El nuevo contrato de Fidel Castro
La letra peque?a del contrato que Fidel Castro acaba de imponer a sus compatriotas incluye la continuaci¨®n de sus columnas en el diario Granma. A eso promete reducirse la panoplia de atributos con los que hasta ayer mismo contaba. "Tal vez mi voz se escuche", nos avisa. Como si ¨¦l no estuviese seguro del efecto que puedan causar sus consejos en adelante.
Esas que ¨¦l mismo denomina "Reflexiones del compa?ero Fidel" han servido de r¨¦mora a lo largo de toda su convalecencia. Controlando la producci¨®n de comunicados p¨²blicos como un maestro del follet¨ªn (desde que est¨¢ indispuesto para la televisi¨®n se ha pasado al suspense folletinesco), ha atajado cualquier novedad molesta, ha gritado peligro a la m¨¢s peque?a tentativa de cambio. Anciano y enfermo, procura devolver la historia a sus a?orados encontronazos de la Guerra Fr¨ªa. Y no abandona sus fueros de experto en asuntos internacionales. Tan de cerca sigue el proceso electoral estadounidense que podr¨ªa creerse que toma parte en ¨¦l.
Administrador de sus postrimer¨ªas, desea controlar tambi¨¦n el gui¨®n de sus funerales. Intenta mantener la cabeza fuera de su muerte, del mismo modo que la mantuvo fuera de la anestesia mientras lo interven¨ªan quir¨²rgicamente luego de una ca¨ªda. Reconoce en este ¨²ltimo comunicado que, despu¨¦s de tantos a?os de lucha, su primera obligaci¨®n es preparar al pueblo cubano para afrontar, psicol¨®gica y pol¨ªticamente, la ausencia que le sobrevendr¨¢. De manera que su renuncia a los cargos de Presidente y de Comandante en Jefe constituye una estaci¨®n m¨¢s en estas largas despedidas iniciadas en agosto de 2006, cuando cedi¨® temporalmente el poder a su hermano Ra¨²l Castro.
Desde entonces, su mando ha consistido en obstaculizar cualquier amago de transformaci¨®n y en dar pie a c¨¢balas acerca de su aparici¨®n ante las c¨¢maras. A partir de ahora, queda medir su influjo en la pol¨ªtica cubana por el grado de atenci¨®n que sus art¨ªculos alcancen. Ex presidente y militar licenciado, su gobernaci¨®n va a concentrarse en el periodismo. Pero a¨²n despojado de atributos, quiz¨¢s no deje de parecerle imponente a su hermano menor. Pues ya no Presidente y ya no Comandante en Jefe, Fidel Castro personifica todav¨ªa la Revoluci¨®n. Y, aunque reducido de t¨ªtulos (pronto le crear¨¢n alguna rimbombancia sustitutiva), puede que no se le haga menos paralizante a Ra¨²l Castro.
El ¨²ltimo comunicado suyo, donde avisa de que se reserva el poder de opini¨®n, termina con la siguiente frase: "Ser¨¦ cuidadoso". Seg¨²n esas l¨ªneas, no parece convencido de que sus ideas influyan lo suficiente, y promete ser cuidadoso. ?Significa esto que dejar¨¢ de entrometerse en las decisiones pol¨ªticas del pa¨ªs? ?Ser¨¢ un or¨¢culo menos demandante? Puede que nos encontremos en la ¨²ltima encrucijada que nos propone su figura. Puede que, por ¨²ltima vez, nos hallemos ley¨¦ndolo entre l¨ªneas, adivin¨¢ndolo. Porque, sin importar cu¨¢n grandes sean sus pretensiones como articulista, cabe la posibilidad de que no se le escuche m¨¢s. De que no valga ya la pena interpretarlo.
El futuro del pa¨ªs y de su gente, centrado en las expectativas que han ido aflorando en los debates celebrados durante los meses ¨²ltimos, pasa por una descortes¨ªa de esta clase.
Antonio Jos¨¦ Ponte es escritor cubano.
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