Las claves del ¨¦xito
En las tiendas Fnac lo ¨²ltimo que hay de ella es Simply Anne-Sophie, una recopilaci¨®n de momentos estelares de la violinista producida por la Deutsche Grammophon en doble formato, compacto y DVD (por poco m¨¢s de 20 euros). La portada contradice en redondo al t¨ªtulo, pues de sencilla no tiene nada: Anne-Sophie Mutter se halla recostada en un canap¨¦ sezession vien¨¦s. Lleva un blus¨®n ancho de colores vivos, happy flower, y unos tejanos reci¨¦n lavados. Va descalza, las u?as de los pies sin pintar. Con la mano derecha, en cuyo anular luce un anillo -no lleva otras joyas-, sostiene delicadamente el extremo del arco que por la otra punta apoya sobre el canap¨¦, junto al stradivarius en reposo. En la plenitud de la cuarentena (Rheinfelden, Alemania, 1963), la dama mira al objetivo serena y misteriosa, la sien apoyada sobre el dorso de la mano izquierda. En fotos interiores del ¨¢lbum, la artista se coloca unas babuchas moras, un sombrero de ala ancha o una camiseta blanca impoluta durante un ensayo.
Ha combinado la comercialidad con compromisos serios como la dedicaci¨®n a la m¨²sica contempor¨¢nea
Todo muy d¨¦cada de los setenta, cuando los almacenes Fnac despegaron con un mensaje clave que ha hecho su inmensa fortuna: la cultura, incluida la "alta", es accesible en muchos formatos, f¨¢cilmente manipulables. La televisi¨®n ha pulverizado para siempre las fronteras entre p¨²blico e int¨¦rprete trazadas por el auditorio y ha creado una industria paralela de la proximidad. El espectador ha subido a escena y ha observado a distancia milim¨¦trica el me?ique de Karajan extinguiendo el ¨²ltimo sonido de sus filarm¨®nicos o ha presenciado el monumental cabreo, respetado milagrosamente por la posproducci¨®n, de Bernstein durante los ensayos de West side story. El nuevo aficionado a la m¨²sica cada vez menos cl¨¢sica ha visto dedos deslizarse por encima de cuerdas y llaves, labios prietos cerrando las boquillas de ca?a, arcos perdiendo el pelo, cuellos irritados por el peso del instrumento, gargantas en tensi¨®n, un oc¨¦ano de frentes perladas. A la experiencia ¨²nica del concierto a distancia se le a?ade ahora la cultura, repetible tanto como se quiera, de lo (supuestamente) ¨ªntimo, de aquello que la distancia del auditorio ocultaba.
Anne-Sophie viene al mundo con esa industria ya consolidada en la vieja Rep¨²blica Federal de Alemania, con Karajan y la Deutsche Grammophon convirtiendo en televisi¨®n todo cuanto tocan: orquestas, solistas, producciones oper¨ªsticas, el festival de Salzburgo en peso. Y ocurri¨® que el maestro, cerca ya de cumplir los 70 a?os, llam¨® a una ni?a de 13 para que debutara junto a ¨¦l con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Una decisi¨®n tan arbitraria cre¨® revuelo y cierto rechazo moralizante ante la eventualidad de que el monstruo comercial se zampara a la ni?a. Tonter¨ªas: el viejo zorro plateado no se equivocaba, la ni?a estaba hecha de su misma pasta. Dos a?os despu¨¦s, la adolescente tocaba en Salzburgo junto a Barenboim y grababa dos conciertos de Mozart con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. De ah¨ª a la actualidad, la carrera de Anne-Sophie Mutter se cuenta por ¨¦xitos.
?Cu¨¢les son las claves del fen¨®meno? En primer lugar, por supuesto, el talento para sacarle el sonido al instrumento y esculpirlo al propio gusto. Si una de sus muchas virtudes cabe poner en primer lugar, ¨¦sta debe ser la paleta, la precisi¨®n con que la administra, sin rehuir riesgos en la mezcla de colores, de una gama sorprendentemente amplia. Es, en toda regla, una virtuosa, pose¨ªda por cierto pacto sombr¨ªo, misterioso, con lo sobrenatural (nada m¨¢s sobrenatural que un viol¨ªn: de ah¨ª su identificaci¨®n rom¨¢ntica con el diablo). Su punch de ataque a la cuerda, su agilidad estratosf¨¦rica, su vibrato en¨¦rgico y su exacto contrario, ese sonido cubierto y medio roto que se inventa cuando lo precisa, son datos objetivos de calidad.
M¨¢s reparos pueden ciertamente ponerse con respecto al estilo. Celebrada por sus interpretaciones de Mozart, en el compacto de la Fnac pone dos degustaciones de este compositor, el rond¨® del tercer concierto y el adagio del quinto, que no van muy all¨¢, aquejados de un exceso de tonelaje t¨ªpicamente germ¨¢nico. En cambio, el Beethoven del Romance para viol¨ªn y orquesta, con la Filarm¨®nica de Nueva York dirigida por Kurt Masur, es a¨¦reo, una cuerda tensa que no se acaba nunca, el vuelo de la melod¨ªa infinita que tanto obsesionaba a Wagner. De gran intensidad son las dos piezas de Tango song and dance, una en el compacto, la otra en el DVD, que interpreta con su autor al piano, Andr¨¦ Previn, con el que estuvo casada entre 2002 y 2006 (su anterior marido, con quien tuvo dos hijos, falleci¨® en 1995). Si se busca una interpretaci¨®n exuberante y recreativa entonces hay que dirigirse a la Fantas¨ªa sobre temas de Carmen, de Pablo de Sarasate, espectacular fuego de artificios. En cambio, la danza h¨²ngara de Brahms y el Liebesleid de Kreisler constituyen sendos ejercicios de galer¨ªa dictados por un exhibicionismo gratuito.
Pero es en el DVD donde cierto kitsch estalla sin rubor. Hay por ejemplo un videoclip sobre un fragmento del Invierno vivaldiano con unos efectos especiales dignos de la cadena MTV, por no mentar a Valerio Lazarov. Y a¨²n queda un aut¨¦ntico anuncio sobre un fragmento del primer concierto de Beethoven. Se la ve a ella estirada en la cama, concentr¨¢ndose. Luego, enfundada en un escultural vestido verde, desciende una regia escalera y subida a un coche negro atraviesa Nueva York, no se sabe si para comprar un perfume caro o para tocar en una sala de conciertos. Ninguna sorpresa: la televisi¨®n es maestra aproximando lo banal a lo sublime.
Anne-Sophie Mutter ha cabalgado bien sobre una carrera tan desbocada. Junto a concesiones comerciales discutibles, tambi¨¦n ha establecido un compromiso serio con la m¨²sica contempor¨¢nea. Penderecki, Lutoslawski, Wolfgang Rihm o Previn, con quien mantiene una admirable colaboraci¨®n art¨ªstica, le han dedicado obras que ella ha integrado a su repertorio con entrega.
La generaci¨®n Fnac en la cima: joven, guapa, desinhibida, inconformista, vencedora sobre el rigor mortis que desprend¨ªa la rancia alta cultura. Una generaci¨®n pr¨®xima y a la vez distante. Como una f¨¢bula. O, mejor, como una serie televisiva.
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