La fuerza del metal
Desde siempre le gustaban las cosas peque?as y delicadas, pero nunca se sinti¨® artista. Luego, cuando empez¨® a trabajar con metales como la plata o la porcelana y el cuero, descubri¨® que una masa casi sin forma pod¨ªa transformarse, tras la talla, los golpes y la lima, hasta adoptar la forma, el color y la textura so?ados. Entonces se sinti¨® como "una escultora t¨ªmida que buscaba la esencia de las piezas a base del no adorno". Helena Rohner (Las Palmas de Gran Canaria, 1968) est¨¢ convencida de que se pueden crear alhajas que, sin ser bisuter¨ªa, pueden ser tratadas como aut¨¦nticas joyas. Los collares de cuentas de colores absolutos, los anillos de plata con una bola con forma de huevo y sus pulseras de cuero con una pompa de porcelana en el centro se han convertido para sus seguidores en objetos fetiches. Estas ¨²ltimas le gustan hasta al actor Harvey Keitel, quien se las suele encargar por tel¨¦fono. En su peque?a tienda-taller, situada en la madrile?a calle del Almendro, en un barrio donde se combinan las alpargater¨ªas con los restaurantes de dise?o, Rohner prepara un par de colecciones al a?o y se fabrican m¨¢s de un millar de piezas, que se venden en distintas partes del mundo. "Las joyas deben dar luz al cuerpo y tienen que adaptarse a las personas", aclara. Por su experiencia sabe que los hombres prefieren los anillos o las pulseras y que sus gustos son duraderos, y que las mujeres, m¨¢s caprichosas, se mueven en un abanico mucho m¨¢s amplio. "Como dise?adora he descubierto que necesito aprender constantemente. Hay cosas que se pueden hacer por diversi¨®n y todo lo que viene de nuevo es estupendo, pero una vez superada esa etapa tengo que pasar a una nueva fase: romper la monoton¨ªa", cuenta. Eso explica la diversificaci¨®n que ha sufrido su negocio a lo largo de los a?os donde ahora tienen cabida las vajillas, las l¨¢mparas, los jarrones y los juegos de t¨¦. Rohner estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas en Londres y su carrera se hubiera orientado del lado de las relaciones internacionales de no ser por un joyero californiano de origen japon¨¦s con el que realiz¨® un curso en Florencia y que le anim¨® a llevar a cabo las cosas que uno desea profundamente. Con otra joyera, ¨¦sta afroamericana, Jacqueline Rabun, realiz¨® sus primeros dise?os y viaj¨® a las ferias internacionales. La intuici¨®n, un poco de suerte y bastante trabajo han acabado por convertirla en una artesana de la joyer¨ªa que cada d¨ªa se vuelve m¨¢s exigente con respecto a los materiales que utiliza y los acabados de las piezas con las que trabaja.
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