"De blanco, para disimular"
El negocio de los 'matrimonios de inter¨¦s' crece gracias a Internet
El 22 de enero fue el primer aniversario de boda de Roc¨ªo. No hubo tarta ni regalo; su marido es para ella casi un extra?o. Sabe de ¨¦l que es senegal¨¦s, que lleg¨® a Espa?a en patera y que pag¨® los 8.000 euros en que ella tas¨® el matrimonio de conveniencia. Sabe algunas cosas m¨¢s que memoriz¨® para el examen al que les someti¨® un juez antes de la boda. Unas reales (el nombre de sus padres, las cicatrices que tiene ¨¦l en el cuerpo) y otras falsas, como el lugar en que se conocieron.
Roc¨ªo es el nombre ficticio tras el que se oculta a una madrile?a de 33 a?os, empleada de banca. Casada pero enamorada de otro, de su novio de toda la vida. Se dej¨® llevar por ¨¦l "en algunas inversiones que salieron mal" y termin¨® buscando dinero bajo las piedras. No le gusta hablar de deudas pero cuenta que le preocupaban tanto que flirte¨® con la prostituci¨®n. Al final recurri¨® a un matrimonio blanco. O m¨¢s bien a dos, porque ella se cas¨® con Aliou, el senegal¨¦s que respondi¨® a su anuncio de Internet, mientras que su novio, siempre menos h¨¢bil en los negocios, vendi¨® la solter¨ªa por s¨®lo 5.000 euros a una colombiana. "Y no nos va mal, pero nos pueden las ganas de divorciarnos para tener hijos sin l¨ªos", admite Roc¨ªo. A¨²n les quedan dos a?os para que sus parejas consigan la nacionalidad. Luego ser¨¢n libres.
"Muchos de los novios andan en asuntos oscuros", dice un inspector
Roc¨ªo se cas¨® con un senegal¨¦s; su novio, con una colombiana
La Red ha transformado los matrimonios de conveniencia. Los foros rebosan de peticiones de nacionales y extranjeros. Entre 2.000 y 9.000 euros cuesta cambiar de estado civil. A la directora general de registros y notar¨ªas, Pilar Blanco-Morales, le preocupa que "un pu?ado de fraudes" ensucie las uniones mixtas. Seg¨²n cifras de su direcci¨®n, s¨®lo 300 matrimonios sospechosos fueron rechazados en 2007. Un dato incompleto, porque el Ministerio de Justicia computa s¨®lo los casos desechados en segunda instancia, y la mayor¨ªa de defraudadores no llegan tan lejos cuando se les plantean dificultades. Blanco-Morales insiste en que el fraude es una an¨¦cdota en el bosque de matrimonios mixtos sinceros, un total de 24.000 en 2006, m¨¢s del 10% de las uniones en Espa?a. Aun as¨ª, la proliferaci¨®n de casos ha obligado a muchos registros civiles a redoblar las precauciones. En las bodas en Espa?a o en consulados en el extranjero, los contrayentes pasan por separado una entrevista sin cuestionario homologado: todo queda a discreci¨®n del juez. Justicia recomienda preguntas que garanticen que existe un conocimiento profundo, aunque no exhaustivo, de la pareja: cuestiones sobre las circunstancias en que se conocieron, relaciones anteriores, aficiones... El tr¨¢mite sirve para rechazar los casos en que el juez no est¨¢ "positivamente seguro de las motivaciones de los contrayentes".
"No es dif¨ªcil", lo resume a su manera Roc¨ªo. El juez les recibi¨® en el Juzgado Civil. Se hab¨ªan aprendido al dedillo la vida del otro, pero bastaron unas cuantas preguntas. Universitaria, rubia, enjoyada, Roc¨ªo no levant¨® sospechas. "Los c¨®mplices de estos fraudes suelen ser personas visiblemente necesitadas de dinero", explica Jaime Nicol¨¢s, inspector jefe de la brigada de extranjer¨ªa de la Polic¨ªa Nacional. Roc¨ªo y Aliou completaron sin problemas la proeza de casarse en Madrid, uno de los registros m¨¢s vigilados. En otras provincias los tr¨¢mites son infinitamente m¨¢s sencillos. Esa es la raz¨®n de que en Murcia se investiguen 200 matrimonios sospechosos entre espa?olas y nigerianos.
En este caso son matrimonios can¨®nicos, que dependen de las relaciones entre parroquias de Espa?a y el extranjero. En opini¨®n del inspector Nicol¨¢s el fraude saltaba a la vista porque "la mayor¨ªa de los nigerianos son evang¨¦licos, no cat¨®licos". Aunque la ley estipula que puede imputarse a los implicados en un fraude, ese extremo resulta dif¨ªcil de demostrar. La polic¨ªa interviene en casos de falsedad documental. En ocasiones, el certificado de nacimiento o de solter¨ªa requieren un viaje al pa¨ªs de origen del contrayente extranjero, que como ilegal, no tiene f¨¢cil regresar a Espa?a. Para sortear el problema muchos recurren a la falsificaci¨®n. "Y eso s¨ª que es un delito comprobable", explica Jaime Nicol¨¢s. Las penas no llegan al a?o; el aut¨¦ntico castigo es la incoaci¨®n del expediente de expulsi¨®n. El inspector se rebela contra la imagen de inocencia de estos fraudes: "Muchos de los que se casan andadn en asuntos oscuros y no optan a la nacionalidad porque ni tienen un trabajo legal".
La extra?a pareja no vive junta. Roc¨ªo le guarda a Aliou el correo. Si les descubren, la regularizaci¨®n se anula. Aprovechan que en Espa?a no existen controles posteriores a las bodas, "por razones de calidad democr¨¢tica", matiza Blanco-Morales. La polic¨ªa no act¨²a de oficio y tampoco persigue los anuncios en Internet. "S¨®lo actuamos en casos de estafa comprobada", explican un agente del cuerpo. "Otra cosa es que se pruebe que los foros se enriquecen con los anuncios delictivos", abunda la misma fuente, consciente de que las p¨¢ginas se blindan al aclarar que las opiniones vertidas son ajenas a su control. La mayor¨ªa de las investigaciones las desencadena una denuncia del c¨®nyuge espa?ol. "Es m¨¢s com¨²n de lo que parece", confirma Blanco-Morales. "Hay gente que no es consciente de los deberes que contrae". La candidez cuesta cara, por eso muchos de los anunciantes de Internet exigen una separaci¨®n de bienes o la mediaci¨®n de un abogado.
"Por inter¨¦s, lo m¨ªo no es peor que lo de cualquier matrimonio", argumenta Roc¨ªo. La polic¨ªa admite que definir qu¨¦ es inter¨¦s constituye la dificultad esencial. En opini¨®n del inspector Nicol¨¢s el problema es la falta de una legislaci¨®n expl¨ªcita: "?En qu¨¦ sitio del C¨®digo Penal viene que para casarse hay que estar enamorado?". Blanco-Morales encuentra la frontera legal clara: "El contrayente asume derechos y deberes, y si no est¨¢ dispuesto a cumplir, incurre en fraude". Ajena a estas consideraciones, Roc¨ªo revisa sus fotos de boda. "No nos dimos beso pero me puse un traje blanco para dar el pego", se carcajea. Ella no celebr¨® banquete, pero nunca se le olvidar¨¢ el de su novio. Se acuerda de c¨®mo le agarraba el brazo la reci¨¦n casada colombiana. "Mi marido, mi marido", repet¨ªa divertida. A Roc¨ªo no le hac¨ªa gracia. 5.000 euros le calmaron los celos.
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