Doblan las campanas
De vez en cuando, surgen en el gremio de los escritores algunos con vocaci¨®n de heraldos negros que presagian la muerte de la novela. Pero yo creo, por el contrario, que la novela se ha hecho ya consustancial a nuestra existencia, hasta el punto de que, como todo arte, forma parte de nuestra naturaleza. Pero, ojo, no es una evasi¨®n de la fantas¨ªa para soportar mejor la vida, sino todo lo contrario: es vida misma transformada en imaginaci¨®n, a la busca de una salida a la realidad ca¨®tica que nos rodea. La fantas¨ªa es invenci¨®n, el env¨¦s de lo verdadero, en tanto que la imaginaci¨®n es una reflexi¨®n sobre lo que puede ser verdad.
S¨ª sucede que la novela atraviesa ocasionalmente periodos de crisis, de la misma manera que nuevas formas de expresi¨®n condicionan una y otra vez el arte de narrar. No podemos ya escribir como en el siglo XIX, entre otras cosas porque existen el cine y la publicidad, dos v¨ªas de expresi¨®n muy recientes que se han hecho consustanciales a la existencia humana. Hablamos a menudo como los di¨¢logos del cine y alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢s, escribiremos novelas con t¨¦cnicas de spot publicitario.
Pero el problema no es s¨®lo de forma, sino sobre todo de fondo. Vivimos una era en la que la realidad nos abruma, debido sobre todo al desarrollo de los medios de comunicaci¨®n, en particular el de la televisi¨®n. ?Imaginan a nuestros abuelos contemplando en una pantalla "en vivo" el 11-S neoyorquino? Nuestra capacidad para fabular y para admitir la f¨¢bula se ve m¨¢s limitada que nunca antes en la historia humana. Adem¨¢s de eso, esa realidad abrumadora se ha convertido en espect¨¢culo, en competencia directa con el arte.
?Qu¨¦ pinta, pues, la novela en ese escenario? Creo que su papel, al contrario de lo que pudiera pensarse, ha crecido. Porque la realidad es ca¨®tica y dispersa, mientras que el arte es una forma de resistir a la voracidad del desorden y reconstruir la unidad. As¨ª que precisamos de la ficci¨®n para aproximarnos m¨¢s a la verdad. Tenemos que crear paradigmas que nos ayuden a explicarnos lo que se oculta tras la m¨¢scara del caos, lo mismo que nos hacen falta personajes de ficci¨®n que puedan decirnos qu¨¦ es lo que se esconde en los remotos rincones del alma humana. "La literatura", escribi¨® Pessoa, "no es m¨¢s que un intento por hacer real la vida".
Creo que no es casualidad que, en los ¨²ltimos a?os, dos de las mejores y m¨¢s importantes novelas en lengua castellana sean La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa, y Soldados de Salamina, de Javier Cercas. En mi opini¨®n, a ambas obras las unen dos cosas: que cuentan con una base real y que han ficcionado esa realidad para hacerla m¨¢s comprensible. Ambos escritores han subrayado fragmentos de la Historia, orden¨¢ndolos literariamente, y han transformado figuras hist¨®ricas en personajes literarios. Quiz¨¢s sea ¨¦se el m¨¢s noble destino de los hombres y mujeres que alcanzan el rango de seres hist¨®ricos: nutrir la literatura. En cierto sentido, en esa literatura podr¨ªa vislumbrarse una nostalgia de los esfuerzos de los cl¨¢sicos, en particular de Shakespeare, que se nutri¨® de las historias de los reyes antiguos para constituirse en "el inventor de lo humano", como lo califica el cr¨ªtico norteamericano Harold Bloom.
De modo que a quienes echan a doblar las campanas anunciando el fin de la novela, cabr¨ªa pedirles que reflexionen sobre aquel verso del poeta John Donne: ?no estar¨¢n doblando las campanas sobre su capacidad de novelar? -
Javier Reverte (Madrid, 1944), autor de libros de viajes como La aventura de viajar. Historias de viajes extraordinarios (Plaza & Jan¨¦s), publicar¨¢ en abril la novela Venga a nosotros tu reino (Aret¨¦).
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