"Madame Bovary ha muerto"
Sentado ante la imponente chimenea de su casa en Fitzroy Square, mientras conversa y deja que el peso de la tarde le caiga encima sin encender ninguna luz, Ian McEwan parece disfrutar en la m¨¢gica penumbra de una conversaci¨®n pl¨¢cida e invernal. En su guarida, ante la recia mesa de madera y la vigilancia intensa de sus instrumentos, de su piano y su guitarra el¨¦ctrica, el silencio no se altera ni por el intenso tr¨¢fico londinense que ronda este lugar m¨¢s que c¨¦ntrico. All¨ª, cerca de la vor¨¢gine de Oxford Street, tiene su c¨¢lido refugio este escritor clave en las letras inglesas contempor¨¢neas, ya acostumbrado a que el ¨¦xito sea un constante crescendo en su vida.
Pero, como buen esc¨¦ptico, a McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948) le gusta tomar distancia. Huir para buscar, alejarse de la comodidad que le sonr¨ªe y explorar, empaparse en las esquinas de lo que no conoce para cargar pilas. Por eso preparaba hace d¨ªas las maletas para dar la vuelta al mundo y alejarse un poco de todo lo que le pueda hacer caer en la autocomplacencia, que es la muerte de un escritor.
"Lo que ocurre entre dos amantes nos da much¨ªsimas posibilidades para describir lo tr¨¢gico"
"Toda la novela surge de una idea que tuve hace tiempo y que me obsesiona: c¨®mo puede cambiar toda tu vida en un solo momento"
"Si tuviera que escribir 'Chesil Beach' situada en la actualidad, hubiese elegido un matrimonio de musulmanes, por ejemplo"
"El mundo se ha vuelto irascible. Ser ofendido ahora supone entrar en un estado de gracia. No es s¨®lo cosa de los musulmanes"
La prueba de que McEwan no se ha dejado sedar por la respuesta de un p¨²blico y una cr¨ªtica que le bendicen sin cesar es la calidad, la altura literaria que ha vuelto a conseguir con Chesil Beach (Anagrama), la nueva novela que aparece ahora en Espa?a y que est¨¢ a la altura de sus mejores obras.
Tan turbadora, indagadora y exquisita como cualquiera de ellas, esta nueva novela prueba su robusta madurez como narrador. McEwan sigue proporcionando respuestas y fuerza a un g¨¦nero que ¨¦l ha contribuido a enriquecer gracias a cumbres como Expiaci¨®n, todo un cl¨¢sico ya. Con la magn¨ªfica pel¨ªcula de Joe Wright, adem¨¢s, entr¨® este a?o en la carrera de los Oscar, y le ha proporcionado una segunda vida editorial bien rica, con 450.000 ejemplares vendidos en Estados Unidos a ra¨ªz de su estreno en los cines.
En su certero recorrido por el siglo XX, que le hizo pasearse por los alrededores de la Segunda Guerra Mundial entonces, McEwan se detiene ahora en otro momento clave: los a?os sesenta. Pero no en sus colores, sus explosiones voluptuosas o sus devaneos libertarios, que cambiaron el mundo para siempre, sino en su otra cara, en la oscuridad, la represi¨®n, el agobio y la pobreza moral que llev¨® precisamente a todo aquello. Dos personajes, Florence y Edward, reci¨¦n casados, y una situaci¨®n m¨¢s que l¨ªmite -su noche de bodas- sirven a McEwan para realizar uno de los retratos del amor y la pareja m¨¢s devastadores que se hayan escrito en los ¨²ltimos tiempos.
PREGUNTA. ?Qu¨¦ cambi¨® en los sesenta para que vi¨¦ramos el mundo de otra manera? Sobre todo en la pareja, que es algo que usted analiza casi obsesivamente.
RESPUESTA. Realmente represent¨® toda una transformaci¨®n. No s¨®lo en el plano sexual, tambi¨¦n en el de las relaciones personales. Cambiaron de una dimensi¨®n m¨¢s formal a otra mucho m¨¢s c¨¢lida. Poco a poco. Pero muchas de las cosas que pensamos que hab¨ªan ocurrido en los sesenta en realidad pasaron en los setenta. No s¨®lo tuvo que ver con la manera de relacionarse entre las parejas, tambi¨¦n entre padres e hijos y otros aspectos de la vida privada. En el terreno sexual, no todo se limit¨® a las relaciones entre dos, se ampliaron los horizontes con las comunas, entr¨® el instinto, probamos todo, el amor libre. Pero creo que, aunque cambiaron muchas cosas, en el fondo, otras muchas siguieron igual.
P. ?Cu¨¢les?
R. En el caso de las parejas j¨®venes, el d¨ªa que tienen que afrontar su primera vez, ocurre como siempre. Nos enga?amos si pensamos que los adolescentes de hoy llegan al sexo sabi¨¦ndolo todo y relajados. Si tuviera que escribir Chesil Beach situada en la actualidad, hubiese elegido un matrimonio de musulmanes, por ejemplo. Lo que vemos en las revistas es una cosa, pero en privado, todav¨ªa, somos vulnerables, dubitativos, tenemos miedo.
P. En su obra se puede observar el mundo a trav¨¦s de sus personajes amantes. ?Qu¨¦ respuestas le da ese microcosmos que no puedan encontrarse desde una ¨®ptica individual?
R. Ese mundo resulta tremendamente conveniente para un escritor. No soy el ¨²nico. Lo que ocurre entre dos amantes nos da much¨ªsimas posibilidades, no s¨®lo para indagar en el placer y el ¨¦xtasis, sino para describir la falta de entendimiento, los celos, la traici¨®n, la incomprensi¨®n mutua, lo tr¨¢gico.
P. En Chesil Beach,
precisamente, aborda la transformaci¨®n de lo que puede ser placentero en puro patetismo. ?No resultaba crucial que todo aquel mundo explotara de alguna forma?
R. Lo que no me gustar¨ªa es dar la impresi¨®n de que lo que les pas¨® a Florence y Edward fue general. Si as¨ª hubiese sido, no estar¨ªamos aqu¨ª ninguno.
P. Menudo colapso, como el mundo perdido.
R. Es una historia que se refiere a un tipo determinado de gente, con una manera de comportarse. Para m¨ª lo importante era meterme en su mente e intentar comprender a todos aquellos que tienen dificultades en la vida por ser incapaces de expresar f¨¢cilmente sus emociones. Te aparta no s¨®lo de la gente, te desgaja del mundo y de tus propios sentimientos, no entiendes bien lo que te pasa. Florence no puede afrontar lo que le ocurre.
P. ?Por orgullo, por represi¨®n, por frigidez...?
R. Porque se echa la culpa de todo. Toda la novela surge de una idea que tuve hace tiempo y que me obsesiona: c¨®mo puede cambiar toda tu vida en un solo momento. Escrib¨ª notas hace tiempo, lo desarroll¨¦ en Expiaci¨®n, en la que alguien era acusado de un crimen que no hab¨ªa cometido, pero incluso al terminarla, me di cuenta de que no la hab¨ªa desarrollado como quer¨ªa. Segu¨ª haci¨¦ndolo aqu¨ª.
P. En Expiaci¨®n
queda claro c¨®mo ese momento cambia la vida de muchos, no s¨®lo de una persona.
R. No lo desarroll¨¦ entonces como quer¨ªa. En Expiaci¨®n deriv¨® en un escenario de gran ¨¦poca hist¨®rica. Chesil Beach es m¨¢s ¨ªntimo, la desata un momento espec¨ªfico pero sin ¨¦pica, sin c¨¢rcel, sin guerras alrededor. Y aun as¨ª, sigue rond¨¢ndome esta idea.
P. ?Har¨¢ otra?
R. No, no. Aunque da para muchas cosas. Un punto decisivo en la vida de cualquiera. Ahora sobre el pathos de un dormitorio.
P. Y el prop¨®sito de pintar un fresco sobre una ¨¦poca en la que reinaba la represi¨®n, otra moral, algo muy agobiante.
R. Deber¨ªamos preguntarnos, adem¨¢s de todo eso, si tambi¨¦n, pese a todo eso, perdimos algo. Hay cosas en esa chica tan t¨ªmida que se han desvanecido con ella. Una belleza extra?a. Esa reticencia que desaparece con su marcha.
P. ?Una pureza, algo plat¨®nico? Lo terrible en esa novela es que todos esos remilgos no les permiten ser felices.
R. Uno de sus problemas es que la mujer que representa Florence siempre sufrir¨¢ una presi¨®n, se ve obligada a decir no, queda ella como la que niega la felicidad resisti¨¦ndose al sexo. De hecho, Edward quiere casarse para acostarse, en aquel momento era para muchos el ¨²nico camino.
P. En la novela quedan cabos sin atar, con una sugerencia decadente. ?Le gusta que los lectores construyan sus propias respuestas?
R. Muchos lectores disfrutan sin querer saber. No les gusta que les resuelvas ciertas situaciones con desdichas. Y convence eso. Por mi parte, ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil inventar todas las respuestas que sugerirlas.
P. Por ejemplo, se me ocurre preguntarle tras haber le¨ªdo el libro: ?el sexo no nos conduce a la grandeza?
R. Es extremadamente importante para todos nosotros. Pero despu¨¦s de toda una vida pensando en ello, la raz¨®n por la que no sigo siendo freudiano es porque me he convencido de que el sexo no lo es todo. Es perfectamente posible disfrutar de mucho sexo y ser absolutamente desgraciado. No lo es todo. No basta, de verdad. Cualquiera que se d¨¦ cuenta de esto, disfrutar¨¢ de otras cosas.
P. Le ha salido una novela muy inglesa.
R. Creo que es la m¨¢s inglesa de todas mis novelas. Me preocupa eso. ?La entender¨¢n en Espa?a, en Estados Unidos, en Italia?
P. Bueno, usted siempre le da vueltas a Inglaterra en sus novelas.
R. De hecho, yo creo que todas las novelas son locales. Escribir una obra universal es algo muy complicado, ambicioso. Nos gusta Garc¨ªa M¨¢rquez, Cort¨¢zar, John Updike o Dostoievski porque son muy locales. Este libro, de todas formas, aun siendo muy local, ha tocado a mucha gente. Recibo muchas cartas, algunos me dicen que les he calcado su noche de bodas. Otros me cuentan que despu¨¦s de su primera noche hasta fueron al m¨¦dico a ver qu¨¦ hac¨ªan. Ahora me sorprende que la especie humana haya sobrevivido a ese momento sin acudir al m¨¦dico.
P. Entre esa Inglaterra de la novela y la de hoy, ?qu¨¦ diferencias hay?
R. Bueno, era m¨¢s marcada en la diferencia de clases, m¨¢s blanca. Hoy, aqu¨ª, en el centro de Londres, te cruzas con todas las nacionalidades. Vivimos en un mundo m¨¢s plural pero m¨¢s fracturado. Parece un espejo hecho a?icos. Quiz¨¢s deber¨ªamos haber recorrido todos esos cambios en 10 a?os y no de un d¨ªa para otro. Pero, tampoco...
P. Hemos avanzado todos, al fin y al cabo.
R. Bueno, tambi¨¦n nos hemos hecho m¨¢s infantiles. Dura m¨¢s la infancia en nosotros.
P. Todo se ha pospuesto. La famosa crisis de los cuarenta ahora entra a los cincuenta. ?Por qu¨¦ todo ocurre con 10 a?os de retraso?
R. Porque la gente vive m¨¢s y mejor. Una sociedad que resiste en condiciones m¨¢s duras no se puede permitir hijos de 13 o 14 a?os vagueando alrededor.
P. Me pregunto al leer su obra que oculta m¨¢s su exhibicionismo autobiogr¨¢fico que sus compa?eros de generaci¨®n o los escritores que admira, como Philip Roth y Martin Amis. ?D¨®nde se esconde usted en sus personajes? Puedo imagin¨¢rmelo entre sus mujeres tambi¨¦n.
R. Las novelas son invenciones puras. Aparte de S¨¢bado, que ten¨ªa sus datos autobiogr¨¢ficos, mis novelas no me requieren eso. No me atrae hacer lo que hizo Roth hace a?os, cuando cont¨® su divorcio, por ejemplo, no me sale.
P. Pero creo que est¨¢ haciendo algo en ese sentido.
R. Bueno, desde hace tiempo he intentado trabajar en unas memorias. Hice el primer cap¨ªtulo, lo he dejado. En navidades estuve comprando regalos. Fui a una secci¨®n de memorias y hab¨ªa actores, estrellas de rock, escritores, futbolistas e inmediatamente todo ese deseo de escribir mis memorias se esfum¨®. No quiero compartir estanter¨ªas con famosillos de la tele, con chefs, nada. No quiero.
P. As¨ª que se sale conscientemente de la corriente del presente m¨¢s poderosa.
R. Ya, lo s¨¦. Pero... En fin, pasar¨¢. En Inglaterra es una gran tradici¨®n m¨¢s que una moda. No puedo aducir argumentos est¨¦ticos. Quiz¨¢s, que prefiero un mundo que podamos reconocer, pero reinventado por nosotros mismos.
P. Est¨¢ claro que la experiencia es materia narrativa. Pero una cosa es eso y otra cierta pornograf¨ªa de la experiencia. Aunque le gustan esos autores que la exaltan.
R. Me gusta el realismo. Las leyes de la f¨ªsica mandando en los textos. Aunque quiero decirle que podr¨¦ escribir una memoria, espero.
P. Ser¨¢ un acontecimiento, porque usted es un escritor famoso, aunque antes har¨¢ otras cosas por lo que veo.
R. S¨ª, de hecho acabo de empezar algo, aunque todav¨ªa no s¨¦ si lo acabar¨¦.
P. ?Cu¨¢ndo se sabe si una novela ser¨¢ terminada o no? ?Cu¨¢ndo se convierte en un ser en s¨ª mismo?
R. Dir¨ªa que cuando has escrito un cuarto. Unas 25.000 palabras. Cuando llego a eso, reconozco ya una obra viva. Antes puedo abandonarlas f¨¢cilmente.
P. ?Qu¨¦ les pasa a ustedes, los escritores, en Inglaterra que parecen revueltos, irritados?
R. Que el mundo se ha vuelto irascible. Ser ofendido ahora supone entrar en un estado de gracia. No es s¨®lo cosa de los musulmanes. Todo el mundo se ofende con mucha facilidad. Sobre todo, esa parte de los intelectuales m¨¢s izquierdistas, que se muestran incapaces de pensar con matices, siempre dan muestras de dar a entender lo que deben pensar m¨¢s que lo que creen. Hay un problema con la agresividad religiosa, la cristiana y la musulmana, tambi¨¦n. Adem¨¢s contamos con una prensa vol¨¢til y caliente que lo revuelve todo y ante la que no se puede ser cr¨ªtico con cosas.
P. ?Con qu¨¦?
R. No se puede ser comprensivo con Estados Unidos. Hay parte de la izquierda que se al¨ªa con islamistas y se les olvida que estos odian a los homosexuales, a las mujeres, la democracia, el rock and roll...
P. Algunos cristianos tambi¨¦n.
R. Y tanto. Pero ya que nosotros tardamos tanto en deshacernos de lo peor de la Iglesia, me irrita profundamente que tengamos que empezar con esto de nuevo, que haya intelectuales que no defiendan lo que les permite ser libres, y as¨ª algunos, como Martin Amis, Salman Rushdie o yo, nos llevamos las manos a la cabeza cuando escuchamos y vemos esas alianzas.
P. Eso no implica que ustedes defiendan situaciones como la de Irak.
R. No, ¨¦se es otro tema.
P. ?Otro desastre?
R. Algo que nos ense?a que si vas a hacer algo mal es mejor que no lo hagas. Y se ha hecho tan ca¨®ticamente, con tanto cinismo...
P. Entonces, en ese sentido, ?sigue usted pensando que la retirada de las tropas espa?olas estuvo mal, como ha declarado?
R. Eso me sigue pareciendo mal. Porque aquello, en esa situaci¨®n, dio alas a Al Qaeda. Ten¨ªa que ver con la oportunidad, con cu¨¢ndo se hizo. Pod¨ªa dar la impresi¨®n a los terroristas de que sus acciones pueden hacer cambiar decisiones de gobiernos democr¨¢ticos. S¨¦ que estaba en el programa del Gobierno que entr¨®. Pero creo que deb¨ªa haberse pensado dos veces, retrasar la decisi¨®n, enfriarla. Parec¨ªa as¨ª hecho que las muertes de Madrid eran consecuencia de aquello.
P. Los votantes de Zapatero no hubiesen entendido lo contrario. Porque en cierto modo se castig¨® a un Gobierno por haber entrado.
R. Lo entiendo, lo entiendo perfectamente. Fue una promesa electoral y ya est¨¢. Lo que digo es que tendr¨ªa que haber pasado m¨¢s tiempo. En aquellos d¨ªas, los islamistas se emborracharon de triunfo, para ellos fue una victoria. Adem¨¢s, lo de que es una guerra ilegal... Kosovo tambi¨¦n, Sierra Leona. No estoy seguro de que las razones legales sean siempre las m¨¢s claras. Como carta de presentaci¨®n, teniendo un programa de reformas sociales tambi¨¦n, hacer eso en primer lugar fue visto como toda una capitulaci¨®n.
P. Ahora parece que todo el mundo piensa largarse.
R. Irse de all¨ª es dejar todo en manos de los islamistas. Es un desastre la situaci¨®n. El problema es que Estados Unidos ha querido actuar de manera imperial, pero no en todo. Si de verdad quieres hacerlo, si te decides a invadir pa¨ªses, tienes que organizar los servicios civiles, ocuparte de todos los problemas, lo que hicieron fue dejar todo en manos de mafias que saquearan las ciudades, luego humillaron al ej¨¦rcito iraqu¨ª y se hicieron 400.000 enemigos de golpe. Se cre¨ªan que pod¨ªan ventilarlo en seis semanas y largarse. Donald Rumsfeld fue el aut¨¦ntico responsable de todo el desastre, Cheney y Bush, despu¨¦s.
P. Veo que conserva sus instrumentos musicales. En Chesil Beach
la m¨²sica resulta clave para definir a los personajes. Entonces, en los gustos musicales se observaban brechas. Hoy todo es m¨¢s rico, variado, se puede disfrutar de lo cl¨¢sico y el pop sin que te miren mal. Para usted, ?qu¨¦ ha sido la m¨²sica?
R. Para m¨ª la m¨²sica fue inseparable de todo en la adolescencia. Pertenezco a una generaci¨®n musical. ?bamos a conciertos en bares. Un primo me llev¨® por 25 peniques a un pueblo, Gilford, en el que cinco t¨ªos daban un recital en un hueco de la estaci¨®n. Tocaban canciones de Chuck Berry y me alucinaron. Eran los Rolling Stones, justo antes de que grabaran su primer disco.
P. ?De verdad?
R. Completamente cierto. Cantaban Carol, Route 66, emocionante. Por esa ¨¦poca, mis padres me regalaron uno de esos aparatos que ten¨ªan dos ruedas para grabar. M¨¢s tarde fui modelando mis gustos; despu¨¦s, en la Universidad, descubr¨ª el jazz, el bebop, a Miles Davis, Charlie Parker, Coltrane, el jazz que se hizo entre 1950 y 1965. Despu¨¦s me aficion¨¦ a la cl¨¢sica y ahora pocas cosas me emocionan tanto como Bach o Schubert. Del pop, a partir de los ochenta, perd¨ª el inter¨¦s en nuevos grupos, salvo algunos como Radiohead u Oasis porque me recordaban a los Beatles. Literariamente, me ha servido. En Chesil Beach, la m¨²sica pone de manifiesto las diferencias entre dos mundos.
P. ?Pero usted toca?
R. Tocaba la flauta.
P. En la m¨²sica tambi¨¦n se pueden encontrar varias respuestas para las estructuras literarias. Usted cuida las estructuras de sus novelas. ?Le interesa esa relaci¨®n entre ambos mundos?
R. Bueno, me interesa la forma de la sonata, tan importante para la literatura. Dos temas sobre los que se da vueltas y se desarrollan y una coda. Me atrae. La sonata es perfecta. Una vez que la comprendes, no la puedes abandonar en la vida.
P. Es la manera que mejor puede ayudar a articular un discurso.
R. Exacto, lo que dec¨ªamos, el desarrollo de dos temas paralelos hasta ir modulando algo.
P. ?Escribe con m¨²sica?
R. No. Me gusta tanto que me distraer¨ªa. Pero, volviendo a la estructura de las obras, es importante concebir una fuerte base arquitect¨®nica para desarrollar una novela, resulta necesario moldearlo todo, una figura. Hay una tentaci¨®n que persiste en mucha gente, la de obviar la forma en la novela y eso me parece un error. Para los lectores creo que existe un metaplacer, puede que inconsciente, de disfrutar de algo que tiene una forma. Siempre debemos tener cuidado de que no nos esclavice.
P. ?Para no oprimir la lectura?
R. S¨ª, para no pasarse de academicista. Porque en esa forma, lo que debe respirar es la vida de una obra. Nunca debe dominar el contenido. La estructura debe ser discreta.
P. Expiaci¨®n
es una novela con una estructura complicada para ser llevada al cine. ?Usted qued¨® contento con la versi¨®n de Joe Wright?
R. S¨ª, mucho. Sab¨ªa que era muy dif¨ªcil, adem¨¢s para una pel¨ªcula tan cara. En este caso, el director lo ha resuelto muy bien, sobre todo en la primera parte.
P. ?Los actores tambi¨¦n le han convencido?
R. S¨ª. Keira Knightley interpreta a Cecilia de una manera muy fr¨ªa, como si fuera una princesa de hielo, una visi¨®n que no es la que yo le doy al personaje en la novela, pero que funciona sobre todo en la escena de la biblioteca. La primera parte, los actores la convierten en algo m¨¢gico, los gemelos, la ni?a que interpreta a Briony es excepcional. As¨ª que, en conjunto, me ha gustado mucho. Mi participaci¨®n en la pel¨ªcula ha sido m¨ªnima, s¨®lo como productor ejecutivo. Al principio me impliqu¨¦ con Christopher Hampton y con el director en el gui¨®n, pero una vez que empez¨® el rodaje, fui a alguna sesi¨®n, pero no me met¨ª en nada.
P. ?Ha sido Expiaci¨®n
una novela clave en su carrera?
R. No tanto, fue muy bien acogida, desde luego.
P. ?Y eso no le pes¨® para las que han venido despu¨¦s?
R. A nadie le gusta pensar que su mejor obra ha quedado atr¨¢s. Te lo planteas, pero... Llega un momento en que un novelista acepta que a lo mejor no puede escribir tan bien como hab¨ªa so?ado. El cerebro no siempre responde. Muchos incluso se deber¨ªan plantear dejarlo por eso, como lo puede hacer un pol¨ªtico. Pero lo m¨¢s com¨²n es que en cada novela sigan pensando que pueden superarse. Yo me planteo que todav¨ªa hay temas en los que quiero indagar.
P. Sigue ilusionado como escritor, entonces. Se considera un joven talento.
R. Bueno... Estoy a punto de cumplir sesenta. Una nueva juventud. El d¨ªa que escriba una novela terrible, quiz¨¢s me diga que debo retirarme. Pero lo m¨¢s seguro es que quiera redimirme con otra, as¨ª que no s¨¦. Muchos de mis lectores s¨®lo me conocen por el trabajo de los 10 o 12 ¨²ltimos a?os.
P. Hubo un McEwan anterior, m¨¢s salvaje.
R. No tan diferente. Las novelas de los ochenta, Ni?os en el tiempo, Los perros negros o Amor perdurable, no eran macabras, como me defin¨ªan al principio. Muchos me dicen que la mejor es Ni?os en el tiempo, eso me impresiona todav¨ªa m¨¢s.
P. ?Se considera un novelista cl¨¢sico?
R. ?En qu¨¦ sentido?
P. Alguien que conf¨ªa tanto en ese g¨¦nero como expresi¨®n art¨ªstica que no lo abandona nunca, persiguiendo la novela perfecta.
R. Muchos creen que la novela perfecta es Madame Bovary. La rele¨ª hace dos a?os y pens¨¦: no lo es. Madame Bovary ha muerto. Es como si Flaubert no la hubiese dejado hasta ahora. Se nos ha condenado a una especie de sadismo narrativo con ella. Dicen que cuando Emma muere, Flaubert llor¨®. Ahora entiendo por qu¨¦ no me gusta. Estaba demasiado implicado en la historia. Deber¨ªa haber permanecido mucho m¨¢s fr¨ªo, distante, con algo de hielo.
P. Una distancia como la que Cervantes mantuvo en el Quijote,
por ejemplo. El hielo de la iron¨ªa.
R. Graham Greene dec¨ªa que todo escritor deber¨ªa tener un cubito de hielo en el coraz¨®n.
P. Pero eso de la novela perfecta es muy discutible. Para unos puede ser Guerra y paz,
para otros, el
Quijote
o
Cien a?os de soledad
...
Para usted, ?cu¨¢l se acerca m¨¢s?
R. Para m¨ª es Ana Karenina. Quiz¨¢s la novela perfecta del siglo XIX.
P. ?Y del XX?
R. Varias. Las de John Updike del conejo, el Herzog de Saul Bellow.
P. ?Han sufrido los escritores ingleses de su generaci¨®n complejo frente a los americanos?
R. No, no creo.
P. A lo mejor el hecho de que muchos les consideraran mejores les motiv¨® a ustedes.
R. Para nosotros, la mayor¨ªa de ellos han sido figuras paternales, contra las que no compet¨ªamos. Updike, para m¨ª, es una figura patriarcal. Los que son de nuestra generaci¨®n nos acompa?an, Tobias Wolff, Richard Ford, Don DeLillo... Aunque en los setenta, cuando empec¨¦ a escribir, no hab¨ªa entre nosotros nada comparable a Norman Mailer o Philip Roth. Nada comparable a su ambici¨®n, su energ¨ªa...
P. A lo mejor ustedes ya sienten el aliento de los m¨¢s j¨®venes narradores ingleses detr¨¢s con ganas de matar al padre.
R. Espero.
P. ?Y qui¨¦n puede permitirse ese lujo?
R. Hay varios, hay un gran panorama de narradores entre los treinta y los cuarenta en el que, para m¨ª, sobresale Zadie Smith, claramente. Toda una figura a tener en cuenta.
P. Y en el panorama de otras letras, ?existe alg¨²n v¨ªnculo com¨²n que pueda describir la literatura que se hace hoy en Occidente?
R. No podr¨ªa dar una respuesta muy precisa. Quiz¨¢s que la literatura europea todav¨ªa sufre un mal posexistencialista. Suelo retar a mis amigos alemanes a que me hablen de alguna novela que haya retratado bien la Alemania de despu¨¦s de la ca¨ªda del muro y me dicen que eso es cosa de los periodistas, que la literatura est¨¢ para asuntos m¨¢s importantes. Yo creo que eso es una chorrada. Una chorrada existencial. Deber¨ªamos ya tener una gran novela sobre la Alemania dividida que salga de ellos. ?Se imagina a Bellow o a Roth sin haber escrito de aquello si lo hubieran experimentado? Debemos contextualizar. En Expiaci¨®n hice un esfuerzo por eso, por contextualizar.
P. ?Por saber hacia d¨®nde va la novela?
R. Hacia d¨®nde si seguimos por Virginia Woolf o si redescubrimos o reinventamos el siglo XIX para enfocar el XXI. Me preocupa el hecho de que se haya perdido el inter¨¦s de muchos por la invenci¨®n de personajes. Muchos piensan que el personaje, como motor narrativo, ha muerto. Pero si quieres investigar la naturaleza humana, ?c¨®mo lo vas a hacer?
P. De todas formas hay mucha competencia. Lo normal es pensar que la novela es el g¨¦nero que m¨¢s profundiza en la naturaleza humana y sus aristas. Pero eso parece haber cambiado con otras obras de arte como Los Soprano,
sin ir m¨¢s lejos. ?Qu¨¦ opina? ?No es eso toda una novela que se ha colado en la televisi¨®n?
R. Me encantan Los Soprano, pero adentrarse en la total intimidad de una novela con otras disciplinas creativas no hay nada que lo haya conseguido. El problema es que se escriben muchas novelas que aburren.
P. Quiz¨¢s se baja el nivel y se publica demasiado. ?Han abaratado los editores la importancia de la buena literatura?
R. Probablemente, y tan s¨®lo por cubrir las cifras.
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