El debate de la televisi¨®n
Al final, la propia televisi¨®n ha quedado sobre la mesa como uno de los temas de los que se tendr¨ªa que haber hablado m¨¢s y m¨¢s claro en los debates televisados de la campa?a electoral. Conformarse con el hecho de que haya habido debates es resignarse a una condici¨®n de s¨²bdito que vive de la magnanimidad del pr¨ªncipe y no ver algunas cosas bastante graves.
En primer lugar, los debates han sido como los dos grandes partidos pol¨ªticos han querido que fuesen, y su solidaridad corporativa ha quedado a la luz en esas famosas 50 condiciones pactadas para los "cara a cara", que no eran sino cl¨¢usulas de autodefensa y autoprotecci¨®n de los dos. Los partidos no han querido debates abiertos, sin constricciones, con periodistas y/o ciudadanos que les preguntaran libremente: hablaban entre ellos un lenguaje pactado, no con nosotros y en un idioma abierto. Creo que ni la Academia de la Televisi¨®n ni las cadenas p¨²blicas debieran haberse prestado a este simulacro: el derecho a una informaci¨®n no trucada ni mediatizada por intereses partidarios tendr¨ªa que haber prevalecido.
A partir de ah¨ª, se entiende cualquier cosa. Por ejemplo, la fechor¨ªa que TVE estaba dispuesta a perpetrar anteayer retransmitiendo ?a las 12.00 de la noche! uno de los debates a siete que hab¨ªa programado; ha tenido que obligar el Tribunal Supremo a la primera cadena de la televisi¨®n p¨²blica del pa¨ªs a adelantar la emisi¨®n un par de horas. Otro ejemplo: la perversa reducci¨®n a dos de las opciones del arco pol¨ªtico ha tenido una grosera traducci¨®n en la publicidad con que las diferentes cadenas reclamaban a la audiencia. Cuatro ha llegado al l¨ªmite: anunciar el "cara a cara" con un cartel de boxeo, hablar de "asalto" en vez de "debate", antes de ir al plat¨® poner el cartelito de "segundos fuera". Como no creo que se trate de la gran iron¨ªa de un anarco infiltrado, s¨®lo me queda pensar que en esa cadena tan fina alguien ha perdido los papeles gravemente.
Para la pr¨®xima ocasi¨®n habr¨¢ que tener preparada una bater¨ªa de medidas que impida, en primer lugar, esa injust¨ªsima reducci¨®n a dos. Creo que IU, CiU y PNV se movieron tarde y que har¨ªan bien en asegurarse, en la necesaria reforma de la ley electoral, de que los debates est¨¦n regulados, porque los presuntos beneficios de su no regulaci¨®n acaban siendo la coartada del corporativismo de los grandes. Debo decir que el ¨²nico debate digno de tal nombre que he visto ha sido uno de los que ha organizado Canal 2 Andaluc¨ªa. L¨¢stima que hayan resultado casi clandestinos.
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