Sin ideas pol¨ªticas
De esta campa?a electoral, sustanciada en dos debates televisivos, destaca la ausencia absoluta de ideas pol¨ªticas. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero se ha olvidado de lo que hace cuatro a?os eran sus se?as de identidad ideol¨®gicas: el republicanismo y la Espa?a plural. El republicanismo simplemente ha desaparecido de la escena. Y la Espa?a plural se ha convertido en alusiones a la diversidad del pa¨ªs hechas con la boca peque?a, cuando Mariano Rajoy ataca. El candidato popular, por su parte, se ha limitado a seguir las inercias del aznarismo. A falta de la contundencia caudillista de su antecesor, Rajoy ha dado siempre la sensaci¨®n de ir a remolque: de los periodistas que llevan toda la legislatura exigi¨¦ndole que d¨¦ ca?a, de los obispos y otros grupos de presi¨®n y, sobre todo, de quien le nombr¨® heredero.
No ha sido, por tanto, una campa?a de ideas, sino de listados de medidas y de listados de reproches. Los dos debates parec¨ªan calcados, simple repetici¨®n de lo que unos y otros llevan meses diciendo. Con dos d¨¦ficit muy acusados: la incapacidad de los dos combatientes de hacer la s¨ªntesis de sus propuestas en t¨¦rminos de proyecto pol¨ªtico y el descuido -quiz¨¢s por inseguridad- de un ejercicio elemental: exigir al adversario que demostrara la viabilidad econ¨®mica y pr¨¢ctica de sus propuestas. El ¨²nico que lo hizo fue Pedro Solbes, el gran triunfador de esta campa?a, ante Pizarro, con excelentes resultados.
?Por qu¨¦ esta ausencia de ideas pol¨ªticas? Se podr¨ªa imputar a la imparable mediatizaci¨®n de la pol¨ªtica, con sus efectos simplificadores: ideas pocas y simples. No lo veo incompatible con la construcci¨®n de mensajes pol¨ªticos identificadores. Se podr¨ªa tambi¨¦n atribuir a la falta de cultura pol¨ªtica de un pa¨ªs reci¨¦n llegado a la democracia, pero esta limitaci¨®n tambi¨¦n afectaba a Gonz¨¢lez y Aznar, que fueron capaces de dar perfil e identidad a sus propuestas. Quedar¨ªa el argumento generacional: ?vamos realmente a una situaci¨®n en que la pol¨ªtica est¨¢ siendo sustituida por la administraci¨®n de las cosas? La conflictividad en el mundo es demasiado grande para caer en esta ilusi¨®n marxista.
Est¨¢ muy extendida la idea de que los dos principales partidos representan dos proyectos muy diferenciados y claramente antag¨®nicos. ?Son realmente tan diferentes? Si se toma como medida el debate Solbes-Pizarro, s¨ª, sin duda; all¨ª se enfrent¨® un proyecto socialdem¨®crata defendido sin restricci¨®n mental alguna y un discurso meritocr¨¢tico de cat¨®n, que da todos los derechos al que gana y que considera marginales a los perdedores. Si nos guiamos por los debates Rajoy-Zapatero ya no es tan evidente. La lucha antiterrorista, la inmigraci¨®n y la cuesti¨®n territorial han centrado las pol¨¦micas. En la cuesti¨®n terrorista, mientras el PSOE est¨¢ dispuesto a apoyar sin condiciones a quien gobierne, el PP pone condiciones. Todo pasa por la imprecisa distinci¨®n entre negociaci¨®n pol¨ªtica con ETA y negociaci¨®n para la rendici¨®n. Es decir, la diferencia principal es que al PP s¨®lo le parecer¨¢ bien lo que se haga si lo hace ¨¦l. En la cuesti¨®n de la inmigraci¨®n, la diferencia es de tono. Rajoy exhibe sin reparos un vicio de la derecha: el desprecio a los m¨¢s vulnerables, sobre todo, si no tienen posibilidad de votar. Zapatero es m¨¢s respetuoso con las personas, a las que no pretende imponer cultura alguna sino simplemente exigir el respeto a la ley. Pero en la pr¨¢ctica, uno es partidario de inmigrantes con contrato laboral y legales, y el otro, de legales con contrato laboral. O sea, lo mismo. No se olvide que Zapatero es responsable de las nuevas e ignominiosas vallas de Ceuta y Melilla.
Por lo que hace a la cuesti¨®n territorial, los dos defienden el Estado de las autonom¨ªas como horizonte insuperable. Eso s¨ª, con matices importantes. Rajoy entiende que la responsabilidad pol¨ªtica corresponde a lo que ¨¦l llama el Estado central y que las autonom¨ªas tienen que tener un papel subalterno, y Zapatero es menos deudor de los discursos unitarios de la Espa?a eterna. Zapatero emprendi¨® un proceso de reformas estatutarias que le desbord¨® y Rajoy ha hecho de los agravios territoriales bandera.
Las diferencias de fondo est¨¢n, en primer lugar, en materia de derechos y costumbres. Rodr¨ªguez Zapatero es un reformista liberal y Mariano Rajoy un restaurador al servicio de la Iglesia cat¨®lica. En segundo lugar, aunque la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno ha sido de una ortodoxia inobjetable, Zapatero tiene las pol¨ªticas sociales como prioridad en sus oraciones, mientras que Rajoy se mueve a pi?¨®n fijo en el discurso de la baja de impuestos y de los beneficios empresariales. Y, finalmente, las maneras: Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha dejado a la derecha impregnada de autoritarismo.
?Este juego de semejanzas y diferencias explica un clima de enfrentamiento tan brutal? No. Las causas son otras: el resentimiento de una derecha que siempre se cree despose¨ªda injustamente del poder y la irritaci¨®n de un presidente que no entiende que le dejaran solo frente a ETA. Por lo dem¨¢s, la derecha de este pa¨ªs es muy bruta, lo dice hasta el Financial Times, pero esto ya lo sab¨ªamos.
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