A cara de perro
Ma?ana lunes se celebrar¨¢ -si los imponderables desafortunados o las maniobras maliciosas no lo impiden- el primero de los dos debates (el segundo ser¨¢ el 3 de marzo) pactados por socialistas y populares para que sus respectivos candidatos a la presidencia del Gobierno se vean las caras en televisi¨®n. Las primeras y ¨²ltimas confrontaciones dial¨¦cticas entre los dos principales aspirantes al m¨¢ximo cargo electivo de la democracia espa?ola (desde 1982, PSOE y PP suman m¨¢s de 300 de los 350 esca?os del Congreso) se remontan a cuando el entonces presidente Felipe Gonz¨¢lez acept¨® medirse hace 15 a?os con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
La Junta Electoral hab¨ªa obstaculizado los cara a cara transmitidos por televisi¨®n p¨²blica -la ¨²nica existente- entre los dos candidatos con mayores posibilidades de alcanzar la victoria a causa de las protestas de las restantes fuerzas pol¨ªticas por la quiebra de la igualdad de oportunidades de los dem¨¢s aspirantes. Pero la ruptura del monopolio estatal televisivo en 1990 permiti¨® organizar esos duelos bilaterales en las televisiones privadas sin temor a infringir las leyes. Despu¨¦s del bautismo de 1993, sin embargo, Aznar (en 1996 y 2000) y Mariano Rajoy (en 2004) incumplieron tres veces seguidas sin el menor argumento el compromiso impl¨ªcitamente contra¨ªdo de respetar para cada elecci¨®n presidencial ese uso pol¨ªtico, consolidado desde los a?os sesenta en Estados Unidos y buena parte de las democracias avanzadas. La racaner¨ªa, ventajismo y cortedad de miras de los dos candidatos populares, que daban por descontada su victoria y no quer¨ªan correr riesgos, explican el largo interludio hasta 2008.
Zapatero y Rajoy celebrar¨¢n ma?ana su primer debate electoral transmitido por televisi¨®n
?Cu¨¢les son las razones de que los debates televisivos entre los candidatos presidenciales se hayan convertido en un rasgo de calidad democr¨¢tica? Desde luego, podr¨ªan abaratar las costos¨ªsimas campa?as electorales de los partidos, sufragadas por los contribuyentes a trav¨¦s de las subvenciones presupuestarias. Pero, sobre todo, materializan el derecho de los ciudadanos a recibir la mayor informaci¨®n posible (desde el programa de gobierno de los candidatos hasta datos sobre su personalidad) para decidir el sentido del voto. Pese a la incondicional oferta de Zapatero de restablecer la pr¨¢ctica inaugurada y abandonada en 1993, esa loable iniciativa estuvo a punto de irse a pique por los rid¨ªculos tiquismiquis y las abusivas exigencias de los negociadores del PP, empe?ados en vetar a Televisi¨®n Espa?ola e imponer Telecinco y Antena 3 (una sospechosa colusi¨®n entre pol¨ªtica y negocio) como organizadoras exclusivas de los debates.
Suscrito finalmente el acuerdo que permitir¨¢ la celebraci¨®n de los mano a mano con un ceremonial encorsetado y r¨ªgido, nunca llegar¨¢ a saberse probablemente si la inicial actitud obstruccionista del PP respondi¨® a recelos paranoides generalizados, al temor a la flojera de Rajoy para aguantar un debate largo con Zapatero (ya perdi¨® varios en el Parlamento) o al deseo de impedir una vez m¨¢s en esta legislatura una soluci¨®n de consenso mediante su inmoderada capacidad de bloqueo como minor¨ªa. -
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