Monstruos coloreados
Ray Harryhausen, el padre de los efectos especiales de Hollywood, presenta ahora sus pel¨ªculas de los a?os cincuenta tal y como las imagin¨® entonces
Mutilaci¨®n criminal", bramaba Woody Allen. "Vandalismo cultural", gritaban desde la Asociaci¨®n de Escritores de Estados Unidos. El mism¨ªsimo John Huston abogaba por organizar un boicot, al tiempo que desde su editorial el diario The New York Times reflexionaba: "Si las pel¨ªculas cl¨¢sicas coloreadas se hacen populares, la circulaci¨®n de los originales en blanco y negro irremediablemente se va a extinguir". A mediados de los a?os ochenta los cr¨ªticos, artistas e intelectuales de la industria del cine se pusieron en pie de guerra contra el magnate de Atlanta Ted Turner, que hab¨ªa comprado a Metro Goldwyn Mayer un buen centenar de sus pel¨ªculas antiguas y anunciaba en 1986 que las iba a colorear digitalmente para comercializarlas "ahora en color".
"Yo quer¨ªa filmar mis pel¨ªculas en color, sab¨ªa que tendr¨ªan mucho m¨¢s impacto, pero ning¨²n estudio estaba dispuesto"
Algunas voces intentaban decir que la controversia no surg¨ªa por un asunto de ¨¦tica art¨ªstica sino que ten¨ªa que ver con los millones que la industria podr¨ªa perder si se pon¨ªan de moda nuevamente pel¨ªculas que hab¨ªan vendido muy baratas porque les parec¨ªa imposible reactivarlas. Desde luego, era un tiempo en el que el DVD no exist¨ªa.
Barry Sandrew fue el geniecillo inform¨¢tico que, con todas las limitaciones tecnol¨®gicas de los a?os ochenta, hab¨ªa desarrollado el mecanismo de colorizaci¨®n de filmes para la fallida y vapuleada empresa de Ted Turner. Desisti¨® un tiempo pero luego volvi¨® a la carga por cuenta propia. Hoy al frente de su propio laboratorio, Legend Films, Sandrew admite que la tecnolog¨ªa de aquel momento no garantizaba una calidad ¨®ptima de la pel¨ªcula en blanco y negro coloreada. "Ahora podemos producir im¨¢genes de alta definici¨®n con colores y resoluci¨®n entonces impensables", asegura. Un poco de espaldas a la opini¨®n p¨²blica, Sandrew sigui¨® trabajando en su invenci¨®n y la apertura del mercado del DVD le abri¨® todo tipo de posibilidades y nuevas fronteras a su invento. En 2002, se acerc¨® a Shirley Temple, la otrora ni?a prodigio del cine, que encontr¨® de lo m¨¢s ¨²til, ingenioso y gracioso que sus pel¨ªculas y series de televisi¨®n de los a?os veinte fueran coloreadas y dio su permiso para la experimentaci¨®n con miras a la salida de un DVD-pack en colores. Aunque todav¨ªa hay voces adversas, su volumen es m¨¢s bajo y Legend Films es una industria de lo m¨¢s pr¨®spera y colore¨® nada menos que para Martin Scorsese algunos fragmentos de las pel¨ªculas originales de Howard Hughes que fueron insertadas en El aviador, su biograf¨ªa del magnate protagonizada por Leonardo DiCaprio, en 2004.
"En aquellos d¨ªas, yo quer¨ªa filmar mis pel¨ªculas en color, yo sab¨ªa que tendr¨ªan mucho m¨¢s impacto, pero ning¨²n estudio estaba dispuesto a invertir lo que costaba un filme a color por una de nuestras producciones. Ahora, con Legend Films, he tenido la oportunidad de poder ofrecerlas tal y como las imagin¨¦ en su momento", rememora Ray Harryhausen (Los ?ngeles, 1920), el padre de los efectos especiales de Hollywood e inventor del stop-motion, un truco artesanal que permit¨ªa insertar maquetas de monstruos fotograma a fotograma en las pel¨ªculas de horror. Habla espec¨ªficamente de la colorizaci¨®n de tres pel¨ªculas suyas que acaban de aparecer en el mercado espa?ol en un pack de Sony llamado Ray Harryhausen Collection, que permite el disfrute a todo color de Surgi¨® del fondo del mar (Robert Gordon, 1955), La Tierra contra los platillos volantes (Fred Sears, 1956) y 20 miles to Earth (Nathan Juran, 1957), hechas a partir del ahora precario pero entonces maravilloso stop-motion de Harryhausen. Cuando estall¨® la pol¨¦mica de la colorizaci¨®n todos imaginaban el da?o en Casablanca, El halc¨®n malt¨¦s o Ciudadano Kane pero quiz¨¢ a nadie se le ocurr¨ªa pensar en el beneficio que se le pod¨ªa hacer a la delirantemente ingenua La Tierra contra los platillos volantes.
De no contar con la novedad del color, probablemente estos tres t¨ªtulos tempranos, a su manera importantes, del trabajo de efectos especiales de Harryhausen seguir¨ªan olvidados porque no fueron los que le dieron mayor celebridad, al menos no como su serie de pel¨ªculas inspiradas en la mitolog¨ªa griega, todo un subg¨¦nero que consigui¨® los grandes ¨¦xitos de su carrera como Jason y los argonautas (Don Chaffey, 1963) en la que se escenifica la secuencia m¨¢s fabulosa de su cat¨¢logo: la de la armada de claveras que atacan al protagonista, o m¨¢s tarde El viaje fant¨¢stico de Simbad (Gordon Hessler, 1974), Simbad y el Ojo del Tigre (Sam Wanamaker, 1977) o Furia de Titanes (Desmond Davis, 1981).
M¨¢s all¨¢ de que el color, aplicado aqu¨ª con oficio de experto pintor informatizado, hace verdaderas aportaciones, resulta de lo m¨¢s curioso reencontrarse con estas viejas producciones del cine comercial de Hollywood que aterrorizaron a los ingenuos y c¨¢ndidos espectadores de los a?os cincuenta. Hoy no asustan pero siguen siendo un entretenimiento superlativo. El pack Harryhausen tiene mucho de arqueolog¨ªa del cine y estimula reflexiones y elucubraciones futuristas como si fuera posible que dentro de 50 a?os se reestrene La guerra de las galaxias en un 3-D tan sofisticado que seamos recibidos en casa por un Chewbacca que se qued¨® fuera del televisor la noche anterior. En cualquier caso, las tres pel¨ªculas coloreadas de Harryhausen tienen otros valores aparte de la novedad del color. Las tres siguen un esquema de gui¨®n y son fieles a una estructura a¨²n en pr¨¢ctica, ahora con efectos especiales de infarto. En La Tierra contra los platillos volantes est¨¢n las constantes marcianas que sostienen filmes de hoy como La guerra de los mundos (de Steven Spielberg, basada no casualmente en el libro de H. G. Wells, de 1898) o Independence Day (Roland Emmerich, 1996), con la que mantiene no pocas similitudes, incluida la destrucci¨®n masiva de la Tierra por parte de alien¨ªgenas malvados. El dise?o de los marcianos, en sus trajes oscuros y antibalas, y de la nave, que como la de Independence Day est¨¢ protegida por un escudo invisible, siguen siendo recursos de la imaginaci¨®n l¨ªcitamente ingeniosos. No cabe duda del paralelismo entre el verde monstruo marciano que es tra¨ªdo en un huevo por unos astronautas a Italia, que al final queda medio destrozada, en 20 miles to Earth y el reciente Godzilla de Hollywood. Podr¨ªa conectar tambi¨¦n con otro Spielberg, Parque Jur¨¢sico, cuya verdadera matriz est¨¢ en El valle de Gwangi (Jim O'Connolly, 1968, tambi¨¦n con efectos de Harryhausen). Por su parte, la todav¨ªa ingeniosa y felizmente truculenta Surgi¨® del fondo del mar, con su pulpo gigante, tan grande que extiende sus tent¨¢culos desde el mar hasta la ciudad, ha sido una clara referencia para The host (Joon-Ho Bong, 2006), el reciente mega¨¦xito coreano que vuelve sobre la idea del monstruo marino, esta vez con unos sofisticados efectos especiales pero no tan distinta a este filme de los cincuenta en cuanto a planteamiento y soluci¨®n del conflicto. Aquel cine comercial era en blanco y negro y necesitaba que Ray Harryhausen le animara sus monstruos y marcianos, pero en el fondo no era tan distinto al de Hollywood de hoy, que vive de aplicar las mismas f¨®rmulas, autocopiarse y fotocopiarse. Ahora en colores, Harryhausen parece m¨¢s cercano que nunca. -
Ray Harryhausen Collection. Surgi¨® del fondo del mar (R. Gordon, 1955), La Tierra contra los platillos volantes (F. Sears, 1956) y 20 miles to Earth (N. Juran, 1957). Sony Pictures. 19,95 euros.
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