Mapas sonoros
Un bloguero catal¨¢n acaba de iniciar un proyecto que, con la ayuda de voluntarios, pretende ir documentando un mapa sonoro de la ciudad de Barcelona. Ricard Casals en su Quadern de Sons ha ubicado 34 puntos en el mapa y en cada lugar puede escucharse el sonido local. Son sonidos de toda ¨ªndole, desde el de los monopatines de la plaza dels ?ngels hasta las campanadas de la iglesia de Sant Jordi. No es el primero, hay mapas sonoros de ciudades como C¨®rdoba, Nueva York, Colonia, Londres. ?l mismo cita la iniciativa de la Associaci¨® Experimentem amb l'Art, que quiere recoger los sonidos perdidos de Gr¨¤cia. La radio del barrio, cuenta, ha hecho ya algunas emisiones con la recolecta obtenida hasta ahora.
El sonido, no forzosamente la m¨²sica, tiene sus exploradores acad¨¦micos. El Grupo de Tecnolog¨ªa Musical de la Pompeu Fabra mantiene su Freesound Project. En su web (http://freesound.iua.upf.edu/), cualquiera puede cargar o descargar archivos de los m¨¢s imprevisibles sonidos. Uno, por ejemplo, ha depositado el aliento recreado de Dark Vader. Se trata de un intercambio gratuito para construir una base de datos abierta de sonidos.
Fernando Tr¨ªas de Bes escribi¨® una novela, El coleccionista de sonidos, que tiene una web particularmente ac¨²stica: www.alfaguara.santillana.es/minisite/sonidos/. Y esta semana, en Youtube, se ha colgado un v¨ªdeo a?ejo, de 2006, sobre una experiencia en Caixaf¨°rum en la que 200 personas se congregaron en un concierto para recopilar desde el sonido de sus m¨®viles hasta la sensaci¨®n de escuchar un abucheo. En Wifiblances.blog cuentan el homenaje p¨®stumo que el pasado 3 de febrero se dio en la sala Apolo al se?or Moog, el apellido m¨¢s c¨¦lebre en el mundo de los sintetizadores.
Indudablemente, esta po¨¦tica del sonido no tiene nada que ver con los problemas de contaminaci¨®n ac¨²stica. Tambi¨¦n en este asunto, las referencias locales en Internet son abundantes. Una de las ¨²ltimas, el estudio que ha realizado la Polit¨¦cnica sobre la contaminaci¨®n sonora submarina en Barcelona. Aunque parezca incre¨ªble en este universo supuestamente silente, se llega a los 190 decibelios. Una discoteca. Para combatir los abusos en esta materia, la Asociaci¨®n Catalana contra la Contaminaci¨® Ac¨²stica recopila en su web las batallas abiertas.
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