La aspiraci¨®n a la universalidad
Josep Palau i Fabre, poeta y estudioso de Picasso, falleci¨® ayer en Barcelona
La desaparici¨®n de Josep Palau i Fabre (Barcelona, 1917) afecta y enlobreguece no s¨®lo a las letras catalanas, sino tambi¨¦n a las del conjunto peninsular y a¨²n a las del abigarrado y complejo ¨¢mbito europeo. Poeta, narrador, dramaturgo, ensayista, su obra abarca un campo extens¨ªsimo en el que a menudo los g¨¦neros se imbrican y mezclan. La poes¨ªa embebe sus relatos y apuestas teatrales y los impregna de una sorprendente frescura y vitalidad. Con Foix, Espriu, Ferrater, Maria Merc¨¨ Mar?al y Gimferrer vertebra el renacimiento de una poes¨ªa que en nada desmerece de la de Machado, J. R. Jim¨¦nez, Alberti, Cernuda y Valente.
Sus audacias esc¨¦nicas emulan, junto a las de Joan Brossa, las de Dario Fo. La confessi¨® o l'esca del pecat nos seduce con su irreverente humor, pr¨®ximo al del gran Diderot. Los relatos de La tesis doctoral del diablo entroncan con los mejores cuentos de Borges, Monterroso y Virgilio Pi?eira. Al evocar sus obras en esta triste fecha no quiero dejar en el tintero los deliciosos Contes de Cap?alera ni su Doble ensayo sobre Picasso, con quien mantuvo una fiel y provechosa amistad.
Yo quer¨ªa ser como ¨¦l, acceder a la libertad cultural, corporal y pol¨ªtica
Conoc¨ª de o¨ªdas a Palau durante los dos a?os que frecuent¨¦ la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. En los mediocres y conformistas medios literarios de la ¨¦poca, su fama de rebelde, afrancesado, ateo y obseso sexual, en vez de sumarme a la reprobaci¨®n que todo ello suscitaba a ojos de los biempensantes, le convirti¨® en objeto de una estimulante y perdurable admiraci¨®n. No olvido la impresi¨®n que me causaron Los poemas del alquimista que circulaban bajo mano gracias a una impresi¨®n clandestina, falsamente localizada en Par¨ªs. Leer los versos de Palau, inmerso en la bazofia period¨ªstica y seudoliteraria creada por la censura franquista-eclesi¨¢stica, fue una de mis experiencias m¨¢s hondas de lector juvenil. Memoric¨¦ La sabata (El zapato) a fuerza de leerla y releerla. Yo quer¨ªa ser como ¨¦l, acceder a la libertad cultural, corporal y pol¨ªtica, abandonar definitivamente la "fatal pen¨ªnsula" y establecerme en Par¨ªs.
Cuando lo logr¨¦ al fin -mi primera escapada a la Rive Gauche se remonta al oto?o de 1953- lo localic¨¦ r¨¢pidamente a trav¨¦s de amigos comunes y entabl¨¦ a partir de entonces unos v¨ªnculos de amistad que se han prolongado m¨¢s de medio siglo. Palau me introdujo en la obra de Baudelaire, Rimbaud, Mallarm¨¦, Apollinaire y de los surrealistas. Era amigo de Artaud y de Octavio Paz. La amplitud y riqueza de sus conocimientos contrastaban con mi paticoja y desordenada cultura y me serv¨ªan de acicate para inventarme una biblioteca personal abierta a la diversidad del mundo.
En Coto vedado refer¨ª los a?os de nuestra amistad parisiense: los modestos almuerzos en el Foyer de Sainte-Genevi¨¨ve, mi visita a su buhardilla de l'?le Saint-Louis, los encuentros en alg¨²n caf¨¦ del bulevar Saint-Michel o de Saint-Germain-des-Pr¨¨s. Su visi¨®n libre de la literatura, irreductible a todo esquema te¨®rico, sirvi¨® de contrapeso a la ideologizaci¨®n de mis compa?eros de generaci¨®n. ?C¨®mo compaginar, en efecto, las doctrinas de Luc¨¢ks con la lectura de Jacques el fatalista o de Bouvard y P¨¦cuchet? Tras algunos a?os de dudas y contradicciones, la influencia de Palau, reforzada por mi presencia en el vivero de escritores de Gallimard, me libr¨® de los impedimentos y r¨¦moras que lastraban mi primitiva percepci¨®n literaria.
Palau regres¨® a Barcelona en 1961 y, desde entonces, no le vi sino ocasionalmente: primero en Par¨ªs y luego en nuestra ciudad nativa. Pero mi profunda estima por ¨¦l y su obra, por su inconformismo art¨ªstico y moral, se reforzaron. Recuerdo ahora su aguda observaci¨®n acerca de la busca de una universalidad sin fronteras, en los ant¨ªpodas de "peque?o contexto" (Kundera dixit) del nacionalismo identitario:
"Que dos de los m¨¢s grandes alquimistas medievales -Llull y Vilanova- sean catalanes, deber¨ªa haber hecho reflexionar algo m¨¢s a la gente de nuestro pa¨ªs. Junto a la presunta filosof¨ªa catalana y a la escuela llamada del juicio (del seny), dom¨¦stica y rancia, se yergue esta otra tradici¨®n, pre?ada de locura, que es la alquimia. Es la ¨²nica que puede darnos un rango universal. La ¨²nica por donde podemos hallar una grandeza que se corresponda con la grandeza del hombre".
Palau i Fabre, escritor catal¨¢n y europeo, pertenece a este universo sin fronteras que le otorga una perdurable modernidad.
La sabata
He donat el meu cor a una dona barata.Se'm podria a les mans. Qui l'hauria volgut?En les escombraries una vella sabatafa el mateix goig i sembla un tresor mig [perdutTotes les noies fines que ronden a ma vorano han tingut la virtut de donar-me el consolque d¨®na una abra?ada, puix que l'home no [plorapels ulls, plora pel sexe, i ¨¦s amarg plorar sol.Vull que ho s¨¤piguen b¨¦ les parentes i [amigues:Josep Palau no ¨¦s ¨¤ngel ni ¨¦s un infant model.Si tenien de mi una imatge bonica,ara jo els n'ofereixo una de ben fidel.No vull m¨¦s ficcions al voltant de la vida.Aquella mascarada ha durat massa temps.Com que us angunieja que us mostri la [ferida,per aix¨° deixo encara la sabata en els fems.
El zapato
Le he dado el coraz¨®n a una mujer barata.Se pudr¨ªa en mis manos. ?Qui¨¦n lo hubiera [querido?Por entre los escombros un vetusto zapatonos encandila igual, es tesoro escondido.Ninguna de las chicas que rondan junto a m¨ªha tenido el valor de otorgarme el consuelode un abrazo: el hombre no llora por los ojos,s¨ª llora por el sexo, y es triste llorar solo.Quiero que se percaten mis parientas y [amigas:Josep Palau no es ¨¢ngel ni es un chico [modelo.Si es que de m¨ª ten¨ªan una imagen bonita,yo les ofrezco ahora una imagen sin velo.No quiero m¨¢s ficciones en torno de mi vida.Aquella mascarada perdur¨® demasiado.Ya que os molesta tanto que os ense?e la [herida,en los escombros dejo mi zapato gastado.
Babelia
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