Mutter en la cumbre
Desde los cinco a?os lleva pegado un viol¨ªn al carrillo. Lo recuerda. Fue tras una noche m¨¢gica en la que David Oistrakh se le present¨® como una revelaci¨®n en el primer concierto al que asist¨ªa en su vida. Entonces Anne-Sophie Mutter supo lo que quer¨ªa: sacar sonidos m¨¢gicos de aquella peque?a pieza de madera con cuatro cuerdas y hacer feliz a la gente.
La vida musical de una violinista como ella, en la primera fila desde que Herbert von Karajan la descubriera cuando ten¨ªa 13 a?os, es larga. Ahora disfruta de una deslumbrante madurez, con 44 a?os y un instrumento inseparable que le conecta con los sonidos guardados de tres siglos. Juntos, Mutter y su Stradivarius, a punto de cumplir 300 a?os -"lo celebraremos por todo lo alto en 2010", anuncia-, forman una pareja mon¨®gama y explosiva, deseada en cada pa¨ªs por el que paran a tocar, por las mejores orquestas y directores, aparte de un numeroso grupo de compositores que les dedican piezas sin cesar.
"Aunque la m¨²sica es aire que se convierte en sonido, debe quedar pegada a los lugares en los que se interpreta bien"
"Me siento libre al interpretar lo que me escriben. Trato las partituras que me dedican con mucho mimo"
"La perfecci¨®n no es el objetivo. Es una herramienta, pero tienes que liberarte de ella para ir al fondo"
"No hay pasado ni futuro, hay una fuerza del presente en la m¨²sica que es un espejo del tiempo en que se hace"
"Creo en la m¨²sica como una religi¨®n creativa, que no nos castiga y nos da esperanza. La m¨²sica lo da todo"
"En la m¨²sica, con mi viol¨ªn, soy responsable. En otros aspectos de la vida soy..., bastante normal"
El pr¨®ximo d¨ªa 26 hace una parada en Madrid para una sesi¨®n dentro del ciclo de Juventudes Musicales en la que Mutter actuar¨¢ en tr¨ªo junto a Yuri Bashmet (viola) y Lynn Harrell (violonchelo). Una buena ocasi¨®n para contemplar la espontaneidad, la elegancia y el glamour equilibrado que esta int¨¦rprete alemana desprende en escena. Antes, en su oficina de M¨²nich, la ciudad en la que vive junto a sus dos hijos, Arabella y Richard, Mutter luce algunos grammies, fotos de su carrera, toma caf¨¦ con pastas, charla y comenta las goleadas del Madrid. "El otro d¨ªa le gan¨® 7-0 al Valladolid, ?no es alucinante?". Lo vio con su hijo porque Mutter es aficionada desde peque?a. "Jugaba con mis hermanos, ahora s¨®lo lo veo", asegura. Para ella es una de las pruebas que la convierten en una mujer dada a la pasi¨®n: vehemente y alegre; decidida y simp¨¢tica. De vuelta de muchas cosas ya tras haberse quedado viuda muy joven y despu¨¦s de un segundo matrimonio con divorcio del director y compositor Andr¨¦ Previn. En este momento de su carrera se encuentra centrada en lo que para ella es fundamental. "Mis hijos, la m¨²sica", comenta. Fuera de las torres de marfil donde muchos se empe?an en encerrar a los prodigios de su nivel: "La vida es demasiado excitante como para encerrarse en una burbuja", suelta.
PREGUNTA. Le ha cogido gusto a venir a Espa?a. Lo hace m¨¢s de una vez al a?o.
RESPUESTA. Voy desde finales de los setenta, cuando debut¨¦ en el Teatro Real, que recuerdo que era un sitio muy estirado. Pero ahora lo que me impresiona es el p¨²blico joven y abierto que tienen.
P. Dice que le gustan los nuevos auditorios espa?oles, su ac¨²stica y arquitectura, ?pero no son demasiado solemnes todav¨ªa para ciertas cosas, muy fr¨ªos?
R. Depende demasiado de cada lugar. Cuando se construy¨® en los setenta la sede de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, que luego ha sido copiada como modelo, sorprendi¨® la nueva estructura, la forma. Pero como dec¨ªa Von Karajan, una nueva sala es como un ¨®leo en blanco, necesita ser pintado, en este caso llenado de un alma, del esp¨ªritu de veladas irrepetibles. Una sala debe cubrirse de experiencia, de vida, y eso tambi¨¦n sirve para la ac¨²stica. Debe tener memoria, recuerdos, son cosas que hacen al p¨²blico sentirse bien acogido.
P. Es decir, debe extinguirse cuanto antes el olor a madera, a barniz y a pintura en las paredes. Necesitan ser decorados por la m¨²sica.
R. Lo mismo que no hay buenos prop¨®sitos que desaparezcan, no existen conciertos buenos que se hayan evaporado de los lugares en los que ocurren. Permanecen vivos en cada ambiente. Aunque la m¨²sica es aire, no m¨¢s, aire que se convierte en sonido, debe quedar pegada a los lugares en los que se interpreta bien.
P. Es interesante esa idea del aire sonoro, pero quiz¨¢s con alguna cosa m¨¢s. Algo tan imprescindible como la memoria.
R. S¨ª, con memoria, esp¨ªritu, alma. Pero es que la memoria es importante para todo. Aunque haya que vivir con la cabeza puesta en el futuro, la memoria es lo que nos convierte en seres humanos, lo que nos da ra¨ªces.
P. Ahora est¨¢ en mitad de ese camino. Ya ha alcanzado la madurez, como mujer y artista. Y la madurez no es m¨¢s que ese lugar del medio en el que se ve con la misma distancia el futuro que el pasado.
R. ?Espero estar en la madurez y no al final de todo!
P. En una espl¨¦ndida madurez, hay que decir. Pero, ?le empieza a pesar m¨¢s lo que ha vivido que lo que le queda por experimentar?
R. En la m¨²sica todo eso va unido. Bach est¨¢ unido a Lutoslawski. Es un intercambio continuo con esa pregunta incesante, eterna: ?qu¨¦ podemos expresar a trav¨¦s de la m¨²sica? ?C¨®mo puedes encontrar tu propia forma de expresi¨®n en un c¨®digo, en un alfabeto que ha funcionado durante siglos? Hubo un momento en el que se rompi¨® con la tradici¨®n, pero ahora, los compositores regresan a las fuentes. Por ejemplo, Gubaidulina, que ha escrito un concierto que voy a interpretar pronto. Tiene much¨ªsimo que ver con Bach, con la estructura matem¨¢tica de Bach. No hay pasado ni futuro, hay una fuerza del presente en la m¨²sica que es un espejo del tiempo en que se hace.
P. Ya. Por cierto, usted es una violinista que inspira pasi¨®n en los compositores. Ha sido musa de muchos.
R. Un privilegio.
P. Debe ser fuerte esa sensaci¨®n. ?Se reconoce en lo que le escriben?
R. No tengo una opini¨®n tan elevada de m¨ª misma como para pensar que soy el centro de cada pieza, ni voy a buscarme en ella. Pero es verdad que los compositores persiguen un gran nivel cuando me lo proponen, m¨¢s por el sonido que mi viol¨ªn es capaz de dar. Les atrae la coloratura y a m¨ª me gusta que les salgan piezas muy profundas, con un nivel filos¨®fico importante m¨¢s que glamuroso y florido.
P. ?Habla mucho con ellos?
R. Me siento libre al interpretar lo que me escriben. Quiz¨¢s sea una ilusi¨®n, pero es que las ilusiones son parte fundamental de la vida. Yo trato las partituras que me dedican con mucho mimo, como si fueran de compositores muertos, pero con la diferencia de que puedo tratar con quienes lo han hecho directamente y en ese proceso aprendes mucho, mucho m¨¢s que cuando te enfrentas a algo sola.
P. ?No teme decepcionar a nadie?
R. Me aterra, pero si eres afortunado y encuentras la verdad de la pieza, es algo ¨²nico, formar parte de un proceso de composici¨®n. Como dice Gubaidulina, el int¨¦rprete es el 50% de la pieza. Yo no creo que seamos tanto, pero s¨ª que es cierto que si la partitura es la partitura, nosotros somos quienes la dotamos de alma. Aunque tengo que decir que lo que me ha dedicado ella es un salmo para la vida y un di¨¢logo con Dios y el destino. Hay momentos en los que necesitamos esa comunicaci¨®n espiritual con algo o con alguien, con un amigo o con lo religioso. Yo creo en la m¨²sica como una religi¨®n creativa, que no nos castiga y nos da esperanza. La humanidad busca el amor y la belleza y, en ese sentido, la m¨²sica lo da todo.
P. La divinidad entonces es algo que usted encuentra f¨¢cilmente en la m¨²sica m¨¢s que en otros lugares como pueden ser los mensajes del papa Ratzinger, a quien ha criticado, ?me equivoco?
R. Bueno, ¨¦se es otro tema. La Biblia, como cualquier pieza musical, se puede interpretar de muchas formas. Si se usara para que la gente respete las diferencias y el igualitarismo, ser¨ªa perfecto. Pero como no ocurre, busco todo eso en la m¨²sica.
P. ?La igualdad en la m¨²sica? ?No es cosa de los elegidos?
R. Hay dos cosas en la m¨²sica que un ni?o comprende perfectamente. El latido, quiz¨¢s porque lo ha sentido en el ¨²tero materno, y el sonido. No hay nada m¨¢s bello que tocar para un ni?o. Por eso hay que reforzar la educaci¨®n musical y empezarla cuanto antes. Para aprovechar toda esa hipersensibilidad de los ni?os y desarrollar el humanismo, la igualdad y el respeto a la diferencia.
P. Para eso, ?no deber¨ªamos sacar m¨¢s a la m¨²sica de un terreno demasiado exclusivo?
R. Recuperar la espontaneidad, algo que nos falta. Mozart fue una estrella del pop en el siglo XVIII. Entonces la improvisaci¨®n era parte de los espect¨¢culos. Hoy falta eso. Si pusi¨¦ramos m¨¢s espontaneidad en lo que hacemos, si devolvi¨¦ramos a la m¨²sica esa sensaci¨®n de estar cre¨¢ndola en el mismo momento en que la interpretamos, no de repetirlo, nos ir¨ªa mejor. Una de las claves de la m¨²sica moderna es ¨¦sa. A nosotros nos falta fuego.
P. No ocurre eso en el ambiente barroco. El p¨²blico es m¨¢s joven. Es el mundo sinf¨®nico el que sufre esa crisis, esa frialdad del p¨²blico.
R. Tampoco pasa en la m¨²sica de c¨¢mara. Se disfruta mucho m¨¢s, sobre todo cuando se hace en un tr¨ªo con el que te entiendes, como voy a hacerlo yo en Madrid. Saltan chispas y nunca se repite nada. Cambiamos cuando nos da la gana, hacemos lo que nos pide el cuerpo. Hay una gran an¨¦cdota con Brahms cuando dirig¨ªa una de sus sinfon¨ªas en Hamburgo y un m¨²sico le dijo: "Maestro, hoy ha ido mucho m¨¢s r¨¢pido que ayer". Y Brahms le respondi¨®: "Es que hoy estoy de mucho mejor humor". Bueno, cosas as¨ª deber¨ªan ser normales en nuestros conciertos.
P. Desde luego.
R. Puede que fuese estupendo encontrar la f¨®rmula, pero tambi¨¦n horrible. Una vez hallas la clave, tu vida se termina. Es como alcanzar la perfecci¨®n. Cuando lo logras puedes tirarte por la ventana inmediatamente. ?Se acab¨®! No m¨¢s preguntas, no m¨¢s dudas. ?No m¨¢s logros! Perseguir logros es fundamental, no puedes llegar a las estrellas si renuncias a tu esp¨ªritu de superaci¨®n.
P. Esa manera de afrontar la perfecci¨®n, de relativizarla, es una prueba de su madurez. Los j¨®venes se obsesionan demasiado por eso. ?A usted le ocurr¨ªa?
R. La perfecci¨®n no es el objetivo. La perfecci¨®n t¨¦cnica es una herramienta que viene bien. Pero tienes que liberarte de ella para ir al fondo.
P. ?Cu¨¢ndo supo eso?
R. Con Von Karajan. No le importaba c¨®mo debe cada uno tocar su instrumento en particular. Le interesaba la m¨²sica como un todo y c¨®mo las partes de los solistas deb¨ªan encajar en lo general. Cuando discut¨ªamos, desde el principio, yo le echaba en cara cosas que me eran dif¨ªciles, f¨ªsicamente o por otros asuntos, y me dec¨ªa: "Me da igual c¨®mo consiga lo que le pido t¨¦cnicamente. Usted es la que debe resolverlo, pero h¨¢galo". Despu¨¦s te explicaba lo que seg¨²n la partitura era lo importante y te obligaba a reflexionar el encaje en todo el conjunto. Lo entend¨ªas y lo hac¨ªas. Adem¨¢s, te sent¨ªas libre para apa?¨¢rtelas. Convert¨ªas la t¨¦cnica en tu esclava y no al rev¨¦s.
P. As¨ª que usted discut¨ªa con Von Karajan.
R. S¨ª, s¨ª, en los 13 a?os que tocamos juntos. Bueno, ten¨ªas que estar muy convencida de tus argumentos, porque luego deb¨ªas demostr¨¢rselos.
P. Ahora se va a cumplir su centenario, precisamente. ?Qu¨¦ se perdi¨® en la m¨²sica con ¨¦l? ?Qu¨¦ se llev¨® a la tumba?
R. Lo que quedar¨¢ para siempre es que en los 36 a?os que dirigi¨® a la Filarm¨®nica de Berl¨ªn form¨® su propio instrumento. Ahora no existe otra orquesta que toque con una cultura del sonido tan importante. Hace unos d¨ªas habl¨¦ con un m¨²sico que estuvo con ¨¦l en su ¨¦poca y me recordaba la obsesi¨®n con los ensayos. Pod¨ªa probar una pieza 50 horas. Literalmente. Lo hac¨ªa por partes, lo pegaba todo como un puzle. Nos obligaba a escucharnos mutuamente, a respirar juntos. Lo convert¨ªa en algo muy aut¨¦ntico. ?Por qu¨¦? Porque pasaba mucho tiempo con la orquesta. Eso hoy es muy dif¨ªcil de encontrar. Los directores viajan, comparten orquestas, no llegan a pasar m¨¢s de 12 semanas con cada una y eso hace que todas se parezcan. Con la Filarm¨®nica sigue siendo diferente. Recrea f¨¢cilmente el sonido que consigui¨® con ¨¦l. En el arte nada bueno desaparece.
P. Pocas orquestas tienen esa cualidad.
R. Cierto. Esa tradici¨®n. Lo bueno es que sean conscientes y la trasladen.
P. Empez¨® bien joven a trabajar con Von Karajan. ?A qu¨¦ edad?
R. A los 13 a?os.
P. Una ni?a.
R. Desde luego, es la edad que tiene ahora mi hijo.
P. ??l tambi¨¦n toca el viol¨ªn?
R. Juega mejor al tenis y tambi¨¦n toca el piano.
P. Es cuesti¨®n de cuerdas. ?A qu¨¦ edad empez¨® usted a aprender?
R. A los cinco a?os. Me llevaron a un concierto de David Oistrakh y supe que quer¨ªa hacer eso mismo.
P. ?Qu¨¦ vio para que le impactara?
R. Era el primer concierto al que iba en mi vida y ya eso era todo un acontecimiento. Una sala con dos mil personas que s¨®lo le miraban a ¨¦l, ese sonido, esa emoci¨®n que sacaba de aquella cosa de madera tan peque?a. Me transform¨®. Ve¨ªa que la m¨²sica nos enriquec¨ªa, nos abr¨ªa una ventana en otro universo. Pod¨ªas mirar a trav¨¦s de ella y luego volver mucho mejor, con una fuerza m¨¢gica para afrontar la vida. Me pasa tambi¨¦n cuando veo un buen cuadro. Cada vez que voy a Madrid voy a ver el Cristo de Vel¨¢zquez. Ese cuerpo que sale de la oscuridad me impresiona. Todo el arte es un gran regalo divino.
P. Un misterio.
R. Un misterio de nuestra fuerza creativa, que est¨¢ en todos nosotros.
P. A lo mejor, Dios es precisamente eso, una fuerza creativa que est¨¢ en nosotros, dentro, y no fuera.
R. No s¨¦. No estoy segura. Lo que tenemos es la libertad para elegir desarrollarla y convertirnos en humanistas o dedicarnos a comprar coches, algo contra lo que no tengo nada en contra, porque me encantan. Pero es que el arte te da perspectiva. Hace que la lucha por la vida sea una aventura. No todos podemos ser Beethoven, pero puedes aportar algo para que Beethoven sea mejor.
P. Volviendo a la ni?a violinista. ?Fue feliz?
R. S¨ª, s¨ª. No estaba todo el d¨ªa con el viol¨ªn de arriba abajo, ahora tampoco. No meto ocho horas al d¨ªa. Pienso constantemente en la m¨²sica, eso es otra cosa. De ni?a, no recuerdo que fuera agobiante. Tuve una infancia muy especial, con mis dos hermanos. Viv¨ªamos en el bosque y nos perd¨ªamos en ¨¦l. No ten¨ªamos televisi¨®n, ni PlayStation, jug¨¢bamos al f¨²tbol, al pimp¨®n. En tierra de nadie. Ten¨ªamos nuestros instrumentos y ellos tambi¨¦n tocaban, as¨ª que todos hac¨ªamos ruido, aunque yo fui la ¨²nica loca que decidi¨® meterse en eso.
P. Entonces Von Karajan entr¨® en su vida. ?Fue como un padre?
R. No tanto. Era una especie de superh¨¦roe, respetad¨ªsimo por m¨ª. Por otra parte, era demasiado superhombre para ser una figura paterna. Pero intent¨® convertirse en alguien que me gui¨® durante a?os importantes de mi vida. Me ayud¨®.
P. Sigo pensando que debi¨® ser duro y que debi¨® sentirse sola.
R. No, no es que fuera duro. Era diferente. Pero es que ser diferente es bueno y normal. Encontrar una pasi¨®n en tu vida cuando eres ni?o est¨¢ bien si te ayudan a encauzarla. Para m¨ª fue la m¨²sica y pude dedicarme a ello. Es mucho m¨¢s duro para un ni?o encontrar ese talento y no poder desarrollarlo. As¨ª que yo tuve suerte.
P. ?Nunca se sinti¨® como parte de un circo?
R. No. Es verdad que hay veces en que debes parar eso. En mi fundaci¨®n para ayudar a ni?os m¨²sicos lo hacemos. Muchas veces tenemos que hablar con padres seriamente para que los ni?os terminen sus estudios y para que les den tiempo para otras cosas y sacarles de la burbuja. En mi caso no se dio. He tenido una vida demasiado interesante como para encerrarme en una burbuja.
P. Y ahora con qu¨¦ disfruta m¨¢s al tocar, ?recre¨¢ndose en la t¨¦cnica o mostrando su experiencia?
R. Depende. Hay m¨²sicos que adem¨¢s de su t¨¦cnica incorporan su propio bagaje a la interpretaci¨®n, es lo ideal para m¨ª. El balance. Pero eso es algo que buscas siempre. No quiere decir que en alg¨²n momento no quiera cometer locuras, que tambi¨¦n.
P. Pero usted es una mujer muy responsable, muy controladora.
R. Bueno..., la mayor¨ªa de las veces...
P. ?Tiene su lado salvaje? ?Le brota?
R. En la m¨²sica, con mi viol¨ªn, soy responsable. En otros aspectos de la vida soy..., bastante normal. Una madre normal, que ya de por s¨ª, en mi trabajo, es una locura. He disfrutado viendo crecer a mis hijos, pero me est¨¢ llegando el momento de soltarles, de que empiecen a vivir su vida. Hay momentos en los que no puedes ya protegerles m¨¢s. Intento ser razonable, creo que en muchos aspectos he acertado inculc¨¢ndoles su propia libertad o independencia. Echo de menos que sean peque?os a veces, pero me alegra comprobar que van a saber cuidar de s¨ª mismos. Inculcarles su independencia para m¨ª ha sido crucial. Tener hijos es lo mejor que me ha pasado. El mero hecho de verles sonre¨ªr me derrite.
P. ?C¨®mo anda el otro miembro de la familia, su Stradivarius?
R. Es un instrumento extraordinario, muy sensible a los cambios bruscos de clima. Cuanto m¨¢s viejo se hace, m¨¢s especial. No s¨¦ si es ¨¦l o yo quien cambia esa percepci¨®n. Tiene una voz magn¨ªfica, colores para los que s¨®lo debes buscar un camino correcto con el que permitir que se expresen, que exploten. Siempre mantengo una lucha para sacar lo mejor de ¨¦l.
P. Una relaci¨®n de 20 a?os con ¨¦l la convierte en una mujer fiel.
R. S¨ª, y no pienso cambiarla, sigue intrig¨¢ndome con su misterio.
P. ?Le da miedo perderlo?
R. Los violinistas se suelen poner muy cursis cuando hablan de sus instrumentos. Vivir con una pieza de arte, que ha vivido desde hace trescientos a?os y que debe pasar a siguientes generaciones, es especial, pero su cuidado resulta algo natural.
P. ?No se le pasa por la cabeza cambiarlo?
R. No, es perfecto. Me lo da todo. Los instrumentos hist¨®ricos adem¨¢s son diferentes. Tienen una personalidad, un car¨¢cter que los modernos no tienen y eso te obliga a acoplarte a ellos, es m¨¢s dif¨ªcil, menos aburrido. Te dan una voz muy variada, muy matizada, te dan una intimidad cercana a la voz humana. Si no fuera as¨ª, no me atraer¨ªa. Me compenetro con ¨¦l desde el principio.
P. En estos 20 a?os, ?le ha sacado todo el partido? ?Le falta algo por explorar?
R. Me faltan cosas. Hay m¨¢s. Tiene m¨¢s colores, lo s¨¦ y voy a buscarlos. Lo hago en compositores contempor¨¢neos, cada pieza nueva me da algo desconocido y me ense?a tambi¨¦n limitaciones, m¨ªas y de mi viol¨ªn, que podemos superar.
P. Usted sabe utilizar como pocos un sentido del glamur, de atracci¨®n en los conciertos. ?Necesitamos eso como parte del espect¨¢culo musical?
R. No lo s¨¦. La m¨²sica sinf¨®nica no es ¨®pera. Tiene m¨¢s importancia el sentido auditivo que el visual. No somos actores. Somos quienes aportamos sonido y sensibilidad. No creo que el espect¨¢culo tenga que ver con lo nuestro. Lo que buscas es compenetrarte con la m¨²sica, ser ella. Que vibre. Y a qui¨¦n le importa en ese momento ¨²nico c¨®mo vas peinado, qu¨¦ postura pones. Eso son chorradas. La ¨®pera o incluso el lied necesitan eso. Una Mimi tiene rostro; un concierto de Beethoven, no. No s¨¦ si la belleza desempe?a un papel en esto, es muy subjetiva. En un concierto cierras los ojos, si quieres, y no pasa nada.
P. Lo grave es que te tapes los o¨ªdos.
R. Eso, no se debe escuchar con los ojos, eso ayuda.
P. ?Qu¨¦ falta en el espect¨¢culo sinf¨®nico hoy en d¨ªa? La competencia de la ¨®pera y el barroco le est¨¢n originando una crisis. ?Por qu¨¦?
R. Vivimos en una ¨¦poca en la que nuevos directores est¨¢n apareciendo y van a cambiar la manera de afrontar la m¨²sica en directo. La tradici¨®n debe permanecer pero con nuevas ideas.
P. ?Tanto conf¨ªa en los j¨®venes? Tienen un panorama duro con todo lo que se puede hacer ahora en tu tiempo de ocio.
R. S¨ª, pero nada como asistir a escuchar m¨²sica en directo. No hay lata, disco, ni conserva que lo iguale. Nunca morir¨¢, aunque necesitamos una nueva forma de relacionarnos con el p¨²blico m¨¢s joven.
P. ?C¨®mo?
R. Con m¨¢s cosas que ayuden a entender el hecho musical, charlas previas, el uso de internet, de los medios. Nuestro mundo debe encontrar la manera de relacionarse con el siglo XXI, con sus herramientas, sus posibilidades. Es el presente, que ya ha llegado. Nadie quer¨ªa compactos en los ochenta, y mire... Mire Von Karajan, que se anticip¨® a todo.
Anne-Sophie Mutter actuar¨¢ el pr¨®ximo martes en el Auditorio Nacional, dentro del ciclo Juventudes Musicales de Madrid. Anne-Sophie Mutter, viol¨ªn. Lynn Harrell, violonchelo. Yuri Bashmet, viola. Beethoven: Tr¨ªo de cuerda, opus 9, n¨²mero 3. Serenata en re mayor, opus 8. Tr¨ªo de cuerda en mi bemol mayor, opus 3. A las 20.00. www.auditoriona cional.mcu.es, www.juvmusicales-madrid.com y www.anne-sophie-mutter.de/me_index.php
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