T¨¢nger, un fin de semana 'bajo coste'
23,48 euros por el vuelo de ida y vuelta y 48 horas de diversi¨®n
Tomamos un vuelo de la l¨ªnea reci¨¦n abierta por Easyjet a la ciudad del Estrecho. Los dirhams se estiran all¨ª: marcha en la playa, t¨¦ a la menta en el caf¨¦ de Allen Ginsberg y regateo en la Medina.
La carretera que une Asilah con T¨¢nger es una met¨¢fora de la ciudad: tenderetes de artesan¨ªa en la cuneta, ovejas en prados verdes, decenas de edificios en construcci¨®n, escolares que cruzan casi sin mirar y un desfile de mujeres vestidas con chilabas y con 'hiyab' en la cabeza
La calle de Italia conduce a la 'kasbah'. Unos ni?os atraviesan la puerta de Bab Bhar. Les seguimos. Las murallas esconden un secreto: ca?ones y unas sorprendentes vistas sobre el mar
Poner un pie en T¨¢nger significa sacarlo del mar y meterlo en un muelle sacudido por las idas y venidas de cientos de marroqu¨ªes que ofrecen una habitaci¨®n, un taxi o una visita guiada. En enero, la visita hubiese arrancado as¨ª: en el puerto tangerino tras bajar de un ferry. Sin embargo, desde el 1 de febrero, los seis vuelos semanales de la bajo coste Easyjet tienden un nuevo puente entre Madrid y la ciudad marroqu¨ª. Nuestra aventura, de m¨¢s de 48 horas (por 139,48 euros, m¨¢s 40 euros en compras de souvenirs), arranca un mes antes de partir frente a la pantalla del ordenador.
Adquirir un billete de ida y vuelta deber¨ªa ser f¨¢cil: se entra en la web www.easyjet.com, se eligen las fechas y se paga. No obstante, el proceso est¨¢ minado de trampas. El precio inicial (19,99 euros) puede engordar hasta los 73,75 euros si uno se descuida. Y aunque se eliminen las casillas del seguro de viaje (16 euros), bolsa facturada (11,98 euros cada una) y speedy boarding (permite embarcar los primeros, por 14,25 euros), desembolsamos una comisi¨®n por pagar con tarjeta (2,50 euros, la Visa Electr¨®n; 7,50 euros, el resto). Al final, el billete cuesta 23,48 euros, ida y vuelta.
Son las 11.30. En el aeropuerto de Barajas m¨¢s de un despistado paga el recargo de 15 euros por llevar m¨¢s de una bolsa de mano. "Debe facturarla, supera las dimensiones permitidas", informa una sonriente azafata a una viajera. Con el fin de subirla a bordo, la pasajera embute su maleta en un medidor. Y lo hace tan bien que luego es incapaz de sacarla. La azafata acude en su auxilio, m¨¢s sonriente si cabe, y la mujer apoquina los 15 euros a rega?adientes.
En el embarque no se salva ni Rita. No hay asientos numerados. Cada billete lleva asignada una letra: A, B, C o D. La entrada al avi¨®n se realiza por riguroso orden alfab¨¦tico. Los pasajeros esperan, algunos impacientes y otros cabizbajos, su turno. Es f¨¢cil acordarse de cuando pasaban lista en el colegio. Son las 13.10. Despegamos.
Por un pu?ado de dirhams
Una hora y media de vuelo, y el avi¨®n aterriza en T¨¢nger. El aeropuerto de Bouakhalef (15 kil¨®metros al sureste de la ciudad) es min¨²sculo. Como en una pel¨ªcula de los sesenta, los pasajeros descienden por la escalerilla y reciben la bofetada del viento en la cara. Un reguero de universitarios y varios marroqu¨ªes cruzan -con la mano en la gorra o en la falda- la pista de aterrizaje. No tardan en aparecer errores en la gu¨ªa de viaje: ?qui¨¦n dijo que exist¨ªan grands taxis (taxis compartidos) del aeropuerto al centro? Tras cambiar 50 euros (555,75 dirhams), un taxista nos conduce al hotel en un Mercedes destartalado por 150 dirhams (13 euros). La carretera -la misma que une Asilah con T¨¢nger- es una met¨¢fora de la ciudad: tenderetes de artesan¨ªa en la cuneta, ovejas en prados verdes, decenas de edificios en construcci¨®n, escolares que cruzan casi sin mirar y un desfile de mujeres vestidas con chilabas y con hiyab en la cabeza. El taxista sortea, experto, los peligros.
Veinte minutos paladeando la ciudad desde la ventanilla dejan al turista confundido en el hotel Rembrandt, en pleno bulevar Pasteur, la espina dorsal de la ciudad. Son las 15.00, una hora m¨¢s en Espa?a. El equipaje se deja en la habitaci¨®n doble (dos noches, 70 euros) donde una ventana muestra el tumultuoso traj¨ªn de la vida tangerina. Primera parada: la oficina de turismo del bulevar Pasteur, donde se acumulan polvorientos libretos en espa?ol, editados en los ochenta, y algunas gu¨ªas de ocio gratuitas en franc¨¦s.
'Al baysara' y t¨¦ con hierbabuena
El hambre aprieta. El gran zoco huele a pesca¨ªto frito. En la calle Salah Eddine el Ayoubu, en la Place du 9 Avril 1947 (fecha de la declaraci¨®n de independencia de Marruecos), varios puestos de comida tientan el paladar. Las mesas y sillas dispuestas en la acera, con vistas a una mezquita y al antiguo cine Rif, son de pl¨¢stico blanco. El men¨², copioso: al baysara (sopa de habas secas y aceite de oliva con comino y pimientos picantes), mezze (ensalada de tomate y lechuga aderezada con lim¨®n), harissa (salsa de piment¨®n) y un plato de sardinas rebozadas, aceitunas, patatas fritas y arroz con azafr¨¢n. Un banquete que se acompa?a con un humeante t¨¦ verde con hierbabuena. Todo por 30 dirhams (menos de tres euros). Para bajar el fest¨ªn nos dejamos engullir por la Medina, a la que se accede por la calle Semmarine. A la derecha, en un mercado con enormes calabazas y monta?as de especias y frutos secos, gatos somnolientos ma¨²llan sobre cajas de pescado.
Recuerdos de William Burroughs
La Medina es laber¨ªntica y hechizante. Las paredes de las calles Nasiria, Seqaya Jdida o Mohamed Torres est¨¢n empapeladas de carteles de La Vache Qui Rit (La Vaca Que R¨ªe, en franc¨¦s) y de T¨¢nger Expo 2012. Asumimos la derrota: nos hemos perdido. "?D¨®nde est¨¢ el Peque?o Zoco?". Afilah, un vendedor, hace de gu¨ªa. No sin antes improvisar una parada en el bazar de artesan¨ªa de su padre, Abaakil, donde el viajero pica y compra almendras, nueces y cacahuetes (50 dirhams; 4,50 euros). El Peque?o Zoco es un oasis entre tanto bullicio. Bajo el toldo del caf¨¦ Tingis (nombre de la T¨¢nger romana), hombres mayores beben t¨¦, juegan al backgammon y fuman en pipa sentados en sillas de hierro forjado. La atm¨®sfera es de lo m¨¢s peculiar: roscas de humo en la penumbra, techos alt¨ªsimos y gigantescas cristaleras. Se respira el misterio que inspir¨® a escritores como William Burroughs y a poetas como Allen Ginsberg. Un elegante camarero sirve t¨¦ como si escanciara sidra de una tetera plateada. Es f¨¢cil sacudirse el cansancio mientras se admira esas escenas costumbristas y se sorbe t¨¦ (la tetera, ocho dirhams; unos 70 c¨¦ntimos de euro). El teatro Cervantes, inaugurado en 1913 y levantado por espa?oles, est¨¢ en ruinas. Pero su fachada art d¨¦co bien merece la visita.
Nos dan las 17.00. A tiro de piedra, en la calle Touahine, se levanta la Fundaci¨®n Lorin. El edificio, una antigua sinagoga, resume el siglo XX a trav¨¦s de recortes de peri¨®dico, caricaturas de pol¨ªticos como Winston Churchill, fotos (como la llegada del sult¨¢n Maley Hassan) o un amarillento folleto del hotel Minzah donde se anuncia una "divertida caza del jabal¨ª". El hotel, todav¨ªa en pie, es un emblema de T¨¢nger como ciudad internacional. Ava Gardner, Ian Fleming o Francis Bacon pisaron el piano-bar del Minzah.
El atardecer en Marruecos es de pel¨ªcula: vale la pena volver al Peque?o Zoco, dejar atr¨¢s su Gran Mezquita y descender por la agujereada calle de Mokhtar Aherdan hasta la puerta Bab dar Dbagh. La estampa es sobrecogedora: una plaza blanqu¨ªsima entre paredes desconchadas, donde duermen varios taxis y charlan algunos taxistas. Desde la barandilla impacta el puerto, el motor de la ciudad: detr¨¢s de varios transatl¨¢nticos, camiones y enormes naves industriales se esconde el Atl¨¢ntico.
De tapas por T¨¢nger
Son las 19.00. El objetivo es llegar al hotel. Pero es imposible no entretenerse en el avispero vibrante de comercios de la calle de la Libert¨¦. Un comerciante pide 300 dirhams por un bolso de cuero. Es necesario regatear insistentemente para que baje a 50 (4,50 euros). A dos pasos, tras unas vidrieras, los cuadros de la marroqu¨ª Safaa Erruas ocupan las paredes de la galer¨ªa Delacroix. El empleado muestra los precios: rondan los 48.000 dirhams (4.220 euros).
Despu¨¦s de acicalarse en el hotel, un atractivo portero invita a entrar a The Pub, elegante local en las inmediaciones del bulevar Pasteur, animado con la potente voz de la francesa Edith Piaf. Hombres encorbatados beben copas de chardonnay en sof¨¢s de terciopelo verde. ?Qui¨¦n dijo que las tapas eran asunto granadino o madrile?o? Con la cerveza -las marcas locales son Casablanca y Sp¨¦ciale (40 dirhams, unos 3,50 euros)-, el camarero sirve dos generosas tapas: una de queso de cabra y una versi¨®n tangerina de la paella. No hace falta pedir otro botell¨ªn para zamparse otras dos buenas raciones: el camarero sustituye los platos vac¨ªos por m¨¢s exquisiteces. La conversaci¨®n surge espont¨¢neamente con Jamaal, un marroqu¨ª de 43 a?os que en los setenta trabaj¨® durante un par de meses en una empresa textil de Linares (Ja¨¦n). La noche termina con un batido de fresa en el caf¨¦ La Giralda, con vistas a los ca?ones de la terraza de los Perezosos.
Fest¨ªn cultural y regateo
A las 7.30 suena el despertador. La panza se llena en el buf¨¦ del hotel: higos hervidos en agua de azahar con miel, mandarinas, cruasanes, aceitunas, caf¨¦ con leche y un zumo de naranja. Aplacado el hambre toca abordar el fest¨ªn cultural: de primero, la iglesia Saint Andrew's; de segundo, el Museo de Arte Contempor¨¢neo, y de postre, el Museo Dar el Makhzen.
Mustapha se ocupa desde hace 45 a?os del jard¨ªn de Saint Andrew's y su cementerio. La leyenda cuenta que un jeque del golfo P¨¦rsico financi¨® la Gran Mezquita porque la aguja de esta iglesia anglicana, construida en 1894, eclipsaba todos los minaretes de T¨¢nger. El relato de Mustapha se mezcla con los gritos de las tifere?as que venden verduras y huevos a las puertas del recinto. En el cercano Museo de Arte Moderno (10 dirhams; casi un euro), los cuadros abstractos recuerdan que el islam no aprueba el arte figurativo.
La calle de Italia conduce a la kasbah. Unos ni?os atraviesan la puerta de Bab Bhar. Les seguimos. Las murallas esconden un secreto: ca?ones y unas sorprendentes vistas sobre el Estrecho.
Son las 11.30 de un jueves, d¨ªa de los enamorados (el viaje se hizo el pasado 14 de febrero), y el Museo Dar el Makhzen (10 dirhams, ocho euros), en el palacio del sult¨¢n Muley Ismail, est¨¢ vac¨ªo: el edificio del siglo XVII cuenta la historia de Marruecos a trav¨¦s de flechas prehist¨®ricas, ¨¢nforas griegas, mosaicos romanos y armaduras portuguesas. Antes de partir vale la pena sentarse en los jardines del Sult¨¢n. Las puertas del palacio de Sidi Hosni -donde Barbara Hutton, la legendaria heredera del imperio Woolworth, celebr¨® sus glamourosas fiestas- est¨¢n selladas. Nadie acude a las llamadas. Tampoco hay suerte en la iglesia de la Inmaculada Concepci¨®n. Est¨¢ cerrada a cal y canto. De la casa de al lado sale sin previo aviso una simp¨¢tica monja. No habla ni papa de espa?ol, ni de ingl¨¦s, ni de franc¨¦s. En el interior de la vivienda, donde conviven las monjas, las visitas de parejas se suceden. Una religiosa explica en ingl¨¦s que la iglesia lleva a?os cerrada y sugiere visitar la Catedral Espa?ola. De camino, en la calle Belgique (n¨²mero 166), en el Ensemble Artisanal, financiado por el Gobierno, varios artesanos trabajan la madera y el cristal. No muy lejos, los tangerinos rezan en la mezquita Mohammed V. El contrapunto lo pone la calle Hassan II y su Catedral Espa?ola, de 1961.
El tiempo vuela: ya son las 15.30. Una baguette de cordero picado (17 dirhams; 1,50 euros) y un zumo de mango (13 dirhams; poco m¨¢s de un euro) convencen al comensal m¨¢s exigente en la avenida Mexique. La librer¨ªa Des Colonnes es perfecta para comprar, en ingl¨¦s, la novela de Paul Bowles El cielo protector. El ambiente bohemio del caf¨¦ de Par¨ªs invita a leer. Justo al lado, la pasteler¨ªa La Espa?ola seduce al visitante con khaab al ghazal (cuernos de gacela, con forma de media luna y rellenos de pasta de almendra; 30 dirhams, 2,50 euros). El resto de la tarde se escapa regateando por collares y brazaletes en la Medina.
'R&b' frente al Estrecho
La marcha tangerina huele a sal: la avenida Mohammed VI, frente a la playa, concentra varios clubes: cientos de j¨®venes vestidos a la occidental bailan r&b en el suntuoso Beach Club 555 (entrada, 115 dirhams; unos 10 euros). Es el d¨ªa de los enamorados y las parejas beben copas en la terraza. No muy lejos est¨¢ Pasarela, con bares para aburrir y una bella piscina.
A la ma?ana siguiente, el despertar es de ¨®rdago. Tras hacer de tripas coraz¨®n, el visitante se despide de los veh¨ªculos en continuo zigzag entre T¨¢nger y Algeciras, de los zocos y bazares, y de esta urbe gatuna. Sin embargo, T¨¢nger bien merece un ritual: antes de coger -a las 12.00- un taxi al aeropuerto (100 dirhams, nueve euros) tomamos un ¨²ltimo t¨¦ con El cielo protector, de Bowles, sobre la mesa del Hafa, su caf¨¦ favorito. Y as¨ª, no lejos de unas tumbas fenicias, la ciudad susurra al o¨ªdo del viajero m'assalama (vete en paz).
GU?A PR?CTICA
Informaci¨®n- Oficina de turismo de T¨¢nger (00 212 39 94 80 50). Bulevar Pasteur, 29.Dormir- Hotel Rembrandt (00 212 39 93 78 70). Bulevar Mohammed V. La habitaci¨®n doble, 34,95 euros.Comer y beber- La Espa?ola. Calle de la Libert¨¦, 97.- Snack Brahim Abdelmahlik. Avenida Mexique, 16.- La Giralda (00212 39 37 04 07). Bulevar Pasteur.- Caf¨¦ Tingis. Calle de As Siaghin, en el Peque?o Zoco.- Caf¨¦ Hafa. Calle de Mohammed Tazi.- Caf¨¦ de Par¨ªs. Plaza de Francia.- Beach Club 555 (00212 39 94 01 64). Avenida de Mohamed VI.- Pasarela (00212 39 94 63 72). Avenida de Mohamed VI.- The Pub (00 212 39 93 47 89). Calle de Sorolla.Visitas y ocio- Museo Dar el Makhzen (00212 39 93 20 97) y jardines. En la Kasbah.- Teatro Cervantes. Calle de Salah Eddine el Ayoubi.- Fundaci¨®n Lorin (00212 39 93 03 06). Calle Touahine, 44.- Iglesia de Saint Andrew's (00212 39 93 53 17). Calle de Am¨¦rique, 8.- Museo de Arte Contempor¨¢neo (00212 39 93 60 73). Calle de Angleterre, 2.- Librer¨ªa des Colonnes (00 212 39 93 69 55). Bulevar Pasteur, 54.
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