El partido perfecto del Sevilla
Los de Jim¨¦nez apabullaron y empeque?ecieron al Zaragoza en una goleada estruendosa
El f¨²tbol es una de las pocas cosas que puede sorprender tanto al depredador como a su alimento. En Sevilla se esperaba el partido de ayer de u?as, con dudas -contrastadas y hasta necesarias- sobre el desempe?o profesional del equipo y de su cuadro t¨¦cnico y con la visita de un equipo al que se le presum¨ªan los malos humos del jabal¨ª herido as¨ª como la capacidad de hacer da?o que se le supone a ¨¦ste. El entrenador sevillista no se atrevi¨® a variar m¨¢s de lo que le obligaba la legislaci¨®n -Poulsen, sancionado- y la biolog¨ªa -Dragutinovic- sobre el conjunto que suele alinear. Y as¨ª, pr¨¢cticamente el mismo conjunto, incluso con menor ¨¢nimo, que sali¨® escaldado el mi¨¦rcoles de Turqu¨ªa en la Liga de Campeones frente a un rival al que todos presum¨ªan menor, se comi¨® por los pies a uno de Espa?a al que s¨ª que se le ten¨ªa miedo. Definir la superioridad futbol¨ªstica del Sevilla sobre el Zaragoza anoche supondr¨ªa un ejercicio de injusticia. Para ambos. Porque no se puede explicar todo lo sucedido ayer en el campo de juego con el f¨²tbol. Sin la intervenci¨®n de las emociones humanas y privadas, de las circunstancias que acaban por cristalizar en la capacidad para crecerse ante la adversidad o de desmoronarse ante el soplido es imposible algo como lo sucedido ayer. Duele hasta hablar de ba?o, de repaso, de revolc¨®n, porque fue algo m¨¢s.
Duele hablar de ba?o, de repaso y de revolc¨®n al Zaragoza. Fue algo m¨¢s
El Sevilla empez¨® iluminado por la pareja m¨¢s extravagante del f¨²tbol espa?ol: Alves y Luis Fabiano. El primero ejerce de l¨ªder de un equipo desde la inopinada posici¨®n de lateral derecho. Algo que, con cualquier otro jugador, con cualquiera que se quiera traer a colaci¨®n a efectos de debate, resultar¨ªa, desequilibrado, asim¨¦trico, incapaz. Con Alves, ya no queda m¨¢s remedio que gritarlo, es posible. El otro integrante de esta pareja es el delantero Luis Fabiano, capaz de iluminar el estadio con sus goles el domingo e incendiar el vestuario el lunes con sus declaraciones, normalmente ego¨ªstas y oportunistas. A Luis Fabiano le hab¨ªan robado en su casa apenas 48 horas antes del partido, pero ese desapego suyo antes citado le ayud¨® a reducir el universo a sus botas, el bal¨®n y la red. Primero, estuvo atento para reba?ar un buen centro de Alves desde la banda. Despu¨¦s hizo una jugada que s¨®lo un superdotado puede realizar: recibe con un control delicado, acaricia el bal¨®n con el pie para avanzar, levanta la cabeza para localizar el ¨²nico hueco que no cubren los muchos piernas y brazos que quieren frustrarle el logro y finalmente toca sublime por encima del portero. Y el Zaragoza dej¨® de ser un equipo de f¨²tbol.
El Sevilla despleg¨® un f¨²tbol perfecto. De los c¨¢nones m¨¢s cl¨¢sicos, a los m¨¢s rompedores del juego. Y meti¨® cinco goles. Sobre lo que le pas¨® al Zaragoza, tan s¨®lo ellos pueden responder de algo tan estruendoso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.