Votar o no votar
La participaci¨®n ser¨¢ decisiva, pero no est¨¢ claro que una mayor tensi¨®n pol¨ªtica la estimule
Cerca del 10% de los electores deciden su voto en la ¨²ltima semana y una parte considerable de ellos el mismo d¨ªa de la votaci¨®n, por lo que la campa?a de dos semanas abierta el pasado jueves ser¨¢ probablemente decisiva. Y dentro de la campa?a, los debates por televisi¨®n entre Zapatero y Rajoy de los dos pr¨®ximos lunes. Porque todos los sondeos reflejan la existencia de un alto porcentaje de indecisos: a la espera de que los candidatos les den argumentos para decantarse.
Pero no s¨®lo sobre a qui¨¦n votar, sino sobre si votar o dejar de hacerlo. Nunca se hab¨ªa hablado tanto de la abstenci¨®n como factor determinante del resultado. Se da por supuesto que hay m¨¢s abstencionistas potenciales identificados con el centro-izquierda que con la derecha, y, por tanto, que para revalidar su victoria Zapatero necesita una alta participaci¨®n. Aunque no siempre se ha verificado esa teor¨ªa, s¨ª est¨¢ avalada por la experiencia de las dos ¨²ltimas elecciones: la mayor¨ªa absoluta de Aznar en 2000 con la segunda menor participaci¨®n desde 1977 (del 68%), y la victoria de Zapatero en 2004 con una siete puntos mayor. La media en las nueve elecciones celebradas es del 71,6%.
Esto tiene efectos en la campa?a. En teor¨ªa, al PP le conviene moderar sus mensajes para no excitar al votante dormido de centro-izquierda, y al PSOE, movilizar a ese sector con mensajes como el de los socialistas catalanes: "Si no vas [a votar], ellos vuelven". Es decir, un voto a la contra, para que no gane la derecha. La idea ser¨ªa mantener los votos movilizados contra el PP en 2004; sin embargo, el PP llevaba entonces ocho a?os gobernando, y ahora viene de cuatro en la oposici¨®n. Una oposici¨®n muy radical, que lastra sus intentos de proyectar esa imagen de moderaci¨®n que buscar¨ªa ahora.
Hay una contradicci¨®n de fondo: Rajoy se ofrece como garant¨ªa de recuperaci¨®n de los consensos de la transici¨®n, de cuya ruptura culpa a Zapatero. Pero su oferta queda en el aire al mantener su burda descalificaci¨®n (como culparle de las agresiones de estos d¨ªas a varios candidatos) hacia el ¨²nico partido con el que podr¨ªa reconstruir ese consenso. Rajoy acaba de calificar de "lamentable" la legislatura, pero no reconoce su contribuci¨®n a que lo haya sido al poner su partido a disposici¨®n de demagogos y lun¨¢ticos varios con gran influencia social.
La buena conciencia de los socialistas al considerar un acto de justicia llamar a evitar que gane el PP tiene de malo que transmite un mensaje falto de ambici¨®n. Quiz¨¢ motivar¨ªa m¨¢s la petici¨®n abierta de una mayor¨ªa absoluta (a la que leg¨ªtimamente debe aspirar todo partido) con la que poder aplicar su programa para Espa?a sin depender de socios pol¨ªticos. La tentaci¨®n abstencionista de buena parte del electorado de centro-izquierda (urbano, ilustrado, moderado) guarda relaci¨®n con el hartazgo, pero no s¨®lo con la crispaci¨®n alimentada por el PP, tambi¨¦n con una legislatura que acaba sin que los logros del Gobierno eclipsen sus errores.
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