Afgana y ni?a... ?que Al¨¢ te proteja!
Atribuyen a aquel hombre gordo, sabio, malicioso, secreto a pesar de su exhibicionismo y transparentemente genial llamado Alfred Hitchcock este consejo para navegantes incautos: "Nunca hag¨¢is pel¨ªculas con perros, ni con ni?os, ni con Charles Laughton". Afortunadamente, algunos artistas no le han hecho caso respecto a la problem¨¢tica y heroica tarea que implica dirigir a ni?os, y gracias a su celo por describirnos lo que bulle en el cerebro y en el coraz¨®n de algunas criaturas memorables, aterradas, insomnes, acorraladas, supervivientes, amenazadas, manipuladoras, traumadas, rebeldes, curiosas, inquietantes, crueles, anhelantes, no amadas, no comprendidas, el cine nos ha regalado obras maestras como Los cuatrocientos golpes, Moonfleet, La noche del cazador, Viento en las velas, El esp¨ªritu de la colmena, Luna de papel, Suspense, E. T., Matar a un ruise?or, Un mundo perfecto, El otro, Paisaje en la niebla o El chico.
BUDA EXPLOT? POR VERG?ENZA
Direcci¨®n: Hana Makhmalbaf.
Int¨¦rpretes: Nikbakht Noruz, Abdolali Hoseinali, Abbas Alijome.
Gui¨®n: Marziyeh Meshkini. Producci¨®n: Ir¨¢n. Duraci¨®n: 81 minutos.
Hace tres a?os, un director iran¨ª le puso los pelos de punta a cualquier sensibilidad medianamente receptiva con Las tortugas tambi¨¦n vuelan, cr¨®nica desoladora sobre cr¨ªos expertos en la supervivencia m¨¢s atroz, familiarizados con las infinitas miserias de la guerra, hacinados en un campo de refugiados en la frontera entre Irak y Turqu¨ªa, obsesionados por hacer funcionar una r¨²stica televisi¨®n para ver jugar a Zidane. Cine tan posibilista como l¨ªrico, rodado con medios ¨ªnfimos, con gente que se interpreta a s¨ª misma, lleno de fuerza, dureza, piedad, verdad.
En Buda explot¨® por verg¨¹enza volvemos a encontrarnos con ese universo de ni?os a la intemperie que reproducen en sus juegos la conducta del pavoroso mundo adulto. Si se trata del eternamente machacado Afganist¨¢n, invadido sucesivamente por los rusos y por los norteamericanos, sometido al b¨¢rbaro poder de los talibanes, cuna, abastecimiento y refugio de Al Qaeda, podemos imaginar hasta el escalofr¨ªo en qu¨¦ consisten las diversiones de la infancia, en simular lapidaciones a las hembras que se desv¨ªan de la ortodoxia, en colocar supuestas minas que destruyan a los infieles, en torturar y acribillar al enemigo mediante macabras escenificaciones teatrales.
La protagonista es una tenaz y adorable cr¨ªa de seis a?os que se ha propuesto que la admitan en la escuela porque le han dicho que en los libros cuentan historias divertidas, anhelo que resulta comprensible en un mundo real en el que todo es sombr¨ªo, huele a pobreza extrema, a sufrimiento y muerte. Mal negocio querer aprender el alfabeto en Afganist¨¢n si adem¨¢s has tenido la punitiva desgracia de nacer mujer. El calvario de esta cr¨ªa intentando hacer realidad su sue?o ser¨¢ atroz, pasar¨¢ por la humillaci¨®n, el sadismo f¨ªsico y mental hacia el d¨¦bil, los rituales b¨¦licos, el castigo inquisitorial. El acojone llega a ser intolerable porque esos fan¨¢ticos verdugos son ni?os, inocencias profanadas, seres desvalidos que imitan el horror de los mayores, cuya autoafirmaci¨®n es la violencia, el ¨²nico y maldito universo que han conocido.
Esta conmovedora pel¨ªcula la ha dirigido una mujer de 18 a?os llamada Hana Makhmalbaf. Le basta con una c¨¢mara, escenarios naturales, ni?os que desprenden autenticidad y tener claro lo que quiere describir para lograr un documento terrible, tierno y necesario.
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