La nuez y la corbata
Lo reconozco. Soy un canalla al que le interesa m¨¢s el d¨ªa despu¨¦s que el presente del debate electoral entre Rodr¨ªguez Zapatero y Mariano Rajoy (observen que pongo dos palabras a cada uno para que no me lleven al tribunal de conflictos). No es que no me interese lo que dijeron los principales (no los ¨²nicos) candidatos, que me interes¨® y en alg¨²n caso (l¨¦ase inmigraci¨®n) me preocup¨®, sino lo que se dice despu¨¦s que es lo importante: las corbatas, la mirada fija o desvariada, los entrometimientos, el tecnicismo (que no s¨¦ lo que es, porque adem¨¢s no quiero saber lo que es para no asustarme), los an¨¢lisis de estilismo, de frialdad o calidez de la mirada. No s¨¦. A mi me da miedo esa irrelevancia social de los principios, esa minimportancia de las ideas. Igual exagero, que s¨¦ que s¨ª, pero es lo que parece, aunque s¨¦ que no es lo que es.
Dejando a un lado lo filos¨®fico, la actitud, los principios, la ideolog¨ªa, la distintas forma de concebir le ley y el orden, los distintos conceptos de inmigraci¨®n, de configuraci¨®n de Espa?a, las mentiras, las verdades, las promesas cumplidas, las incumplidas, la lucha antiterrorista, la utilizaci¨®n de la lucha antiterrorista, el miedo secular de la supuesta Espa?a invertebrada (me pongo y no paro), dejando al lado, digo, todas esas minucias, lo enternecedor es otra cosa. Lo que enternece sobremanera no es la ni?a de Rajoy (cosa de publicista y punto), sino esos jovenes que reciben al candidato en la sede del partido con v¨ªtores y alharacas (eso parecen ser las juventudes de todos los partidos), a Zapatero le dejaron en paz, porque como es el presidente del Gobierno se fue a La Moncloa y all¨ª fiestas, las justas.
Y luego est¨¢n los analistas partidarios, los secretarios o miembros del partidos que valoran la actuaci¨®n del jefe. Van y dicen que el suyo ha estado muy bien, que ha ganado, que ha sido convincente, que las encuestas no son fiables -si han perdido- o son estimativas -si han ganado-. Bien, lo previsto. La devoci¨®n siempre est¨¢ por encima de la reflexi¨®n. No se me tenga en cuenta, pero el ¨²nico acento discordante se lo o¨ª a Zaplana en la SER, cuando le preguntaron lo mejor y lo peor de Rajoy y dijo algo as¨ª como que hubo momentos en los que le gusto m¨¢s que en otros. Hasta ah¨ª llega la autocr¨ªtica al jefe, aunque fue lo m¨¢s parecido que escuch¨¦
Pero hay algo peor. No estar en el debate y ser requerido para opinar sobre el debate. Es como preguntarle a Aznar sobre el Oscar a Javier Bardem. Eso no se hace...?santo Dios! A Izquierda Unida, al PNV, y al resto de partidos nacionalistas no les qued¨® ayer m¨¢s remedio que opinar sobre la casa que no habitaron, la novia que no tuvieron (?ay, que no, que eso es un anuncio!) Y decir que no quieren opinar, que les pareci¨® mal, injusto, vano y que entre sus gentes apenas se vio, apenas se sigui¨®. El gui¨®n del debate llega siempre al d¨ªa siguiente. Todos lo siguen al pie de la letra, las juventudes, los ac¨¦rrimos, los ausentes. El problema no es el an¨¢lisis de la corbata; el asunto es qu¨¦ pasa cuando se quitan la corbata. Qu¨¦ hay detr¨¢s de la nuez de la garganta.
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