Cartas de la persistencia (o 'se?ora oscuridad')
De tanto repetirla, la denominaci¨®n de Colombia como pa¨ªs violento ha pasado a convertirse en una etiqueta y tambi¨¦n en una especie de anestesia, de medicina perversa, que nos vuelve insensibles por efecto de la repetici¨®n de las atrocidades. Aterrada por esto desde cuando era profesora en Brandeis University, ?ngela P¨¦rez se preguntaba de d¨®nde sacan la fuerza para sobrevivir altivamente todas las personas que no conocen otra circunstancia que la de una violencia que comienza en lo dom¨¦stico, pasa por lo personal y llega a lo pol¨ªtico. Como copart¨ªcipe en los proyectos de agencias culturales que ha desarrollado Doris Sommer, de Harvard, ?ngela sab¨ªa, adem¨¢s, y por experiencias concretas, que el arte, la escritura, la m¨²sica, en fin, la creaci¨®n, tienen un impacto en los grupos sociales.
Por todo lo anterior, cuando regres¨® a Colombia y asumi¨® la direcci¨®n de la m¨¢s importante red de bibliotecas del pa¨ªs, la del Banco de la Rep¨²blica, revis¨® los m¨¦todos que se aplican para el fomento de la lectura y comenz¨® a idear alternativas para establecer cadenas de lectura y escritura y caminos para que una y otra, escritura y lectura, sean motivos de encuentro y socializaci¨®n. Cuando Bogot¨¢ fue designada capital mundial del libro, uno de los proyectos que impuls¨® fue el de las Cartas de la persistencia (cu¨¦ntenos su victoria cotidiana y personal).
Dice el plegable de convocatoria: "Escriba una carta corta. Cu¨¦ntele a la persona que usted prefiera su victoria cotidiana y personal. Expl¨ªquele de d¨®nde saca fuerza para seguir viviendo a pesar de los actos violentos o de las situaciones adversas". El autor pod¨ªa o no firmar con su nombre pero, en todo caso, s¨ª deb¨ªa autorizar la publicaci¨®n y la inclusi¨®n de la carta en www.lablaa.org y en el archivo Cartas y conflicto de la Universidad Javeriana, que incluye epistolarios sobre la Guerra de los mil d¨ªas, que dur¨® hasta 1903, y sobre el Bogotazo, que fue el 9 de abril de 1948.
Durante tres meses de plazo para el env¨ªo de las cartas, finalmente la Biblioteca Luis-?ngel Arango reuni¨® 5.586 cartas cuya lectura fue encomendada a un equipo de profesionales que elabor¨® fichas que incluyen un breve resumen del contenido y la calificaci¨®n tem¨¢tica de cada carta.
El pr¨®ximo paso es digitalizar las cartas. Manuscritas, por correo electr¨®nico, con dibujos unas, con fotos otras, s¨®lo texto las m¨¢s, hay cartas de todo el pa¨ªs, zonas rurales y urbanas, escritas por ni?os y tambi¨¦n por adultos, en fin, una gama infinita, desde los extremos m¨¢s desgarradores, como una procedente de Mapirip¨¢n, dirigida a una "querida hermanita" en donde dice que "en nuestro municipio emos aprendido a vivir bajo las hamenasas de los grupos harmados. Todos los host¨¢culos que emos vivido gracias a Dios y a su ayuda hemos podido perdonar".
Hay otra que comienza: "El d¨ªa viernes 10 de septiembre de 2004 a las 11 a.m. se llevaron a mi hijo". Luego cuenta sus avatares de b¨²squeda y termina: "Soy una madre persistente que a pesar de 3 a?os de desaparecido mi hijo tengo fuerzas para seguir busc¨¢ndolo y no me cansar¨¦ de seguir busc¨¢ndolo y a averiguar qu¨¦ fue lo que pas¨® con mi hijo".
En el g¨¦nero de testimonios de primera mano de violencia extrema, est¨¢ la carta que firma David Alberto Zuluaga. "Empezaba la ma?ana del d¨ªa 24 de octubre del 2000. Viv¨ªa en una casa grande, hab¨ªa vacas, terneros, una finca grande y buen potrero para echar los animales. Viv¨ªamos felices y jam¨¢s nos imagin¨¢bamos que alguna tragedia fuera a suceder. Aqu¨¦l d¨ªa mis hermanos Conrado y Wilmar Zuluaga murieron. A las 8 a.m. fueron asesinados cada uno de 18 pu?aladas alrededor de su cuerpo. El entierro fue doloroso y no quisimos volver a la finca. Todo qued¨® abandonado: los animales, la casa, los cultivos; todo por la maldita violencia. Adem¨¢s el mismo d¨ªa de la tragedia yo, David Alberto, un ni?o inocente que s¨®lo contaba con 7 a?os de edad, estaba estudiando en la escuela de la vereda Minitas, del municipio de Granada, Antioquia. A las 9 a.m. llegaron a la escuela unos hombres de muy mal humor preguntando por el profesor que ense?aba ah¨ª. Esos hombres se llevaron al profesor peg¨¢ndole mientras a lo lejos gritaban: 'Encierren esos mocosos que si no, saben muy bien lo que les pasa'. Hoy siete a?os despu¨¦s, muchas personas me motivaron para que siguiera con el estudio y ahora estoy en el grado octavo, estudio en la ma?ana y diario en la tarde salgo a vender empanadas a la calle donde me enfrento a las humillaciones de muchos que se creen mejores que yo, solo porque tengo que rebuscarme la forma honrada de ayudar a mi familia sin tener que recurrir a robar o algo peor".
Seg¨²n Natalia S¨¢nchez, que se ha le¨ªdo m¨¢s de mil cartas de la persistencia, predomina el tema de la violencia. Hay muchos casos de maltrato en la casa y de abandono. Hay cartas de desplazados y testimonios de secuestros. Es sorprendente -dice- la cantidad de cartas dirigidas a los parientes muertos, asunto del que el lector se entera solamente al final, como la carta que escribi¨® un padre de familia de Valpara¨ªso, Caquet¨¢: "Te acuerdas de aquella tarde, cuando preguntaste por qu¨¦ est¨¢bamos tan aprisa cogiendo las cosas, porque esa tarde nos enteramos que ven¨ªa los se?ores de la monta?a reclutando a la fuerza a los ni?os como t¨², que por tu estatura y contextura corporal serv¨ªan para cargar un fusil y por eso abandonamos todo lo que ten¨ªamos dejando atr¨¢s todo lo que hab¨ªamos luchado mediante nuestro trabajo como familia campesina". Sorpresivamente, la carta termina as¨ª: "Y qu¨¦ te digo de m¨ª, si hay momentos en que me embarga una profunda tristeza que me produce una nostalgia inmensa que hace inundar mis ojos de un amargo y extenso llanto que reboza las pocas fuerzas de mi alma, que se pregunta el por qu¨¦ de tu ausencia, el por qu¨¦ de tu muerte temprana a causa de este desplazamiento causado por esta maldita guerra".
"Maldita guerra": es curioso que el mismo adjetivo se repita en los cuatro puntos cardinales y que sea el m¨¢s frecuente para calificar la guerra. Y llama la atenci¨®n la obstinada precisi¨®n en las fechas y en las horas: tal d¨ªa de tal mes de tal a?o a las 8 a.m. o a las 11 a.m. Tambi¨¦n se revela que los corresponsales de estas cartas parecen darle m¨¢s valor a lo escrito que a lo hablado. Por el lado negativo, son frecuentes las cartas que no narran nada sino que predican; y no faltan cartas dirigidas a personajes, al presidente de la Rep¨²blica, las m¨¢s de ¨¦stas.
Y, escaso, tambi¨¦n aparece el rasgo po¨¦tico, como el de un ni?o, Jhonatan Ferney Rodr¨ªguez Su¨¢rez, que escribi¨® la carta que copio entera. "Se?or miedo oscuridad. Ciudad. Reciba un cordial saludo. Respetada oscuridad, la carta que me atrevo a escribirle es para pedirle el favor que por la noche no me asuste m¨¢s, ya que cuando apago la luz de mi cuarto siento mucho miedo. Por eso le pido, se?ora oscuridad que no me asuste y sea un poco m¨¢s clarita cuando duermo y podamos ser amigos. Le agradezco de antemano su atenci¨®n a mi petici¨®n". -
Dar¨ªo Jaramillo Agudelo (Santa Rosa de Osos, Colombia, 1947) es autor del poemario Aunque es de noche y las novelas El juego del alfiler y Novela con fantasma (todos en Pre-Textos)
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