Pol¨ªtica, pol¨ªticas
Con ¨¢nimo aprensivo se dispone uno a sobrevivir a otra campa?a electoral, en la que sabe que no va ahorr¨¢rsele nada, desde la vulgaridad de la "tradicional pegada de carteles" hasta los chistosos insultos mitineros que degradan por igual al orador que los repite y a la masa partidista que los aclama. Si la pol¨ªtica es una cosa tan seria y la democracia es tan valiosa y tan fr¨¢gil, ?por qu¨¦ el espect¨¢culo de los pol¨ªticos y de los fervores de sus hooligans nos parece tan bajo? Dec¨ªa Borges que al asistir en Buenos Aires a la manifestaci¨®n de alegr¨ªa que llen¨® las calles cuando se supo en mayo de 1945 la rendici¨®n de Alemania descubri¨® que algunas emociones colectivas pod¨ªan no ser innobles. La democracia, para quienes nacimos sin ella, sigue siendo al cabo de los a?os un sue?o personal y una noble emoci¨®n colectiva, pero el ruido y las bajas pasiones de la pol¨ªtica la convierten con demasiada frecuencia en un espect¨¢culo nauseabundo, protagonizado por personas que hablan y act¨²an con una irresponsabilidad y un grado de incompetencia que nadie puede permitirse en su propia vida.
Una campa?a electoral sirve para exagerar diferencias, poner en rid¨ªculo al contrario y alentar los hervideros irracionales de la sangre, pero mientras tanto los problemas reales perduran obstinadamente, y uno se pregunta con escepticismo y desasosiego si su voto m¨ªnimo servir¨¢ para algo: para que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos civiles a lo largo de todo el territorio, y todos los votos valgan lo mismo; para que haya por fin una divisi¨®n clara entre la Iglesia y el Estado y sean los creyentes quienes se paguen sus cultos y no tengamos que ver nunca m¨¢s a un cargo p¨²blico presidiendo una procesi¨®n; para que cualquiera pueda ser concejal sin jugarse la vida, y a ser posible sin hacerse multimillonario arrasando la costa con una urbanizaci¨®n; para que la escuela ofrezca a todos por igual la oportunidad de desarrollar sus mejores capacidades, sin embotar los cerebros con la indulgencia y la desgana o envenenarlos con un odio alimentado de ignorancia; para que la vida p¨²blica se base en la ciudadan¨ªa voluntaria y racional y no en la pertenencia ¨¦tnica o religiosa o ling¨¹¨ªstica; para que no siga avanzando aterradoramente el desierto y el tesoro tan escaso del agua se administre con arreglo a la racionalidad y al bien com¨²n; para que las conquistas sagradas del derecho universal a la educaci¨®n y a la salud no est¨¦n sometidas al lucro privado, aunque s¨ª a la excelencia en su gesti¨®n p¨²blica y a la responsabilidad adulta de quienes nos beneficiamos de ellas.
Todo lo dem¨¢s es pol¨ªtica.
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