Paisaje despu¨¦s de la batalla
Aun antes de que ETA pusiera en ellas su nota de muerte, las elecciones de ma?ana presentaban ya rasgos at¨ªpicos. De entrada, ven¨ªan a resolver un contencioso abierto por las pasadas, con el partido perdedor en busca de la revancha tras juzgar que hab¨ªa sido despose¨ªdo del triunfo. El resultado fue un estado de excepci¨®n permanente en cuanto a las relaciones entre los dos grandes partidos, con una repercusi¨®n inmediata sobre los medios de comunicaci¨®n, convertidos voluntaria o inconscientemente en agentes de radicalizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. El voto del domingo debiera acabar con esta bronca interminable, aun cuando a la vista de la campa?a electoral no cabe abrigar demasiadas esperanzas. Las observaciones cr¨ªticas de UPD recuperan de todos modos su actualidad.
Antes de que ETA pusiera en ellas su nota de muerte, las elecciones presentaban ya rasgos at¨ªpicos
La ¨²ltima legislatura se ha desarrollado adem¨¢s, cosa ins¨®lita en el panorama europeo, a la sombra de dos terrorismos, cuya incidencia sobre la vida pol¨ªtica, y por consiguiente sobre las elecciones, ha sido y es de primera importancia. Un terrorismo, el islamista, favoreci¨® aunque no determin¨® la llegada del PSOE al Gobierno. Luego se convirti¨® en la piedra de toque para la credibilidad de los dos partidos, ante la delirante insistencia en la pista de ETA que el PP mantuvo como acusaci¨®n descalificatoria del Gobierno, hasta que la sentencia del juicio del 11-M prob¨® lo infundado de tan siniestra maniobra, con Rajoy en el papel de inveros¨ªmil Pilatos. El vasco, con la tregua de ETA y la casi suicida sumisi¨®n de Zapatero al wishful thinking de "la paz", estuvo a punto de arruinar la credibilidad del Gobierno, salvada por la propia torpeza de las condenas ante todo y por todo del PP, as¨ª como por la eficaz unidad de acci¨®n policial con Francia que sofoc¨® hasta el crimen de ayer la voluntad de matar de los terroristas, am¨¦n de excluir definitivamente de la vida legal a sus sat¨¦lites.
?ltima singularidad: las elecciones llegan cuando a¨²n no se ha resuelto en la instancia judicial suprema el tema del nuevo Estatuto catal¨¢n y asoma en el horizonte la "consulta" kosovar de Ibarretxe. Dicho de otro modo, con el Estado de las autonom¨ªas en tela de juicio. La indeterminaci¨®n en que se encuentran ambos temas ha propiciado, sin embargo, su relegaci¨®n en la campa?a, salvo por lo que concierne al conflicto entre "lengua propia" e idioma nacional en Catalu?a y en Euskadi.
Consecuencia: en un sistema bipartidista imperfecto como el espa?ol, con fuertes liderazgos personales, la estructura del conflicto ha hecho de Zapatero y Rajoy los protagonistas indiscutibles de la campa?a. De ah¨ª el s¨ªmil del combate de boxeo, culminado en los dos debates televisivos que, si bien considerados en s¨ª mismos dieron poco de s¨ª -ausencia total de debate sobre los grandes temas pol¨ªticos, an¨¢lisis cero, datos falseados, la pol¨ªtica internacional como si no existiera-, funcionaron desde el punto de vista de la pol¨ªtica como espect¨¢culo. Zapatero confirm¨® su calidad de buen actor, incluso en su despedida, con excelente memoria y nerviosismo o huida ante las cr¨ªticas. Por su parte, Rajoy hubiera merecido el sobrenombre pugil¨ªstico de "el bombardero de Santiago" por el n¨²mero de golpes lanzados para acusar a ZP de "los males de Espa?a", si bien evidenci¨®, lo mismo que en la entrevista del jueves, la insuperable limitaci¨®n propia del "hombre de casino provinciano" a la hora de argumentar unos juicios expresados con tanta rotundidad. Ejemplo: ?asignatura de ciudadan¨ªa? "La eliminar¨¦. No tiene sentido", responde. Al plantear el contrato de inmigraci¨®n o la unidad de Espa?a, ninguna explicaci¨®n. Prefiere el muro.
A no ser que la recuperaci¨®n anunciada proporcione la sorpresa, el resultado debiera responder al contenido de campa?a "popular", de buena ejecuci¨®n, pero orientada a olvidar ese centro donde suelen ganarse las elecciones y a plasmar el Gran Rechazo de un electorado para el cual, ahora m¨¢s con el refuerzo de la Iglesia de Ratzinger/Rouco, la derecha es una identidad. De ah¨ª que en su final de campa?a el PSOE parezca estar luchando ante todo por despegarse al m¨¢ximo del adversario, como el corredor que necesita hacer marca, lo cual en este caso responde a una exigencia vital para el futuro Gobierno de Zapatero, y dir¨ªa que para toda la izquierda: depender de un m¨ªnimo de votos nacionalistas, con el Estatut y el ¨®rdago de Ibarretxe a la vista. Sin olvidar la crisis econ¨®mica, con la xenofobia que asoma en torno al tema inmigraci¨®n.
Consecuencia, en fin, de una campa?a tan personalizada, puede ser la elevaci¨®n inmerecida de dos pol¨ªticos a la condici¨®n de l¨ªderes carism¨¢ticos. Las consecuencias pueden ser particularmente negativas para un PP que deber¨ªa no s¨®lo responder a un complejo de intereses, sino tambi¨¦n adecuarse a la modernizaci¨®n experimentada por nuestra sociedad.
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