El pasado bajo las calles de Valencia
El viaje a la Antig¨¹edad requiere algunos pre¨¢mbulos porque si no puede convertirse en un viaje a ninguna parte. Exige reconstruir el paisaje f¨ªsico y humano, centrar el marco cronol¨®gico y acceder al tema objeto de inter¨¦s por la puerta m¨¢s adecuada en cada caso, a partir de los restos arqueol¨®gicos, de los textos cl¨¢sicos, de las cr¨®nicas o de la historiograf¨ªa moderna, y es recomendable hacer todo eso con el mayor rigor para evitar conclusiones banales o irrelevantes, por no decir err¨®neas. Tal vez por eso las respuestas de los expertos a las preguntas acerca de la excavaci¨®n de un solar situado entre las calles de Ruaya y de Sagunto, que se ha convertido en noticia local, sean un tanto evasivas, fiando a investigaciones futuras la valoraci¨®n de los hechos revelada por aquello que se va dando a conocer. Lo que no impide, sin embargo, que la informaci¨®n preliminar suscite a veces curiosidad, otras, precipitadas conclusiones, o bien, reflexi¨®n sobre planteamientos muy diversos que van desde el pensamiento acad¨¦mico a la gesti¨®n del patrimonio pasando (?terror!) por la identidad, que, en este caso, nunca mejor dicho, no solo est¨¢ por los suelos sino que puede acabar convertida en una plaza de garaje.
La Consejer¨ªa de Cultura tiene que dar garant¨ªas cient¨ªficas para la arqueolog¨ªa urbana
Mi reflexi¨®n al respecto pretende el tono de peque?a disertaci¨®n universitaria, que cada lector, si tiene a bien seguir, podr¨¢ aceptar o rechazar, porque la ¨²ltima palabra no est¨¢ dicha. Mis puntos de partida son: considerar el antiguo entorno de Valencia como un espacio abierto por mar y por tierra; concretar momentos hist¨®ricos ¨¢lgidos en su frecuentaci¨®n antigua y hacer una llamada de atenci¨®n sobre las excavaciones urbanas.
Desde hace algunos a?os se vienen sucediendo hallazgos prerromanos en torno a la calle de Sagunto que denotan la localizaci¨®n estrat¨¦gica de la misma, tanto en ¨¦poca romana como con anterioridad, cuando el ¨¢rea edetana estaba atravesada de norte a sur por un camino que se llam¨® V¨ªa Heraclea, que bordeaba necesariamente por ah¨ª humedales y albuferas considerablemente m¨¢s extensos que los actuales, hasta llegar a cruzar el r¨ªo Turia para proseguir hacia el sur.
Un ¨¢rea con puertos de enlace internacional, como el Grau Vell de Sagunt, surcada adem¨¢s por rutas terrestres de largo recorrido desde el comienzo de la ¨¦poca ib¨¦rica, es un ¨¢rea de circulaci¨®n y redistribuci¨®n de gran cantidad de bienes, a cargo de personas del lugar o ajenas al mismo. Pero la intensidad de esa movilidad se multiplica cuando hay movimientos de tropas, como ocurri¨®, en esta zona, durante el siglo III a. C., cuando los cartagineses ampliaron el control del Mediterr¨¢neo occidental, involucrando a tribus ib¨¦ricas, hasta que se desencaden¨® el enfrentamiento de los Barca (generales cartagineses) y los Escipiones (generales romanos) que tuvo en el sitio de Sagunto su justificaci¨®n pol¨ªtica, a fines de dicho siglo. Algo despu¨¦s, como consecuencia del triunfo romano y de la creaci¨®n de la Citerior, hubo un reajuste del poblamiento ib¨¦rico que dio lugar al abandono de Edeta (Ll¨ªria) y de los poblados de su entorno, seg¨²n documenta sobre todo la investigaci¨®n dependiente del Museo de Prehistoria de la Diputaci¨®n.
La presencia militar pon¨ªa en marcha en aquellos tiempos infraestructuras de todo tipo as¨ª como una necesaria intendencia, dejando ambas cosas huella arqueol¨®gica. De modo que la dataci¨®n de los hallazgos y su volumen son b¨¢sicos para interpretar los restos de la calle de Ruaya, si es que responden a un asentamiento de una duraci¨®n relativamente corta en lo concerniente a sus niveles m¨¢s antiguos, mejor que a un poblado ib¨¦rico. Menos determinante es la facies marcadamente p¨²nica de ¨¢nforas, morteros y monedas de los hallazgos pues, como se ha visto en el Ebro, los romanos aprovecharon la econom¨ªa que estaba funcionando previamente a su llegada, en Ibiza, en el ¨¢rea del Estrecho o en el norte de ?frica, para avituallar las provincias que acababan de conquistar e incluso pagaron con restos de moneda cartaginesa a los participantes en sus empresas, por lo que el origen de los materiales arqueol¨®gicos no predetermina el de sus usuarios, si bien indica el car¨¢cter civil o militar del yacimiento.
De esta problem¨¢tica, que sobrepasa el inter¨¦s local, se deriva la necesidad de exigir a la Consejer¨ªa de Cultura, que tiene las transferencias en esta materia, garant¨ªas cient¨ªficas para la arqueolog¨ªa urbana, que no se programa sino que se atiende sin financiaci¨®n p¨²blica a medida que se solicitan nuevas licencias. Y demasiadas veces como un tr¨¢mite de urgencia previo al inicio de las obras. En el sector objeto de este cometario sali¨® hace un tiempo, que yo sepa, una calzada imponente de unos diez metros de anchura y un tesorillo de monedas principalmente cartaginesas, publicado por Ripoll¨¨s como una ocultaci¨®n del periodo de la segunda guerra p¨²nica.
Por m¨¢s que la direcci¨®n de la excavaci¨®n en curso, igual que otras, tenga experiencia t¨¦cnica y abnegaci¨®n en el desempe?o del trabajo de campo, la investigaci¨®n requerida para relacionar tantos hallazgos, de tantas ¨¦pocas, es probable que adolezca de la falta de actuaciones preventivas y, por supuesto, de un equipo multidisciplinar. Porque aqu¨ª he comentado lo que m¨¢s me compete, pero el solar de la calle de Ruaya conserva asimismo una acequia isl¨¢mica para el riego de jardines y huertas, y es el cuidadoso archivo de todo ello lo que, debidamente publicado, dignifica el natural sentimiento de pertenencia de los valencianos, que va m¨¢s all¨¢ de una disputa entre si es mejor ser ibero que romano.
Carmen Aranegui Gasc¨® es catedr¨¢tica de Arqueolog¨ªa. Universitat de Val¨¨ncia.
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