Sufriremos, pero no tanto como dicen
?Aguantar¨¢ la econom¨ªa espa?ola la tormenta creada por las tres crisis que padecemos, la inmobiliaria, la financiera y la econ¨®mica? En medio de este vendaval, ?seremos capaces de mantener el crecimiento, el empleo y el bienestar logrado a lo largo de estos ¨²ltimos 15 a?os? Son preguntas l¨®gicas que todos nos hacemos ahora que llegan tiempos de vacas flacas.
La campa?a electoral ha contribuido a hacerlas m¨¢s presentes, as¨ª como a difundir algunos temores. Pero, para mi sorpresa, quienes con m¨¢s intensidad se las plantean son los analistas extranjeros, especialmente los brit¨¢nicos y estadounidenses. Vean, por ejemplo, la informaci¨®n que publicaba en este diario Claudi P¨¦rez, el s¨¢bado pasado, con el t¨ªtulo Espa?a despierta recelos.
Debemos exigir que la pol¨ªtica partidista poselecciones ayude a que el sufrimiento sea el menor posible y est¨¦ repartido
Con tonos m¨¢s o menos b¨ªblicos, la conclusi¨®n general es que despu¨¦s de 15 a?os de vacas gordas, los espa?oles vamos ahora a sufrir una larga resaca, tan larga e intensa como fue la borrachera inmobiliaria.
Curiosamente, la decisi¨®n del Gobierno brit¨¢nico y del Banco de Inglaterra de nacionalizar el banco Northen Rock, afectado por el virus de las hipotecas norteamericanas, ha acentuado esa conclusi¨®n. Muchos analistas en la p¨¦rfida Albi¨®n ven el caso del banco ingl¨¦s como un anticipo de lo que ocurrir¨¢ en el sistema bancario espa?ol.
?Tienen raz¨®n? Probablemente este diagn¨®stico pesimista de los anglosajones tiene mucho que ver con los celos que acostumbran a entrarle al rico de cuna cuando ve que un advenedizo en la riqueza comienza a sacarle ventaja. No se acaban de creer el milagro econ¨®mico espa?ol. Especialmente la modernizaci¨®n y competitividad de la gran banca espa?ola, y de otras empresas de energ¨ªa y servicios. La compra por el Banco Santander del brit¨¢nico Abbey a¨²n duele en la City. Comprender¨ªan esa compra si viniese de Francia o Alemania, pero no de Espa?a. Y lo mismo ocurre con las compras de empresas espa?olas de infraestructuras, energ¨ªa y servicios. Creen que no es oro todo lo que reluce en la econom¨ªa empresarial espa?ola. Que hay gato encerrado, aunque no acaban de encontrarlo.
Ya pas¨® antes, con la inversi¨®n espa?ola en Am¨¦rica Latina en los a?os noventa. Los norteamericanos y brit¨¢nicos cre¨ªan que los espa?oles estaban locos al invertir en aquella regi¨®n cuando ellos se retiraban con el rabo entre las piernas. Por eso, cuando lleg¨® la crisis de 2001, esperaban que las empresas espa?olas sufriesen esa aparente locura. Algo sufrieron, pero supieron capear el temporal y hoy gran parte de los beneficios de nuestras grandes empresas vienen de all¨ª.
?Por qu¨¦ piensan los anglosajones que Espa?a sufrir¨¢ intensamente la crisis, con la posibilidad de llegar a una recesi¨®n? Por dos motivos. En primer lugar, porque identifican la situaci¨®n macroecon¨®mica espa?ola con la de Estados Unidos. En segundo lugar, porque creen que la banca espa?ola est¨¢ tan contaminada como la brit¨¢nica o la estadounidense. Pero, en ambos casos, las apariencias enga?an.
Dejo para otra ocasi¨®n el ver que la comparaci¨®n con Estados Unidos no es adecuada. Respecto del posible contagio, la banca espa?ola est¨¢ m¨¢s inmunizada que la de otros pa¨ªses. Fundamentalmente, por dos razones. Primero, porque el riesgo de contagio ocurre all¨ª donde el ahorro nacional se ha llevado a Estados Unidos para comprar sus hipotecas basura. Pero en el caso de Espa?a no s¨®lo nuestro ahorro no ha ido all¨ª, sino que ha sido el ahorro de otros pa¨ªses el que ha venido a Espa?a a financiar nuestras hipotecas y nuestro d¨¦ficit exterior.
La segunda raz¨®n es que la banca espa?ola tiene la ventaja de haber pasado ya el sarampi¨®n. La crisis financiera espa?ola de los setenta y ochenta (recuerden, por ejemplo, Rumasa) nos hizo sufrir en propia carne. Desde aquella crisis, el Banco de Espa?a impuso unas normas de prudencia que hoy nos hacen tener mejor salud financiera.
Por todo esto, creo que sufriremos, pero no ser¨¢ tanto como dicen los anglosajones. Vaya por delante que no trato de hacer un ejercicio de optimismo gubernamental. Ni tampoco de ejercer de profeta.
En todo caso, lo que ocurrir¨¢ no est¨¢ escrito, predeterminado. Depende de dos cosas. La primera, de c¨®mo le vaya a la econom¨ªa internacional. La segunda, de c¨®mo afrontemos nosotros la crisis. En c¨®mo le vaya a la econom¨ªa internacional poco podemos influir.
De c¨®mo afrontemos nosotros la crisis s¨ª depende la intensidad y duraci¨®n del sufrimiento. Tenemos delante un ajuste y unas reformas. El ajuste consiste en c¨®mo vamos a distribuir el coste de pasar de crecer a tasas cercanas al 4% a tasas que se mover¨¢n, en el mejor de los casos, entre el 2,5% y el 2%. Trabajadores, empresarios y sector p¨²blico deber¨ªan ponerse de acuerdo para distribuir ese ajuste entre salarios, beneficios e impuestos. La ventaja es que tenemos unos sindicatos y una patronal acostumbrada a buscar acuerdos.
La reforma consiste en poner en marcha medidas para, por una parte, contener y reducir la inflaci¨®n, y por otra, transferir recursos desde el poco productivo sector inmobiliario a sectores m¨¢s productivos. Dicho de otra manera, pasar de un modelo de crecimiento basado en la plusval¨ªa inmobiliaria r¨¢pida a un modelo basado en el beneficio industrial a largo plazo.
Si hacemos bien el ajuste y la reforma, un escenario probable para la crisis espa?ola podr¨ªa ser el que le o¨ª a un conocido financiero: un a?o de crisis financiera, dos a?os de crisis econ¨®mica y cuatro a?os de crisis inmobiliaria.
Lo que debemos exigir ahora es que la pol¨ªtica partidista poselecciones ayude a lograr que el sufrimiento sea el menor posible y est¨¦ equitativamente repartido.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB
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