Sobre el lecho de Procusto
El debate televisado entre Zapatero y Rajoy (en adelante, Z. y R.), aunque fuera pol¨ªticamente irrelevante, pues no hizo sino reiterar los debates parlamentarios de estos cuatro a?os, como espect¨¢culo humano o psicol¨®gico fue digno de encomio. Era evidente que all¨ª no circulaba el odio, ni siquiera verdadero desprecio. Entre Z. y R. se ve¨ªa, como es natural, combatividad y agresividad a ambos lados de la mesa, pero no instinto asesino. Lo cual es simp¨¢tico, agradable, civilizado. Veremos qu¨¦ sucede en el debate del lunes pr¨®ximo.
Pero lo m¨¢s admirable es la soledad de los p¨²giles o duelistas, cada uno empujado contra el otro por la fuerza irresistible de millones de seguidores que como enjambres en la oreja les gritaban: "?No falles! ?Avasalla a ese desgraciado! ?Apl¨¢stalo!". Algunos analistas se han quejado de que Z. y R. fueron a la suya y no pensaron en nosotros, los ciudadanos; es un reproche que no comparto, pues ?para qu¨¦, sino para dirigirse a nosotros, se acuestan en ese lecho de Procusto (si te viene peque?o, te cortan los pies) que les han armado sus asesores, psic¨®logos, estrategas, estilistas, sastres y peluqueros, y se meten en ese circo romano como gladiadores en una arena que abarca todo el pa¨ªs? ?Qu¨¦ m¨¢s se les quiere pedir? ?Que hagan juegos malabares, que se autolesionen en directo?
Z. se retrepaba en el asiento, casi con un respingo, cada vez que recordaba el consejo de mantenerse erguido. R., para controlar los nervios, sacaba la lengua en un tic irrefrenable. Ambos me conmovieron. El d¨ªa de las elecciones les votar¨¦ a los dos. A m¨ª no me cuesta nada y para ellos mi apoyo puede ser decisivo. Tal es la grandeza de la democracia.
Como adelant¨¦ el s¨¢bado pasado, quiero compartir con los lectores no s¨®lo mis impresiones sobre el debate, sino tambi¨¦n las de los psicomorf¨®logos m¨¢s veteranos y reputados de Barcelona. El se?or Mellado senior, fundador de la empresa Sicograf, lleva 30 a?os peritando rostros y firmas para los juzgados y para los departamentos de personal de empresas de todo el mundo, y su hija Esther es una graf¨®loga de enorme sagacidad y precisi¨®n. Es verdad que, escuch¨¢ndoles, uno dir¨ªa que su lenguaje es l¨ªrico, impresi¨®n que queda desmentida por la alta proporci¨®n de diagn¨®sticos confirmados por los hechos y su aceptaci¨®n en ¨¢mbitos pragm¨¢ticos por definici¨®n, como lo son el comercio y los tribunales de justicia.
Ayer me dijo el se?or Mellado que "en R., aunque destaca la frente, propia de una persona madura, todo en el 'peque?o rostro', o sea el tri¨¢ngulo formado por los ojos y la barbilla, es medio: tama?o, fuerza... lo que denota armon¨ªa y coherencia en lo que comunica, razonabilidad. El perfil es muy vertical; la gente con esta clase de rostro tiene en la vida un comportamiento de cami¨®n: va despacio, se controla, piensa despacio, busca la seguridad, hace el recorrido completo y organiza su vida con ese fin. Son personas que se someten a las normas de su entorno, que emocionalmente se controlan y suelen ser muy selectivos en las amistades". En cuanto a Z, sostiene Mellado: "Tiene la frente grande, redondeada y abombada, lo que cuando hay carnes alrededor de la boca y barbilla indica imaginaci¨®n creativa y capacidad de manejar ideas abstractas; ahora bien, el poder de materializar proyectos se refleja en la zona baja del rostro, y esa barbilla suya retra¨ªda, y en general todas las carnes que se doblan hacia atr¨¢s, indican limitaciones en la valoraci¨®n objetiva de la realidad. Es un se?or de grandes proyectos pero que no siempre mide bien sus fuerzas".
?Qui¨¦n gan¨® el debate? R. podr¨¢ ser muy coherente y sint¨¦tico, pero en cuanto a encanto y seducci¨®n es un fracaso, sostiene Mellado. Y el lunes pr¨®ximo, si la naturaleza de su discurso u otras circunstancias le permiten a Z. desplegar sus encantos y capacidad comunicativa, ¨¦ste volver¨¢ a ganar.
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