El AVE, el ave, la gallina y el anaglifo
Los anaglifos son peque?os poemas divertidos de esos espa?oles presurrealistas de la Residencia de Estudiantes. Repet¨ªan palabra, ten¨ªan que incorporar la palabra gallina y se sal¨ªa por donde se quisiera. Pep¨ªn Bello le mandaba algunos a su amigo Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas: "El pin, el pan, el pun, la gallina y el comandante". Eran espa?oles de la risa, de la alegr¨ªa sin canciones, sin himnos, que pasaban de los lieder de Wagner a la voz de Manuel Torres. El llanto no tardar¨ªa en llegar. Ni por ¨¦sas, el soltero profesional, el bueno de Pep¨ªn, perdi¨® su sentido del humor, sus ganas de jugar ni su pulcra modestia.
El AVE llegaba a Barcelona y en Madrid se recordaba a Pep¨ªn entre amigos. Les gustaba viajar en tren, incluso imaginar que viajaban en trenes inventados. Afici¨®n que sigui¨® hasta los a?os de amistad con Juan Benet en los que, como ni?os muy serios, se dispon¨ªan al viaje a ninguna parte, pero con revisor.
A Pep¨ªn Bello y a Juan Benet les gustaba disponer viajes a ninguna parte, pero con revisor
Volv¨ªamos de la civilizada y po¨¦tica Ronda. Donde naci¨® Giner de los R¨ªos y el toreo. Ciudad de arist¨®cratas y bandoleros. Y como por asalto, tomamos el AVE por el lado m¨¢s noble: El Club. ?Qui¨¦n no se aprovecha de un error? Nos acomodamos entre espa?oles disfrazados de cazadores austriacos, escopetas que asesinan perdices -lo contrario de la caza, seg¨²n Delibes y otros- y espa?oles satisfechos y de derechas eternas o renovadas. No confundir con la derecha liberal de Bello y su pandilla. Liberales de un lado o del contrario. En primera fila, m¨¢s inquirido que aplaudido, volv¨ªa a casa una de las cabezas -o lo que sea- del nuevo integrismo a la espa?ola. ?ngel Acebes. Yo estaba parapetado con mi lectura preferida de las ¨²ltimas semanas, Esto no es m¨²sica, de Jos¨¦ Luis Pardo, aunque no pod¨ªa evitar escuchar: "??ngel, dales ca?a! ?Pero de verdad! ?Ahora est¨¢n acorralados! ?Y nada de mariconadas, eh! ?A por ellos! ?No querr¨¢s que soportemos otros cuatro a?os!". No tengo mucha afici¨®n a cierta gente y no recordaba el rostro de la derecha dura a la espa?ola. Me gustar¨ªa que las derechas fueran como el puritano y dem¨®crata Santayana. No van por ah¨ª los tiros.
Intent¨¦ escaparme de esa realidad con la m¨²sica le¨ªda de Abbey Road, pero sus voces eran capaces de distorsionar. Un verdadero malestar entr¨® en mi cultura de masas. Son¨® un m¨®vil, el politono: el Himno nacional. Soy de una clase de espa?oles sin himno. Ni ganas. Yo escucho a los Beatles. O a Jane Birkin, que cantaba y dec¨ªa "viva la Espa?a". Nada que ver con los que a la salida de su concierto, con banderas azules y otros p¨¢jaros, gritaban: ?Viva Espa?a! Caricia en la voz de Birkin, agresi¨®n en las suyas. Pues eso: la derecha, la derecha, la gallina y Acebes. Qu¨¦ cante.
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