Todos contra el gris
Dice Paul Laverty (guionista de Ken Loach entrevistado en el ¨²ltimo Babelia) que aborrece el blanco y negro. No el blanco y negro de las viejas pel¨ªculas, sino el blanco y el negro (blanco o negro) en las ideas y las opiniones. "Amo los grises", dice, "en pol¨ªtica, en religi¨®n o en lo que sea". El mundo es complicado. La simplificaci¨®n es peligrosa. Se empieza (y se termina) por reducirlo todo a dos colores: blanco y negro, los unos y los otros, nosotros y ellos.
Sin embargo vivimos unos d¨ªas (unos d¨ªas que suman cuatro a?os) de enconada campa?a electoral. Una campa?a electoral es la apoteosis del blanco y el negro. Nadie quiere situarse en el gris. El gris siempre ha tenido mala prensa y se supone que pocos votantes. Los asesores que estos d¨ªas torturan a los candidatos, entre debate televisivo y mitin, se empe?an en dotarlos de color, anudarles al cuello una corbata colorada o azul, cambiarles de peinado, de gafas, de gesto, de discurso y de ideas. No es dif¨ªcil. Otra cosa es que logren dotar de brillantez al candidato y ocultar su epidermis real.
La abolici¨®n del gris, curiosamente, est¨¢ logrando emborronarlo todo
Antes se hablaba mucho del carisma. Ya no. Ahora se trata de ir, directamente y por todos los medios, contra el gris. Lo realmente grave es ser equidistante, ponderado o ecl¨¦ctico. La equidistancia es un pecado de lesa pol¨ªtica. Tampoco la ponderaci¨®n es un aval, sino una perversi¨®n que el candidato deber¨¢ corregir o esconder. Lo primero que debe aprender un candidato es a hablar con may¨²sculas, de la misma manera que escriben algunos escritores. En lugar de con frases, el candidato debe, se supone, hablar con titulares de gran cuerpo en blanco sobre negro o negro sobre blanco, eso seg¨²n. Titulares bien negros o bien blancos, pero nunca bien grises. Nadie debe intuir que no estamos seguros de nosotros mismos. Los matices, por tanto, pueden ser peligrosos. No conviene meterse en jardines. La vida sin matices ni siquiera es pensable, pero eso importa poco en una campa?a electoral.
Lo dec¨ªa claramente Xabier Arzalluz en un reportaje emitido por ETB la semana pasada (y supongo que grabado hace un tiempo): "En unas elecciones, los partidos estatales no son mis adversarios, sino mis enemigos". Blanco y negro, bien claro (y bien negro) deja el viejo pol¨ªtico vasco el horizonte de su pensamiento. Egibar, por su parte, aseguraba este fin de semana que el golpe frustrado de Tejero sigue marcando "el desarrollo de la pol¨ªtica actual". Es una suerte tener seguridades en lugar de opiniones (y saber tantas cosas a ciencia cierta). Uno, que cada vez se siente m¨¢s perplejo ante el mundo, no tiene m¨¢s remedio que afiliarse a la duda cuando se sienta frente al teclado del ordenador. Todo es seg¨²n. Tal vez todo es seg¨²n. Quiz¨¢s todo es seg¨²n. Vamos a ver. Nada es tan negro como dicen algunos ni tan blanco como aseguran otros.
La abolici¨®n del gris, curiosamente, est¨¢ logrando emborronarlo todo. Rajoy, hasta ahora inclemente opositor, afirma ser m¨¢s equilibrado, moderado y razonable que ZP. Por su parte, ZP se destapa como un hombre cargado de tensi¨®n, que se escribe con "t" de talante o quiz¨¢s no, qui¨¦n sabe. Todos huyen del gris. Y el gris es importante. En Euskadi (lo recordaba este domingo Emilio Alfaro) se escamotea el debate sobre temas fiscales, tan grises en periodo electoral, tan capitales el resto del a?o. Tambi¨¦n parecen olvidar los pol¨ªticos la existencia de una zona gris en el electorado (una zona templada, moderada, ilustrada, cansada) proclive a la apat¨ªa abstencionista. Mientras tanto, ETA vuelve a intentar te?ir de rojo una campa?a electoral. Otros que odian el gris.
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