Emoci¨®n tonificante
Hace dos d¨¦cadas, la vida comenz¨® a ser un revival encadenado y el rock lo reflejaba a contracorriente. Sobre todo en Estados Unidos, su lugar de origen y donde comenzaban a surgir personajes que intu¨ªan que, ya in¨²tiles para correr en la autodestructiva carrera del punk, en lugar de copiar fielmente a Dylan o Neil Young, pod¨ªan dar una vuelta m¨¢s a la tuerca de la historia de la m¨²sica popular norteamericana apelando a la emoci¨®n sincera en los textos y a un eclecticismo musical.
Fue una arriesgada apuesta que no muchos tomaron y que a pocos les sali¨® bien. Mark Eitzel, gran borracho y mejor compositor y cantante, fue uno de esos visionarios que, calladamente, fueron prepar¨¢ndole el terreno a un estilo que explot¨® casi tres lustros despu¨¦s y que ha venido en llamarse American. Eitzel fue y es un maestro de la composici¨®n y un notable cantante, al que s¨®lo le ha faltado la continuidad para haberle disputado el trono a unos REM.
American Music Club
Mark Eitzel (voz y guitarra, Vudi (guitarra), Sean Hoffman (bajo) y Steve Didelot (bater¨ªa). Sala Caracol. 20 euros. Madrid, jueves 21 de febrero.
Ahora est¨¢ de gira con sus American Music Club y su paso por Madrid fue tan intenso como fugaz. Apenas 45 minutos sobre el escenario, dando, eso s¨ª, una excelente muestra de sus habilidades en la interpretaci¨®n de emocionantes canciones como The Revolving door o Johnny Mathis, t¨ªtulos de los primeros a?os de su carrera, y dejando muestras tambi¨¦n de que no han perdido comba en su reciente y ¨²ltimo disco, The golden age.
Flanqueado por el guitarrista Vudi, ¨²nico componente de la formaci¨®n original y responsable del sonido envolvente de la banda, Eitzel demostr¨® unas facultades vocales tremendas, subyugantes, convincentes, que hicieron pensar al p¨²blico que el dinero pagado por la entrada hab¨ªa estado bien empleado, aunque, ya se ha dicho, el tiempo fue escaso y, adem¨¢s, el bajista Sean Hoffman desert¨® de improviso del escenario, dejando a la banda en tr¨ªo en las ¨²ltimas canciones. Aun as¨ª estuvo bien y mereci¨® la pena dejarse mecer por la hermosa y agridulce tristeza de una despedida como la que narra el tema The Sleeping Beauty. ?ltimamente hay tan poca m¨²sica de verdad que un poco de American Music Club resulta hasta tonificante, porque te ayuda a mover el coraz¨®n.
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