"Ninguno estamos libres de caer en la maldad"
Hay dos momentos particularmente estremecedores en No matar¨ªan ni una mosca (Global Rhythm, 2008), el devastador libro de Slavenka Drakulic sobre los criminales de guerra del conflicto de la ex Yugoslavia. Uno es la imagen de Drazen Erdemovic mir¨¢ndose alucinado la ampolla que le ha salido en el dedo ¨ªndice, el del gatillo, despu¨¦s de participar durante cuatro horas en los fusilamientos de civiles musulmanes en la granja de Branjevo. El otro es el aullido que lanza en el tribunal, durante el juicio a tres serbios bosnios acusados de violaciones masivas, la madre de una de las v¨ªctimas, una ni?a de 12 a?os. Lecci¨®n de historia, inmersi¨®n minuciosa en la personalidad de los criminales, investigaci¨®n sobre la maldad, el libro de la escritora croata, basado en su observaci¨®n directa durante los juicios en La Haya por cr¨ªmenes de guerra, es una de esas obras que remueven la conciencia y obligan a replantearse los tranquilizadores par¨¢metros morales en que vivimos. "Los criminales de guerra no son distintos de nosotros", asegura Drakulic (Rijeka, 1949), una mujer s¨®lida, mesurada, con la ¨²nica concesi¨®n a s¨ª misma de unas llamativas gafas y un exceso de carm¨ªn. "Ninguno estamos libres de caer en la misma maldad, y es muy importante saberlo".
"Los criminales de guerra no son monstruos, sino gente corriente"
"No pondr¨ªa la mano en el fuego ni por m¨ª. No hay santos entre nosotros"
Pregunta. Se pone usted bajo la advocaci¨®n de Hannah Arendt y su tesis de la banalidad del mal.
Respuesta. Las posiciones son distintas, en el proceso de Eichmann ella se posicion¨® como reportera, mi papel ante los criminales de guerra en el banquillo en La Haya es m¨¢s de an¨¢lisis. El libro de Arendt es muy importante, pero tedioso, espero que el m¨ªo resulte m¨¢s ameno.
P. Su forma de describir a los personajes es muy literaria, la manera de reconstruir sus vidas, Goran Jelisic, el guapo verdugo voluntario del campo de Luka y que a la vez era un enamorado de la pesca, el pusil¨¢nime general Krstic, que crey¨® que pod¨ªa "transitar por la guerra sin perder su alma"...
R. Nada de eso es ficci¨®n, s¨®lo la forma es literaria, mi forma de describirlo.
P. ?Hay algo espec¨ªfico en los criminales de esa guerra, algo que los distinga de los nazis, de Eichmann, Stangl, Hoess?
R. La ¨²nica diferencia son las circunstancias. Por lo dem¨¢s no son nuevos tipos de criminal de guerra. Lo que se ha clarificado desde entonces, desde N¨²remberg, es que no se trata de monstruos, sino de gente corriente. Proceden de variados medios sociales, tienen distintas capacidades intelectuales, pero no son diferentes de usted o de m¨ª. Eso es dif¨ªcil de aceptar pero hay que hacerlo. Creer que son monstruos es lo f¨¢cil, eso les pone en una categor¨ªa aparte, tranquilizadora; es falso. Yo estaba segura de que jam¨¢s ser¨ªa capaz de hacer lo que ellos hicieron. Pero ahora, no pondr¨ªa la mano en el fuego ni por m¨ª. Has de aceptar esa posibilidad. No hay santos entre nosotros.
P. ?C¨®mo sucede, c¨®mo se llega a la maldad?
R. La deshumanizaci¨®n de las v¨ªctimas es un factor importante. Es un proceso lento, Klemperer lo muestra en sus diarios. Siempre sucede despacio, con los jud¨ªos o con los musulmanes de Bosnia. La guerra, la masacre, no empieza con los disparos, hay una larga preparaci¨®n psicol¨®gica de la poblaci¨®n. La gente ha de aprender a ver c¨®mo empieza todo para prevenirse y no dejarse arrastrar.
P. Gitta Sereny, que entrevist¨® a Speer y, sobre todo, a Stangl, el comandante de Treblinka, me dijo en una ocasi¨®n que la exposici¨®n al mal, como la de ella, o la de usted ante esos criminales, puede ser peligrosa para la integridad moral, la cordura.
R. Para m¨ª Sereny es una referencia, pero no siento ese riesgo de que habla. Una vez me explic¨® que le hab¨ªan ofrecido mucho dinero para escribir sobre un asesino en serie de ni?as que hab¨ªa matado a su propia hija y se hab¨ªa suicidado. Declin¨® porque cre¨ªa que el mal pod¨ªa propagarse escribiendo de aquello. Me pareci¨® una especie de autocensura. Yo creo que hay que escribir, para que la gente se haga consciente de los peligros. ?se es el motivo de este libro. He comprendido a trav¨¦s de los juicios lo corriente de los criminales, que todos tenemos un doble potencial, para el bien y para el mal. Y la ¨²nica forma de luchar contra el mal es ser consciente de que lo llevas dentro.
P. Usted tiene un sentimiento ambiguo acerca de la independencia de Kosovo.
R. S¨ª, emocional y moralmente estoy de su lado, han sufrido mucho. Pero estamos viendo en qu¨¦ medida puede ser un peligro. Todo el mundo se est¨¢ involucrando. El potencial desestabilizador de esa independencia es muy alto, como est¨¢ quedando claro.
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