi¨®n bastante aproximada pero incompleta" de lo tratado en aquella reuni¨®n, Mena se considera exonerado de su deber de guardar secreto y revela parte de lo que all¨ª se trat¨®.

Adem¨¢s de criticar a su entonces superior, Bono, al que tacha de "populista", Mena se extendi¨® sobre el Estatuto catal¨¢n. En su opini¨®n, cab¨ªan tres hip¨®tesis: que saliese adelante en los t¨¦rminos en que lo aprob¨® el Parlamento de Catalu?a, lo que juzgaba "imposible"; que se adaptase plenamente a la Constituci¨®n, lo que ve¨ªa improbable; o que se aprobase "con algunas modificaciones" que no resolvieran los problemas que planteaba a las Fuerzas Armadas. En ese caso, propon¨ªa la intervenci¨®n del Rey, "respaldada firmemente por las Fuerzas Armadas", por encima del Gobierno, el Parlamento o el Constitucional.

"Cuando finalic¨¦ mi exposici¨®n", agrega Mena, "el JEME [Jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito] se?al¨® que no correspond¨ªa al Consejo Superior del Ej¨¦rcito entrar en disquisiciones pol¨ªticas [...]. En el descanso, varios consejeros [tenientes generales] me dijeron informalmente que estaban de acuerdo con lo que yo hab¨ªa dicho".

Lo que supone que se le permiti¨® acabar su arenga y no fue destituido de modo fulminante.