Europeos en la meca del cine
Los cuatro premios de interpretaci¨®n recaen en actores no estadounidenses
De vez en cuando, Hollywood premia a quien se lo merece, y la ¨²ltima ceremonia de los Oscar ha sido un evento repleto de momentos de justicia po¨¦tica. Que los hermanos Ethan y Joel Coen ganaran tres estatuillas (pel¨ªcula, direcci¨®n y gui¨®n adaptado) era un d¨¦bito. Que Jon Stewart devolviera a Mark¨¦ta Irglov¨¢ al escenario para que pudiera hacer su discurso de agradecimiento por su merecido Oscar a la mejor canci¨®n (Falling slowly, de Once) despu¨¦s de que su compa?ero y coprotagonista de la pel¨ªcula, Glen Hansard, hubiera atravesado la alfombra roja con una vieja guitarra al hombro, tambi¨¦n era de justicia po¨¦tica. Lo mismo se puede decir de los galardones al mejor documental (Taxi al lado oscuro), pel¨ªcula extranjera (la austriaca Los falsificadores, o c¨®mo sobrevivir a los nazis), maquillaje (La vida en rosa) o pel¨ªcula de animaci¨®n (Ratatouille). O que en el patio de butacas hubiera sitio para un maestro como Cormac McCarthy, sentado con su nieto. Incluso el Oscar honor¨ªfico recibido por el director de arte Robert Boyle, un tipo al que la industria le debe m¨¢s de lo que cree, entra en esta revancha art¨ªstica.
Sin embargo, la 80? edici¨®n no estuvo en su concepci¨®n visual a la altura de los premiados. Con malos res¨²menes de galardones pasados en cada categor¨ªa, con Jon Stewart dedicado m¨¢s a dirigir el tr¨¢fico entre presentadores que a aportar cosas frescas -ni molest¨® ni alegr¨®-, estos Oscar ser¨¢n recordados por el triunfo de los Coen y su No es pa¨ªs para viejos, y porque por segunda vez en la historia -la primera, en 1965- los cuatro galardones a la interpretaci¨®n cayeron en manos no estadounidenses: en las de un londinense que se siente irland¨¦s, un espa?ol, una inglesa y una francesa. Cada uno de ellos, seg¨²n iban hablando con la prensa, recalcaron ese detalle. "Hollywood est¨¢ construido por europeos. Me acabo de cruzar con los italianos [dos premios para ellos por la partitura de Expiaci¨®n y la direcci¨®n art¨ªstica de Sweeney Todd] y no lo dig¨¢is muy alto, pero estamos aqu¨ª para quedarnos", coment¨® Tilda Swinton, mejor actriz secundaria por Michael Clayton. Marion Cotillard, mejor int¨¦rprete por La vida en rosa y una de las presencias m¨¢s elegantes de la noche, intent¨® calmarse para disfrutar de su galard¨®n: "Me siento sobrepasada, veo chispas, fuegos artificiales...", y acab¨® cantando, aplaudida por la prensa gala, unas estrofas de una canci¨®n de Edith Piaf. "No s¨¦ si esto es un fen¨®meno o una coincidencia", coment¨® a su vez Daniel Day-Lewis.
Adem¨¢s, el austriaco Stefan Ruzowitzky, el director de Los falsificadores, recalc¨® el hecho de que su pa¨ªs ha aportado a la meca del cine nombres como los de Billy Wilder, Otto Preminger o Fred Zinnemann.
La noche acab¨® con Hollywood desperdigado por las numerosas -y en este a?o, peque?as, por la huelga de guionistas- fiestas a las que, en un esfuerzo informativo que acab¨® m¨¢s por reventarlas, conectaba en directo la cadena de televisi¨®n ABC. Sharon Stone habl¨® con pocas ganas a la puerta de la fiesta que anualmente organiza Elton John para recaudar fondos de ayuda contra el sida. Por all¨ª pasaron el cantante Mika, la presentadora Ellen Degeneres, la modelo Eva Herzigova, el dise?ador Roberto Cavalli y la espa?ola Paz Vega. Y s¨ª, sir John subi¨® al escenario y cant¨®.
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